Alberto Fernández resiste las presiones internas y no habría por ahora cambios en el gabinete

El Presidente encabezó un acto con parte de su equipo y no prevé modificaciones a pesar de los pedidos desde el kirchnerismo.


Por Jaime Rosemberg para La Nación.

“A las 6 de la tarde todos teníamos los mismos datos, incluida la oposición”, intentó explicar perplejo un funcionario con despacho en la Casa Rosada cómo se pasó de una victoria previsible del Frente de Todos en la provincia de Buenos Aires a una aplastante paliza electoral de Juntos por el Cambio en casi todo el país.

Aún no repuestos del todo del golpe, en el Gobierno atinaron hoy a negar cambios urgentes en el gobierno de Alberto Fernández. “No se trata de cambiar jugadores, sino de la forma de jugar”, evaluó otro funcionario importante y cercano al Presidente, sabedor-de todos modos-de la inminente ofensiva del kirchnerismo duro para instrumentar modificaciones. La embestida para cambiar nombres ya comenzó con declaraciones como las de el expiquetero Luis D´Elía, quien de manera directa pidió las cabezas del jefe de gabinete, Santiago Cafiero, y del ministro de Economía, Martín Guzmán, o Juan Grabois, que habló de “problemas en el gabinete” y “cancherear la pandemia”.

Pasada la medianoche, con el resultado irremontable, se habló de cómo seguir, según fuentes oficiales que estuvieron en el búnker oficialista que se montó en Chacarita. El Presidente y su vice, Cristina Kirchner, intercambiaron impresiones con Máximo Kirchner, Axel Kicillof, Juan Zabaleta y Gabriel Katopodis, más algún otro participante. Sin definiciones concretas, se conversó de “impulsar la reactivación económica”. Un funcionario al tanto de las charlas argumentó: “La gente está enojadísima por todo, obviamente por la pandemia y porque no le llegan las mejoras en la economía”. Otro hombre cercano al Presidente daba una explicación similar. “Se perdió por la pandemia, vinimos a hacer un montón de cosas que no pudimos hacer”, reflexionaba. Otro referente comunal, cercano a la vicepresidenta y que supo de esas conversaciones, negó discusiones de madrugada “porque no era el momento” pero dejó luego una sentencia concluyente. “Si no hay cambio de gabinete urgente con un shock de reactivación que muestre que algo va a cambiar, lo que va a pasar es nos va a ir peor en noviembre”, definió el referente bonaerense sin dobles lecturas.

“La paliza fue para todos”

Desde el albertismo impulsaron entonces el acto de hoy en el que Presidente lanzó el proyecto de ley “Compre Argentino”. Fernández realizó el anuncio junto a empresarios, sindicalistas como Antonio Caló (UOM) y el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, uno de los “funcionarios que no funcionan” apuntado por Cristina Kirchner desde hace meses. También lo acompañaron algunos miembros del gabinete como el ministro de Economía, Martín Guzmán, y sus pares de Seguridad, Sabina Frederic y de Salud, Carla Vizzotti, además de la primera dama Fabiola Yañez, llegada en el helicóptero junto al Presidente, el vocero Juan Pablo Biondi y el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello.

“Nadie habló de (Martín) Redrado superministro, la paliza fue pareja para todos”, se defendió un funcionario cercano al Presidente. “Se perdió en todos lados… ¿vas a cambiar todos los gabinetes? ¿el de Axel? el de Alicia? todos los que perdieron?”, se preguntó un incondicional del jefe de Estado, quien habría llamado a algunos apuntados como el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, a quien pidió tranquilizar para que no se deje llevar por las versiones periodísticas que daban cuenta de su salida del gabinete.

Durante el acto, y en sólo seis minutos de discurso, el Presidente se centró en defender “la industria nacional”, y dijo que “los mercados deben funcionar en libertad, con reglas que el Estado arbitre”. En lo que pareció ser una elípitica referencia a la derrota del domingo, afirmó que confiaba en que “el camino que iniciamos en 2019 no se altere”. En un Museo del Bicentenario con sólo unas treinta sillas ocupadas, recibió el respaldo explícito de Caló, quien sostuvo que “se sale con producción y trabajo”, y le pidió “jugar el partido en nuestra cancha, no en la de ellos”, en referencia a la oposición.

De todos modos, y en privado, y más allá de los elogios de propios y ajenos al tono “humilde y autocrítico” que utilizó en la noche del domingo, el llamado a la acción lanzado por el Presidente en el discurso que siguió a la derrota despierta interrogantes en el propio seno del Frente de Todos.

“A Alberto lo eligieron como el mariscal de la derrota, va a tener que cargar con ese sayo”, especuló un antiguo asesor presidencial. Con el mismo tono preocupado, se preguntó por la “credibilidad” del Presidente para encarar cambios profundos. “Hay que hacer las cosas con seriedad, más allá de que salgan bien, regular o mal”, dijo la fuente.

El Presidente no definió aún si viaja a México para la reunión de la Celac y a Washington para la asamblea general de las Naciones Unidas, a realizarse el lunes próximo. La posibilidad de cambios de nombre en su equipo sobrevuela de todos modos la estrategia oficial.

“Mucha gente estaba enojada, no se sintió contenida por nosotros”, dijo anoche el canciller Felipe Solá, a la salida del búnker. “Posiblemente haya cambios, pero no puedo estar en la cabeza del Presidente”, respondió a una consulta de radio Andina de Mendoza. Todo un indicativo de las dudas del Gobierno en torno al futuro.

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