La mano de Axel Kicillof detrás de una fallida estrategia anti inflacionaria

El Gobierno lanzó otro paquete de controles y anunció que la AFIP vigilará los comercios. Viejas ideas que ya aplicó el cristinismo con el hoy gobernador bonaerense.


Por Marcelo Bonelli para Clarín.

El preocupante dato del Indec de este jueves confirma una evidencia: que fracasa la confrontativa política anti inflacionaria de la Casa Rosada. Se trata de un dato concreto. Desde octubre, la secretaria de Comercio profundizó los controles y desde esa fecha los precios no dejan de subir.

Primero estaban en el escalón del 3%. Después subieron al 4% y ahora, se acercan a un peligroso 5%. Este jueves el Indec encendió las alarmas: un récord del 4,8%, como en los últimos meses de Mauricio Macri.

A Paula Español se le quemaron los papeles. Desde octubre, decidió congelar los precios de las empresas líderes. Pero esa estrategia choca contra una realidad: desde ese momento la inflación no para de acelerarse. La creciente remarcación genera un desgaste político a Alberto Fernández y peor, adormece la incipiente reanimación. El fracaso obedece a una cuestión: la ausencia clara de una política anti inflacionaria global y consistente.

Y también, a la utilización de preconceptos e ideas anacrónicas para combatir los precios. Tras conocerse el índice de inflación, el Gobierno lanzó otro paquete de controles a la carne, pollo y frutas y anunció que la AFIP vigilará los comercios. Viejas ideas que ya aplicó el “cristinismo”. Una adaptación del slogan de campaña: volvieron mejores para aprender de sus errores, pero repitiéndolos.

Clarín confirmó que el paquete tendrá un complemento: un congelamiento de precios de insumos industriales hasta el 31 de octubre. Se presentaría como un acuerdo con las firmas líderes.

Español y su mano derecha Laura Goldberg emulan a Guillermo Moreno. El ex secretario de Comercio fue un coleccionista de fracasos. Ambas no portan un revólver -como Moreno-, cuando reciben a los hombres de negocios. Pero creen en sus antiguas recetas: maltratos, exabruptos y peores modales.

Goldberg , la subsecretaria, es la encargada de las primeras palizas a los CEO de las compañías. Va directo a la mandíbula y así los recibe: “¿Qué venís a reclamar? Si te la llevaste toda con Macri”. Y remata: “Ahora te toca perder y si no te da el cuero, te van a echar de tu compañía”. Las bravuconadas se repiten en todas las reuniones. La funcionaria utiliza una suerte de “guión adaptado” de Moreno: “Seguí llorando, que nosotras vamos a apretarte con resoluciones y controlarte todo el negocio”. Español se dedica a desacreditar a los jefes de las compañías. Repite en la cara de los inversores: “Vos sos el culpable de la inflación”. Y bombardea: “Por eso no te quiero escuchar más. Se cagan en el consumidor”.

Ambas –Español y Goldberg– tienen una sólida formación académica, con master en el exterior. Pero prefieren el barro y la lucha frontal. La sobreactuación se profundizó a partir de que las dos fueron acusadas de “blandas” y de complacientes con los CEO.

Los dardos surgieron de la propia Cristina Kirchner y de La Cámpora. Acusaban a la secretaria de Comercio de inacción y, así, la dupla vio cerca la guillotina política. Por eso dejaron la cátedra de Francia y prefirieron adherir a las perimidas teorías conspirativas del “cristinismo”.

Ambas son del equipo de Axel Kicillof. El ahora gobernador fue un fiasco en la lucha contra la inflación. Kicillof y sus discípulas aún creen que la inflación se debe a una suerte de “maldad” de los empresarios locales. A partir de ese preconcepto se elaboró la estrategia de intimidación. Desde ese momento la dupla Español-Goldberg no para de fracasar.

Los cierres que pidió Axel

Kicillof vive un momento de éxtasis: le torció el brazo a varios ministros de Alberto y logró imponer un cierre de colegios y endurecer el toque de queda.

El gobernador bonaerense fue el verdadero impulsor de las polémicas medidas. Su provincia está complicada y un cierre amplio puede tapar las falencias sanitarias de su gestión. El fin de semana habría hablado con la vicepresidenta y se quejó porque Alberto inclinó –en las anteriores medidas– la balanza a favor de Horacio Larreta.

Kicillof estaba furioso: “No le podemos hacer el juego al Pelado”. Cristina apuntaló sus reclamos frente al Presidente. Fue en un llamado decisivo en la tarde del miércoles. Alberto –al final– abrazó sus propuestas y devaluó a sus ministros que no querían cerrar los colegios. Incluso este jueves se dudaba de la continuidad de Nicolás Trotta.

También la acción desgastó a la propia ministra de Salud. La gestión técnica de Carla Vizzotti perdió el liderazgo –con errores y aciertos– que tenía Ginés González García.

El fracaso en la lucha contra la inflación lo tiene a maltraer a Kicillof: las barriadas populares del Conurbano son víctimas del revés en la política de precios. En otras palabras, a mayor índice de precio, peor imagen de Kicillof. No hay duda -por posiciones dominantes- que existen abusos por parte de algunas empresas. Pero explicar la creciente inflación de Argentina en esa causa refleja la pobreza del equipo económico para combatir el alza de precios.

Además –como siempre en el cristinismo– existe una doble vara: se culpa a las grandes empresas y –a la vez- se permite aumentos desmedidos a YPF porque la controla La Cámpora de Máximo. Este fin de semana volvería a aumentar la nafta.

Solo con criterios de persecución será difícil contener la inflación. El alza continua de los precios obedece a múltiples causas que la Casa Rosada no ataca en simultáneo: la inercia inflacionaria, el aumento de costos, la política monetaria, el dólar y el déficit público.

Martín Guzmán se animó a exponer ese diagnóstico. Pero recibió palazos internos y un fuerte fuego “amigo”. Ahora, Economía está jugada a la variable de que el dólar quieto domestique los precios.

Las peleas dentro del gabinete económico son fuertes y la falta de coordinación afecta el resultado de las medidas. Existe una falta total de “sincronización” entre los ministros. Muy parecida a la que existía con Mauricio Macri. Este jueves por la noche Guzmán llegó a París. Y este viernes tendrá una cumbre con la secretaria del Tesoro de Francia. Odine Renaud Basso, a su vez, es la jefa del Club de París.

El último acuerdo lo concretó Kicillof: fue en un día, porque aceptó todo lo que querían los acreedores. También avaló un cambio contractual que engordó la deuda en US$ 3.300 millones. El contrato que firmó Kicillof continúa secreto y se presume que incluye cláusulas leoninas contra la Argentina. Ese aumento de la deuda que aceptó Cristina, habría beneficiado a bancos y grupos económicos privados. Macri –llamativamente– también ocultó el contenido del convenio.

Clarín confirmó en el Tesoro de Francia que la recepción a Guzmán será tranquila. Ya el ministro tuvo una amigable reunión en Alemania con su colega de Finanzas, Wolfgang Schmidt.

Pero Odine Renard Basso, en París, le dirá a Guzmán lo siguiente: está dispuesta a refinanciar las deudas, en el caso de que Argentina cierre con el FMI. Exactamente en los mismos términos del convenio con Washington. Guzmán transmitió al papa Francisco detalles de las delicadas negociaciones. El encuentro sirvió para ponerlo al tanto de los detalles de intrigas y peleas en el Gobierno. Fue un fuerte respaldo al ministro. Guzmán mantiene silencio. Pero en Buenos Aires admiten que el ministro le sugirió una gestión concreta: habría pedido a Francisco una intervención directa sobre su amigo Joe Biden, para aflojar la intransigencia de EE.UU. en el Fondo Monetario.

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