Crece la influencia de Axel Kicillof en las decisiones económicas

Impulsa ahora un congelamiento de precios, dólar y tarifas desde julio hasta diciembre. En el Banco Central evalúan medidas ante una eventual caída en el ingreso de dólares que impactaría en el mercado cambiario.


Por Marcelo Bonelli para Clarín.

José Martins fue preciso en la intimidad. Afirmó: “A partir de julio va a menguar el ingreso de divisas a la Argentina”. Y vaticinó: “Los productores se van a sentar arriba de los silo-bolsas”.

Martins puso el dedo en la llaga: sin dólares, el mercado cambiario puede recalentarse antes de las cruciales elecciones. El problema puede profundizar otro clásico: que antes de los comicios haya una corrida al billete verde. El titular de la Bolsa de Cereales repitió esa advertencia –a lo largo de varias semanas– a los jerarcas del equipo económico. Sus interlocutores fueron Martín Guzmán, Matías Kulfas y Miguel Pesce.

Martins estuvo –siempre- acompañado por Gustavo Idigoras, el jefe de las poderosas cerealeras. El titular de CIARA tiene idéntico diagnóstico.

Ambos explicaron la situación: los productores hicieron una liquidación récord. Pero ya cubrieron sus costos y ahora van a retener los granos hasta que se despeje la cuestión electoral. En otras palabras: dejarán de liquidar las estratégicas divisas hasta noviembre. Falta vender 15.000 millones de dólares.

Los técnicos del BCRA opinan igual. El directorio de Pesce tiene un informe inquietante. El trabajo evalúa los mercados y tiene proyecciones concretas. Concluye: en vísperas de las elecciones, el ingreso de divisas va a menguar. Y sostiene: el tercer trimestre puede ser bravo en el mercado cambiario. Recomienda tomar medidas y Pesce quiere hacerlo.

La dupla Martins-Idigoras propuso al trío de ministros un plan de incentivos, para asegurar que los billetes sigan fluyendo y evitar que los productores especulen antes del acto comicial.

La propuesta del Consejo Agro-Industrial incluye el otorgamiento de un incentivo financiero extra –bonos-, para aquellos que liquiden billetes antes de la primavera. En definitiva, más rentabilidad.

Pesce quiere instrumentar esas medidas: está dispuesto a todo, para prevenir cualquier inestabilidad de la divisa. El BCRA aumentó las reservas. Este jueves estaban en US$ 6.980 millones. Pero el directorio reconoce que habrá tensión si Argentina no refinancia con el Club de París y el FMI. Todavía hay dudas. Ya el BCRA detectó señales de alarma. En la última semana hubo menos envíos de camiones a los puertos.

También los partes de inteligencia hicieron un informe inquietante. En la Casa Rosada conocen que el ala dura de la Mesa de Enlace propicia un lock-out agrario por tres semanas.

A Guzmán y Kulfas también le gustan las medidas. Pero ambos tienen reparos técnicos y limitaciones políticas. Los dos coincidieron: “Nos van a culpar de beneficiar a la patria sojera”. La presión viene de Cristina y también de Axel Kicillof. La Vice tiene fobia con el campo y aún cree en el antiguo concepto que todos los productores son “oligarcas”.

Se trata de un conflicto –no resuelto- de Cristina: en su mandato y ahora, el campo salva con sus divisas los dislates de sus políticas económicas.

Kicillof robusteció su poder interno y sus propuestas son acatadas en Olivos. Es un mandadero de Cristina. Kicillof no solo impuso sus –fracasadas- ideas antiinflacionarias: control de precios, cepo a la carne y tarifas subsidiadas.

También logró lo siguiente: que Alberto instrumente sus sugerencias sanitarias. Ahora va a imponer otra de sus propuestas: que desde julio hasta diciembre el Gobierno intente un congelamiento global de precios, dólar y tarifas.

Como anticipó Clarín, en la UIA lo llaman “Plan Otoño”. Lo vinculan al “Plan Primavera” que Raúl Alfonsín instrumentó para llegar a las elecciones. Terminó mal.

Alberto –el miércoles– intentó avanzar en el Plan Otoño: “Ya hay que bajar los precios de la carne”. El Presidente está urgido. La inflación no le da respiro. El miércoles exigió un congelamiento de la carne. Solo así abrirá las exportaciones: “Debe haber precios congelados hasta diciembre”. Alberto dijo que quiere hacer el anuncio el lunes.

Kulfas intenta enhebrar el convenio. Paula Español lo bombardea. Guzmán prefiere no meterse y a Luis Basterra ni lo consultan. El ministro de Agricultura está pintado.

La Mesa de Enlace está receptiva. Este jueves le pidieron una audiencia al Presidente. Guzmán hace un esfuerzo ciclópeo para recomponer con la troika Cristina-Máximo-Kicillof.

Primero –esta semana– ponderó el impuesto a los ricos, que propició Máximo. Después se fotografió con Kicillof. Ambos hechos fueron acordados y refleja la debilidad del ministro. También su deseo de seguir en el gabinete.

El ministro tiene problemas con el FMI. En su viaje a Roma alentó versiones de un pronto acuerdo. Lo vociferó en Buenos Aires su principal asesor, Sergio Chodos. Susan Segal, del Council of Americas, se lo comunicó a los socios del influyente organismo de Manhattan. Para Segal, el fuerte “ajuste fiscal” que lleva adelante en silencio Guzmán entusiasma en Washington.

Pero en la última semana, la negociación se volvió a empantanar. Los “lobos” de Wall Street insisten en que no habrá acuerdo hasta después fin de año.

Los celos y cortocircuitos entre Guzmán y Kicillof comenzaron al inicio de la gestión. Kicillof se queja de que el ministro lo corre por izquierda y que sus políticas de ajuste impactan en el conurbano.

Cristina le llenó la cabeza a Kicillof: acusan a Guzmán de “operar” contra el gobernador. Una verdadera sobrevaloración del poder ministerial. Guzmán no le perdona a Kicillof el acuerdo que firmó con el Club de París: aceptó tasas leoninas y punitorios del 9 %.

Kicillof acordó -en el 2014, y en un día- con el Club de París: aceptó todo lo que querían los acreedores y además admitió una suba en la deuda de 3.300 millones de dólares. Benefició a bancos y grandes compañías.

Por eso, el contrato es secreto. Cristina no lo difundió, Mauricio Macri tampoco y Alberto menos. Tendría cláusulas que afectan el interés nacional y fue firmado por Kicillof, el preferido de Cristina.

Tensión en la oposición y la UIA

En Juntos por el Cambio está todo que arde. Horacio Rodríguez Larreta ya ofreció dos cargos claves para la elección. Habló en privado con Diego Santilli y María Eugenia Vidal. Santilli aceptó la oferta: ser primer candidato a diputado en la provincia. A Vidal la tentó con ser primera candidata en CABA. La decisión se conocerá a fin de junio. Antes, Vidal viajará a Washington. La propuesta contradice los planes de Macri. Patricia Bullrich tendría que enfrentarla o aceptar ocupar un lugar menor en la lista.

En la UIA también hubo una pelea feroz para elaborar una lista de unidad. Hubo negociaciones intensas, acusaciones y hasta vetos a dirigentes. Daniel Funes de Rioja fue electo presidente en medio de esta tensión.

La primera lista de unidad no pasó los filtros y eso hizo estallar la pelea entre los hombres de negocios. Funes había acordado que la nómina la integre Ignacio De Mendiguren. El mandamás del BICE tiene llegada –por Sergio Massa- al Gobierno.

Pero, al final, no ocurrió. Este jueves, De Mendiguren contragolpeó fuerte: “Un abogado no puede presidir la UIA. Funes no distingue un bulón de una tuerca”. Funes respondió con un sonoro silencio. Armó un polo de conducción con Luis Betnaza, el poderoso directivo de Techint.

En cambio, Santiago Cafiero, este jueves habló. Sus explicaciones generaron irritación: la Casa Rosada no puede salir del laberinto oscuro de las vacunas.

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