La crisis financiera de YPF y el plan oficial de “vivir con lo nuestro”

La situación de la petrolera estatal generó cruces dentro del Gobierno y acusaciones de ineptitud en el manejo de la crisis. La hipótesis de los banqueros de Wall Street: que Argentina quiere postergar un acuerdo con el FMI.


Por Marcelo Bonelli para Clarín.

En la madrugada del miércoles fracasó un último intento de negociar entre la conducción de YPF y los bonistas más duros liderados por el fondo Fidelity.

Sergio Affronti, CEO de YPF, había pedido a sus abogados que concreten de urgencia un encuentro. Ocurrió horas después del rechazo a la propuesta de pago y se abrió la posibilidad de un default de la principal empresa industrial argentina.

Pero los abogados tuvieron un traspié. Andrés de la Cruz, del estudio Clearing Gotting, y Enrique Bruchou –el abogado local–, no tuvieron éxito. Los bonistas del Grupo Ad Hoc que habían rechazado la (tercera) oferta de YPF, sólo aceptaban una reunión virtual si había otra mejora en los pagos.

Este jueves por la noche se trabajaba contra reloj para evitar un default. El directorio de YPF evalúa mejoras, pero los plazos legales terminan con el inicio de este fin de semana.

La situación es crítica. El resultado de la negociación puede afectar también el crédito para las otras petroleras argentinas. La situación generó cruces dentro del Gobierno y acusaciones de ineptitud en el manejo de la crisis.

En YPF critican al Ministerio de Economía y culpan a Sergio Chodos de ser el autor del zafarrancho. Martín Guzmán aclaró que Economía no se mete. En un encuentro íntimo con banqueros deslindó responsabilidades y apuntó a la conducción de YPF. Así lo dijo: “La negociación la conducen un 100% quienes dirigen YPF”.

Miguel Pesce mira el impacto en el mercado cambiario y en la Casa Rosada reconocen que Guillermo Nielsen no tuvo nada que ver con lo que se está haciendo.

En Washington asocian la crisis de YPF, con un intento de acumular reservas y no hacer este año un acuerdo con el FMI.

Cristina está molesta por la falta de pericia para cerrar la cuestión. Esto hizo temblar a todo el Gobierno. La vicepresidenta hizo una consulta a un calificado economista. Algunos dicen que le pidió precisiones también a Miguel Galuccio.

Los “lobos” de Wall Street acusan de “aficionados” al dúo de funcionarios que maneja la negociación: Sergio Chodos y Alejandro Lew. Pero ambos contragolpean: afirman que la intransigencia de los bonistas obedece a otra cuestión.

Acusan a Fidelity y al Grupo Ad-Hoc de intentar desestabilizar la actual y precaria “pax” cambiaria. El estudio Cleary Gottlieb –los abogados de Argentina en Manhattan- transmitió una información que circula en Wall Street: voceros de Fidelity lanzan bravuconadas contra la Casa Rosada.

La cuestión facilita al kirchnerismo –tan adepto a las teorías conspirativas– un argumento para tapar sus graves falencias.

En la Argentina y en Manhattan existe un consenso: que YPF encaró la negociación en forma desafortunada. Clarín confirmó que primero fue Sergio Chodos quien influyó para que el BCRA decidiera no darle ni un dólar a YPF. La resolución general del BCRA permitía obtener el 40% de los billetes para abonar deudas.

Chodos es representante argentino en Washington y tiene una fuerte influencia en el Palacio de Hacienda. Instruyó a Miguel Pesce para que no otorgue ni un billete a YPF y así justificar la dura negociación. El BCRA comunicó a la petrolera: “Las reservas están en un límite peligroso. No hay dólares”.

Después, Chodos trabajó la primer propuesta de pago con Lew. Ambos impusieron su criterio: evitar un consenso con los acreedores y ser durísimos de entrada. Se trata de justificar el relato de intransigencia oficial con los “tiburones” de Wall Street. Un relato virtual que, al final, genera más costos que beneficios. Se utilizó una estrategia similar a la que Alberto Fernández usó en la negociación de la deuda externa: inflexibilidad extrema al inicio, que se fue licuando.

Ahora ocurrió lo mismo: YPF se olvidó de la postura inicial y va por otra propuesta más flexible. Este jueves, el directorio evaluaba hacer un cuarto –con más concesiones– plan de pago a los acreedores. El traspié inicial y los sucesivos fracasos derritieron, primero, la acción de YPF y debilitaron toda la estrategia financiera de Argentina.

En la Casa Rosada –de inmediato– hablaron de complot y surgieron en el BCRA teorías conspirativas. Lo cierto es que el Gobierno cometió dos errores básicos: su inadecuada forma de negociar y, también, instalar que YPF se iba a estatizar en forma global, si la oferta no era aceptada.

Desde que el kirchnerismo tomó el control de la petrolera, YPF no dejó de retroceder y deteriorar su patrimonio. Primero sufrió un golpe por la pésima gestión de la española Repsol. Después, la “argentinización” de Néstor Kirchner y la “estatización” de Cristina Fernández terminaron de colapsar a YPF. En los últimos años de Cristina se sobre-endeudó y se cometieron garrafales errores técnicos: se hizo una perforación en Vaca Muerta vertical, cuando lo adecuado y convencional era hacerla horizontal. Esa grosera equivocación provocó una pérdida de 1.500 millones de dólares.

También en ese momento, Axel Kicillof –cuando era ministro– utilizó a YPF para traer dólares que su política hacía fugar de la Argentina. Se endeudó a la petrolera para obtener divisas y poder financiar el fin del mandato de Cristina. Formó parte del “plan Bomba” que el kirchnerismo dejó de herencia a Mauricio Macri. El ex presidente tuvo impericia y en lugar de desactivarlo lo profundizó.

El enrarecimiento del clima financiero por YPF pone “al rojo vivo” la cuestión del FMI.

Los grandes banqueros de Wall Street trabajan con una hipótesis: que Argentina no quiere hacer un acuerdo con el FMI y que va a postergar todo para después de las elecciones. Que Alberto y Cristina quieren tener las manos libres para hacer populismo.

En otras palabras: que el Frente de Todos quiere reeditar el “vivir con lo nuestro” de Aldo Ferrer. Así, postergar el ajuste y tratar de ganar las elecciones de octubre.

La estrategia tiene un problema: Argentina no tiene la reservas, ni va a generar los dólares suficientes para cumplir con los compromisos de este año. Ese plan que propicia el Instituto Patria requiere algo inmediato: entrar en default con el Club de París. El pago de 2.400 millones de dólares en mayo surgen de la negociación exprés que hizo en el 2014 Kicillof y que aún se desconoce: tendría cláusulas inadmisibles a la soberanía nacional. En el mercado ataron la crisis de YPF con esa cuestión: un intento del kirchnerismo de postergar pagos, para acumular reservas y poder abonar cash los grandes vencimientos de este año.

Guzmán aclara que eso es falaz. Los banqueros se lo preguntaron, en el encuentro secreto. Guzmán afirmó: “Esa interpretación es desacertada. Buscamos un acuerdo”. Y endulzó a sus interlocutores: “Debemos ser parte del mundo de una forma correcta”.

La relación con Washington es clave. En la nueva Casa Blanca genera inquietud el acercamiento del Presidente con Putin.

Los demócratas recuerdan que Putin fue aliado de Donald Trump y que con tecnología ilegal lo ayudó a ganar –hace cuatro años– la presidencia. Mauricio Macri habla de este tema. Se hace una pregunta: ¿Putin podría ayudar a Cristina en las próximas elecciones?

Parece ciencia ficción, pero es realidad. Como el motivo por el cual fracasó el acuerdo con Pfizer: el laboratorio, inseguro con Argentina, pidió que Alberto acepte la jurisdicción de Manhattan para litigar posibles demandas judiciales.

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