Los referentes de la Iglesia se enfocaron en trabajar en «la defensa del niño por nacer» y «los embarazos inesperados» en situaciones de pobreza
En el medio del debate por la despenalización del aborto, la Iglesia católica ratificó su postura en oposición y atribuyó el abordaje de la problemática a «la pobreza no resuelta«. En este sentido, impulsaron a los legisladores a «proponer leyes innovadoras que tutelen tanto la vida y los derechos de la madre como la vida y la dignidad del hijo».
Tras la asamblea plenaria del Episcopado, los obispos aludieron a «recetas de cuarenta años atrás» en referencia a la interrupción voluntaria del embarazo al tiempo que caracterizaron a «una Nación democrática, moderna y progresista» como una que «debe tener la capacidad, el ingenio y la creatividad, de buscar soluciones nuevas que resuelvan los problemas, sin necesidad de matar o ‘interrumpir’ vidas de seres humanos«.
En esta línea, focalizaron el abordaje del debate a «acompañar y ayudar a las mujeres que viven un embarazo inesperado, en malas condiciones» como la «desnutrición, diabete, otras dificultades obstétricas no controladas debidamente, situaciones de violencia» entre otras; realidades que concedieron a «la pobreza no resuelta».
Firmes en su posición, dirigieron la discusión a una que «permita dirigir la mirada de manera amplia a diversas situaciones que no deberíamos separar: la defensa del niño por nacer, el respeto a la mujer y el cuidado de su vida, el inmenso valor de la familia y la vida amenazada de tantos argentinos que se debaten en la pobreza y la miseria«.
Y alentaron a «defender los derechos humanos a tal punto» que no se le nieguen «a los más débiles y vulnerables»
«Nos duele que algo tan grande y esencial como defender la vida nos pueda enfrentar o dividir todavía más. Este momento histórico nos exige luchar codo a codo por los más frágiles de nuestra querida Argentina», dijeron los obispos, encabezados por el presidente del Episcopado, monseñor Oscar Ojea.
Pidieron, en consecuencia, evitar enfrentamientos y que «el debate nos encuentre preparados para un diálogo sincero y profundo que pueda responder a este drama, escuchar las distintas voces y las legítimas preocupaciones que atraviesan quienes no saben cómo actuar, sin descalificaciones, violencia ni agresiones«.
De esta manera, responsabilizaron a la sociedad y se autocriticaron como institución de no haber «hecho lo suficiente al respecto». «Tampoco hemos acompañado de la mejor manera a las mujeres que han abortado en medio de sufrimientos y límites, y padecen en soledad las consecuencias de esta decisión«, reconocieron.
Cerraron su exposición con las palabras de la reciente exhortación apostólica Gaudete et Exsultate del Papa Franciso: «La defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo. Pero igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria, el abandono, la postergación, la trata de personas, la eutanasia encubierta en los enfermos y ancianos privados de atención, las nuevas formas de esclavitud, y en toda forma de descarte».