Historia secreta del congelamiento de precios y los planes de Cristina y Macri para 2023

Massa hizo equilibrio entre la ira de Cristina y la desconfianza de los hombres de negocios. Kicillof, el favorito de la Vice y la frase de Macri: «Si me presento ganamos».


Por Marcelo Bonelli para Clarín.

A partir de hoy, y por cuatro meses, no habrá más precios libres en la economía argentina. Esa es la conclusión central de la tregua que Sergio Massa anuncia este viernes con un conjunto de 50 “multis” y empresas líderes. Entonces, los alimentos tendrán un tope: alzas mensuales del 4% hasta abril.

Se trata de un intento desesperado para frenar la inercia y que la inflación dé una tregua y baje -apenas- un escalón. La medida tuvo intensas negociaciones paralelas. Primero con los empresarios, pero la más fuerte fue la interna en el Gobierno. Cristina exigía un congelamiento directo de todos los productos y a los gritos lo argumenta. En el Senado repite constantemente: “Hay que golpear porque los empresarios quieren desestabilizarnos”.

La Vice inició la ofensiva hace un mes. Lo habló con Massa y utilizó como estilete a Axel Kicillof. El gobernador bonaerense es un enamorado de sus viejos fracasos. Desde que fue ministro adora la intervención pero la inflación no para de subir. El anticipo de Clarín sobre el proyecto de Cristina provocó un sacudón.

Massa en Washington desechó un congelamiento unilateral. En Buenos Aires, y a solas con Kicillof, fue mucho más directo: “Axel un congelamiento solo es pura paja”. Hubo una pelea. Una puja fuerte interna entre el plan de intervención directa de Cristina y la propuesta más racional de Massa. Por eso, Matías Tombolini igual recibió la orden de frenar los precios.

Massa utilizó el camino del medio. Una tregua pactada y eludir un congelamiento unilateral para evitar la reacción adversa de los hombres de negocios. Nadie se lo hubiera bancado. Así sale este plan híbrido contra la remarcación. Incluye la dureza de Axel y la racionalidad de Massa.

La estrategia ya fue varias veces utilizada: maniatar los precios no evita la olla presión de la inflación. Hace unos años, el índice de precios estaba en el 2% mensual y ahora, en el 6,5%. La Vice está contenta con la propuesta. Salva su relato porque incluye sus viejas y fracasadas ideas intervencionistas.

Tombolini se las vio en figurillas. Los jerarcas de las “multi” tuvieron una reacción inicial negativa. El propio secretario tuvo que apartarse algunas veces de las negociaciones para que participe Massa directamente. Tombolini tuvo dos argumentos fuertes para torcer a los intransigentes. “Macho –afirmó– mirá que el que viene atrás mío es mucho peor”.

Así, el secretario de Comercio amenazó con el “cuco” de Cristina y Kicillof. También utilizó otro argumento polémico. Acusó a las “multi” de tener un colchón de precios, que les permite cumplir –en estos cuatro meses– la tregua sin sobresaltos. Primero, la COPAL de Daniel Funes de Rioja estuvo en guerra. Los líderes empresarios redactaron un lapidario borrador de documento.

Pero una hermética negociación entre Funes y Massa lo desbarató. Este viernes Funes se tuvo que “comer el sapo” de recibir en la Conferencia Industrial al secretario de Industria.

Ambos, hace un año, pugnaron por la UIA. “Isidorito” –asi le dicen a Funes– bloqueó el acceso del ahora secretario de Industria. Después, el “Vasco” De Mendiguren contragolpeó: “Funes no distingue un bulón de una rosca”. Los “capos” de las multi no creen que la Casa Rosada cumpla los compromisos asumidos en el acuerdo. Lo repiten en las reuniones de COPAL. En otras palabras, las “multis” apoyan un plan de precios cuyos resultados son dudosos. Los “jerarcas” dudan por las exiguas reservas. Hay un sinfín de versiones y dudas de todo tipo en el mercado.

Las preguntas inquietan en las mesas de dinero: ¿alcanzan los dólares para llegar al otoño? ¿Estamos en las puertas de una nueva corrida? El “dólar soja” recompuso mínimamente el tanque del BCRA. Pero desde octubre no paran de salir billetes y la sequía pega un mazazo: ya habrá U$S 2.500 millones menos de trigo.

Massa contragolpeó. Fue en una reunión de íntimos: “Es mentira, no habrá devaluación, no hay corrida”. Y concluyó: “Otra vez los especuladores van a quedar culo para arriba”. Miguel Pesce volvió a evaluar un “dólar soja II”. Quieren captar U$S 3.500 millones. Lisandro Cleri, el vice del BCRA, habló con cerealeras.

La pelea política

Existe un problema político: Cristina y Máximo, por sus dogmas, no quieren otorgar ningún beneficio a las cerealeras. Máximo exclama: “Ya me arrodillé frente a la patria sojera”. El temor radica también en la irresponsabilidad política del Frente de Todos. Cristina, Máximo y el propio Alberto se volvieron a enfrascar en una “pública” y terrible pelea.

La cuestión tensiona la gobernabilidad. El último ataque de la Vice y Máximo en el otoño derivó en la lacerante corrida cambiaria de julio. Este viernes, Alberto aprovechó la lejanía de París para reflexionar sobre el jefe de La Cámpora: “Yo no entiendo lo que busca. Me ataca como un pibe caprichoso. Queda como un loquito”. Y remató: “Tendría que aprender de su papá, de Néstor”.

Pero Alberto sabe al detalle lo que buscan ambos, ponerlo de rodillas y abortar su quimérico deseo de ir por la reelección. En su intimidad la Vice tiene un “plan político 2023”. Se elaboró con Máximo y Kicillof. Pero ese programa electoral incluye una primer e insólita estrategia de Cristina: “diferenciarse” de Alberto.

Una tarea ciclópea, y casi psicótica. Alberto es presidente por decisión de Cristina. La Vice, en un segundo paso, quiere recuperar centralidad y acumular todo el poder para ser la única electora en abril. Busca el “dedazo”, que tantos sinsabores le dio a la Argentina. En principio, ella no sería candidata.

Salvo que Massa logre la quimera de bajar la inflación a 3%, Kicillof es ahora el candidato de Cristina. La Vice lo acompañaría. Tiene otras dos opciones. Una, ir de candidata a senadora en Buenos Aires. Pero evalúa la peor si la debacle electoral se avecina y podría ser primera candidata en la lista de Diputados y sí asegurarse los fueros futuros, como ocurrió con Carlos Menem.

Las elucubraciones suenan extrañas en medio de los serios problemas. El ministro Massa envió una señal a la interna oficial. Se especula que la versión sobre su candidatura al BID habría formado parte de esas intrigas.

En La Cámpora dicen que fue una maniobra de Massa. Un plan minúsculo para posicionarse. Pero desconocen totalmente cómo se mueve el Congreso de EE.UU. El “círculo rojo” afirma que la filtración buscó otro objetivo: un mensaje de Washington contra los desvaríos y peleas en Buenos Aires que complican el precario plan económico.

Massa frenó la cuestión: este viernes termina el plazo para las postulaciones y este jueves por la noche era seguro que Argentina candidateará a Cecilia Todesca. La cúpula de Juntos acusó y dijo que Massa prepara un “plan bomba”. Usaron ese “gambito” para evitar hablar de su interna. La pelea, es cierto, tuvo paños fríos. Nadie se junta a desayunar para romper. Pero no ordenó las cosas. Mauricio Macri tuvo que salir de su búnker. El ex presidente tiene unas impactantes oficinas en Olivos frente al río con varias salas de reuniones, oficinas de trabajo y gabinetes de estudio.

Miguel Pichetto estuvo allí hace una semana con algunos referentes. A la hora de la despedida uno lo encaró al ex presidente: “Estas oficinas se parecen más a un candidato a Presidente, que a un ex presidente”. Macri sonrió. Después lanzó una carcajada. Y dijo: “Lo voy a decidir con el corazón. Si me presento ganamos”.

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