Cristina cada vez más dura con su propio Gobierno y los empresarios que Alberto busca sumar a su entorno

La Vice acusa de todo al Presidente y le marca la cancha a Massa. Fernández quiere apuntar su quimera de reelección con un jugada que haría ruido en el Frente de Todos.


Por Marcelo Bonelli para Clarín.

Peleas, broncas, internas y chicanas vuelven a aflorar en el Frente de Todos y complican a la Casa Rosada. Cristina le tira “un camión con acoplado” todos los días a Alberto. Maldice el momento en que lo eligió para la presidencia y dice “no soportarlo más”.

Alberto devuelve los ataques y contragolpea con rebeldía. Le perdió el respeto político y utiliza términos como “desvarío” y “dislates” cuando se refiere a las propuestas de la vice. Cristina califica a Alberto de “traidor” y el Presidente a la vice de “desleal”.

Hace una semana, Alberto estuvo en la casa de Juanchi Zabaleta. Hubo un asado de concordia, después de la pelea. El ex ministro le propuso armar una mesa política para zanjar diferencias con los K. Alberto fue tajante: “No voy más al pie”.

Ocurre todo en un escenario delicado: inflación tocando el 100 %, el BCRA sin dólares y salarios en picada. Ambos pelean en “la cubierta del Titanic”, en tanto la oposición sufre una canibalización de candidaturas. Mientras, la única preocupación de los dirigentes parecen ser las PASO. Ahora, Cristina quiere marcarle la cancha a Sergio Massa. La última queja de la vice fue un Exocet contra Alberto, pero también una advertencia al ministro de Economía.

La vice intenta poner palos en la rueda para complicar un cierre en el acuerdo salarial de Sanidad. Su objetivo es claro: golpear a Héctor Daer, el principal aliado sindical del Presidente. Ese fue el primer objetivo del tuit contra el aumento de las prepagas.

Ese breve texto también –se interpretó en el “círculo rojo”- apuntó a ponerle límites a a Massa: atacó directamente a Claudio Belocopitt, el jefe de la Unión Argentina de Salud. Belocopitt y Massa tienen una antigua relación personal.

Cristina ve fantasmas por todos lados. Belocopitt salió a responder fuerte: “El problema es la inflación”. Ambos se habían visto cara a cara hace tiempo. Fue cuando la vice amenazó con estatizar la medicina pre-paga. Estuvieron a solas en el Senado. Cristina reprochó las quejas de los hombres de negocios: “Son paranoicos”. Belocopitt contragolpeó: “Pero con tus políticas, nos fundís”.

La relación de Cristina con Massa es rara. Ella le desconfía, pero ahora está atada de pies y manos a la suerte del ministro. Hace meses la vice abortó la designación de Massa como jefe de Gabinete. Ese fin de semana se reunió con Alberto y le dijo: “¿Pero Alberto, vos confías en Sergio?”. Horas después Silvina Batakis era ministra.

Pero ahora lo respalda: el martes hubo un contacto permanente entre ambos para definir las negociaciones del Presupuesto. Máximo se hizo el rebelde en público –no dio quórum– pero acompañó las negociaciones. Estuvo buena parte de la madrugada del miércoles reunido con el ministro. Ambos se sacaron una foto sonrientes para convencer a los íntimos de que la rebelión de Máximo era para la tribuna.

Massa logró un fuerte aval político: 180 votos a favor, el mayor consenso de los últimos ocho debates sobre el Presupuesto. El ministro estaba eufórico en la mañana del miércoles. Máximo y La Cámpora volvieron a “tragar sapos”: votaron un Presupuesto a medida del ajuste del FMI. La TV mostraba a un Massa ganador. Cristina –dos horas después– emitió el amenazante tuit. No soportó la escena y la victoria del ministro.

Cristina no tiene alternativa a Massa. Está molesta porque éste abortó su intención de congelar los precios por 180 días. El ministro volteó la propuesta desde Washington: “Los congelamientos siempre fracasaron”.

Axel Kicillof fue el discreto enviado de la vice para negociar con Massa una salida. Propuso el poco creativo “Precios Justos”. La iniciativa ya había sido un fiasco con Paula Español. Ahora –otra vez- la negociación sobre “Precios Justos” está al borde del fracaso. Las negociaciones de Matías Tombolini están empantanadas.

Mensaje a la comunidad de negocios

El influyente Josep Borrell habló de estos temas en Buenos Aires en encuentros con fuertes hombres de negocios y referentes de la oposición. Uno de ellos, Alfonso Prat Gay.

El vice de la Comisión Europea se sorprendió por la crudeza de sus interlocutores: fueron la contracara absoluta de los relatos eufóricos que escuchó de los funcionarios de la Casa Rosada. Entre ellos Santiago Cafiero.

La grieta económica es absoluta. Borrell es una figura internacional que llegó al país hiperinformado. Algo similar sucedió con Patricia Bullrich. Los empresarios la convocan a encuentros a medida que subió en las encuestas. Estuvo a solas con los capos de Cargill, Aceitera Deheza, Bunge y Dreyfus. Hace una semana concurrió a otra cena con Carlos Melconian. Había tres importantes capitostes y Patricia expuso su ortodoxo plan económico: recortes y sistema bimonetario.

El jefe de la Mediterránea fue cauto: insistió en que no hay que atarse a dogmas y recordó –que por eso- tuvo un papelón internacional Liz Truss en Inglaterra. Los “lobos” de Wall Street siguen de cerca la cuestión argentina. Escépticos, insisten en que está todo perdido hasta la elección del 2023 y solo quieren conocer quienes serán los eventuales “presidenciables”.

Saben que un tapado es Wado de Pedro. Pero Alberto -esta semana- envió una señal a la comunidad de negocios. Deslizó que está dispuesto a incorporar a hombres de negocios al gobierno. Se trata de Antonio Aracre, ex CEO de la poderosa Syngenta, y Daniel Herrero, ex Toyota. El presidente admitió: “Son dos cabezas privilegiadas. Me gustaría tenerlos en el Gabinete”.

El Presidente no habló aun del tema con Herrero, pero en la Casa Rosada dicen que se podría incorporar a la cúpula de YPF: para hacerse cargo de YPF Agro o de YPF Litio.

Aracre tiene diálogo con Alberto. El martes fue el último contacto entre ambos y se verán la semana próxima en Olivos. Alberto le dijo a sus íntimos que “Antonio está dispuesto y es un tipo muy valioso”. El Presidente se prepara para dar batalla en su quimera por la reelección. La vice trata de impedirlo.

Eso se dice en Manhattan. También en Wall Street ven a Massa como candidato, a pesar de sus desmentidas. El ministro juega a las escondidas y rechazó todo –en reuniones privadas- con un argumento insalvable. Arguye motivos personales: “Mi familia aceptó que yo sea ministro contra el compromiso de que era mi último paso en la función publica”.

En el Frente Renovador dicen que todo puede cambiar. Que dependerá de cómo avance la economía. En Washington saben que los desafíos son enormes. Por eso Gita Gopinath -la vice del FMI- en persona decidió monitorear el acuerdo.

Aquí volvieron las dudas sobre la renovación de la deuda en pesos por diez billones hasta fines del 2023. Pero el tema central es la ausencia de dólares. Hay que transitar un desierto hasta marzo próximo. El debate sobre el dólar existe en el Gobierno. En la UIA de Daniel Funes del Rioja piensan que será difícil no devaluar: la sequía complica todo.

Cristina rechaza tajante la idea. Le tiene pánico a una corrida que sepulte su viejo relato. Massa fue categórico en Washington: “Devaluar es imposible sin reservas”. Pero hay un fuerte debate interno. Se trata de lo siguiente: ¿Es mejor devaluar o que devalúe el mercado? Los banqueros de Adeba se lo preguntaron al jefe del BCRA. Miguel Pesce primero sonrió por la ocurrente pregunta. Después endureció su rostro y dijo: “Antes, muerto”.

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