Sin definiciones, el expresidente blanquea la negativa familiar a buscar su “segundo tiempo” en la Casa Rosada.
Por Jaime Rosemberg para La Nación.
Se lo vio muy activo durante el largo mes de su estada en Qatar al expresidente Mauricio Macri.
Concentrado en su papel de presidente de la Fundación FIFA, el exmandatario participó de decenas de reuniones con líderes políticos, exjugadores de fama mundial y hasta se dio el gusto de asistir a los partidos de la selección argentina, que finalmente se consagró campeona del mundo. En cambio, ningún funcionario importante del Gobierno aceptó (tal vez por temor a una reacción popular negativa) acercarse a la cita mundialista.
Las imágenes de Macri junto a estrellas del fútbol como el astro brasileño Ronaldo o el abrazo con el emir de Qatar, Tamim Al Thani, provocaron aplausos en Juntos por el Cambio y las críticas esperadas desde el kirchnerismo.
El fundador de Pro estuvo unos días en Doha junto a su esposa, Juliana Awada, y su hija Antonia, que regresaron antes que Macri a Buenos Aires. En múltiples charlas con argentinos, Macri se encargó de desmentir que esté pensando en ser el sucesor del actual titular de la FIFA, Gianni Infantino, y dio órdenes a sus colaboradores para que difundan que en 2023 estará dedicado a las tareas de educación y deporte, sobre todo en el continente africano.
Tras llegar a Buenos Aires ayer –unas horas antes que el plantel campeón–, Mauricio Macri también tiró la pelota afuera ante cada consulta sobre sus supuestas aspiraciones presidenciales. “¿Sabés lo que pasa? No me dejan Juliana y Evita”, confesó en tono de broma el expresidente, comparando el fuerte carácter de la fundadora del justicialismo con la personalidad de su pequeña hija.
Ya en Buenos Aires, Macri sostendrá algunas reuniones políticas hasta su viaje para pasar las fiestas en Cumelén, el exclusivo country de Villa La Angostura en el que suele pasar sus veranos, combinando el ocio con la “rosca”, esta vez, con la expectativa de un retorno de Juntos por el Cambio al poder en 2023.
Entre esas reuniones está en carpeta un encuentro clave con Horacio Rodríguez Larreta, que sus allegados sitúan para la última semana de este mes o la primera del próximo enero.
Tal vez en esa reunión el expresidente dé alguna pista adicional sobre su futuro político.
Manes y Abad, muy “juntos pero separados”
La reciente presentación del libro del diputado nacional radical Fabio Quetglas dio lugar a una foto curiosa. Sentados uno al lado de otro durante la presentación del libro Deconstruir el populismo se los vio al candidato a presidente y diputado nacional Facundo Manes y a Maximiliano Abad, titular del radicalismo bonaerense.
Cuentan los organizadores de la presentación que la foto conjunta no fue sencilla. La relación entre ambos se resintió por el acercamiento de Manes con Gustavo Posse, rival interno de Abad en su pelea por controlar el radicalismo en el principal distrito electoral en el país. Y Manes también tiene facturas para con Abad, por no darle su apoyo en su empresa presidencial.
Lo cierto es que ambos asistieron a la presentación de Quetglas, al igual que el juez del juicio a las juntas Ricardo Gil Lavedra; los dirigentes radicales Jesús Rodríguez y Alejandra Lordén; los periodistas Clara Mariño y Jorge Sigal; el titular del gremio APOC, Federico Recagno, y la investigadora María José Navajas. La calma reinó entre radicales.
Un empleado del Senado, candidato a gobernador
Es un caso atípico, ya que no aspira a entrar al Senado, sino que quiere dejar su trabajo en la Cámara alta para convertirse ni más ni menos que en gobernador de su provincia. Su nombre es Roque Bordón, pero todo el mundo lo conoce como “el Negro”, ese empleado de seguridad que por las tardes recibe a todos los que entran al palacio legislativo con una sonrisa de puros dientes blancos a flor de labios. “Por una Catamarca mejor”, reza el tríptico con casi medio centenar de propuestas que el Negro Roque distribuye a todo aquel que se le acerque antes de empezar a contar su proyecto para gobernar la provincia norteña. “Hay que sacar a este oficialismo que no hace nada”, dice Bordón, quien no se alinea con el peronismo que controla la provincia en la figura del gobernador Raúl Jalil, pero tampoco comulga con el Frente Cívico, que domina el radicalismo. Delegado de ATE en el Congreso, donde tiene más de 20 años de antigüedad, Roque aspira a romper con la polarización entre peronistas y radicales que divide a Catamarca.
La hija de Majdalani, delegada de Angelici
La tregua con el larretismo sigue vigente, pero Jorge Macri no frena sus aspiraciones de ser el próximo jefe de gobierno porteño por Juntos por el Cambio.
El actual ministro de Gobierno porteño armó una mesa política en que se destacan Fernando de Andreis (muy cercano a su primo Mauricio Macri), el periodista Hernán Iglesias Illa, el exembajador en México Ezequiel Sabor e incondicionales como “Tuta” Torres y Soledad Martínez, actualmente a cargo de la intendencia de Vicente López por la licencia de su jefe político.
Entre los nombres conocidos aparece Agustina Olivero Majdalani, hija de la exsubdirectora de la AFI macrista, hasta hace poco directiva de la obra social porteña Obsba y cercana a Daniel “Tano” Angelici.
Voceros al tanto de la incorporación de Majdalani no se sorprendieron ni vieron contradicción alguna entre esa participación y el pacto de Angelici con el radical Martín Lousteau, que también quiere ser el candidato de Juntos por el Cambio a gobernar la ciudad. “El Tano es así, está en todos lados”, bromearon cerca del binguero y expresidente de Boca Juniors, repleto de contactos en Pro.
Manzur y su confidencial “conexión rabínica”
Algunos, a tono con el clima futbolero que lo impregna todo por estos días, compararon el curioso vínculo con el “celular de Dios” que adjudicaban al extécnico Carlos Bianchi. Lo cierto es que el jefe de Gabinete, Juan Manzur, tiene una relación estrecha con David Lau, el gran rabino de Israel y presidente de la Corte Rabínica del Estado hebreo, a quien visitará esta semana.
La cercanía es tal, cuentan desde el entorno del precandidato a vicegobernador de Tucumán, que enviados del rabino en Buenos Aires suelen llegar a su despacho con un teléfono “a prueba de pinchaduras”, y en el momento producen la comunicación entre ambos. Contento por esa relación, Manzur viajará horas antes de la Nochebuena a Israel. Lau lo invitó, carta elogiosa mediante, al encendido de las velas de Janucá, la festividad de las luces del pueblo judío, que rememora un milagro religioso: el aceite del gran templo debía durar un día y duró ocho. Optimista por naturaleza, Manzur trabaja por “su” milagro”: ganar junto a Osvaldo Jaldo la elección en Tucumán el 14 de mayo, y “esa misma noche” lanzarse como candidato a presidente.