“Es ministro de este gobierno. Acata y sigue”, afirmaron cerca del Presidente; había rechazado la restricción a las clases presenciales.
Por Jaime Rosemberg para La Nación.
“Le torcieron el brazo. A él y a (Carla) Vizzotti”. La definición, en la que coinciden dos funcionarios de Alberto Fernández, explica la complicada situación política en la que quedó el ministro de Educación, Nicolás Trotta, que había sido defensor de la presencialidad en las escuelas, suspendida por el propio Presidente por 14 días a partir del lunes próximo.
“Es ministro de este gobierno. Acata y sigue adelante”, contestaron a LA NACION muy cerca del Presidente, relativizando el desgaste y las duras críticas que el ministro viene recibiendo, luego de reiterar que su idea era “sostener todo lo que se pueda” la presencialidad en base a estadísticas oficiales que marcan la baja cantidad de contagios: 0, 12 por ciento en los estudiantes, 0, 79 en el personal docente, hasta la semana pasada.
El propio Presidente reconoció que el cierre de las escuelas se “discutió” con el ministro. “Yo mismo he tenido discusiones dentro de mi mismo equipo, porque el ministro de Educación creía que había que tratar de insistir un poco más con las clases presenciales”, dijo ayer Fernández a Radio 10.
Se impuso, según la Casa Rosada, el criterio del contagio en el “entorno” de la escuela, sostenido desde el gobierno bonaerense de Axel Kicillof, y apoyado por los gremios docentes de claro alineamiento kirchnerista, tanto en la provincia como en la ciudad de Buenos Aires.
“Las clases presenciales no son las clases presenciales solamente. En el horario de salida las madres se agolpan frente a las puertas y de ese modo el contagio se hace más fácil, los chicos juegan entre sí cambiándose los barbijos. Yo escucho a todos, he hablado con maestros de escuelas con chicos con capacidades diferentes y se les hace todo muy difícil porque no entienden la dimensión del problema sanitario que enfrentan”, abundó el primer mandatario en el mismo reportaje.
Luego de soportar durante semanas los embates directos de los gremios, y mientras circulan los rumores sobre una presunta renuncia-el Presidente quiere que Trotta siga en su cargo, afirmaron cerca del primer mandatario. Trotta debe enfrentar ahora el enojo opositor, incluido un pedido de juicio político.
“Vamos a presentar un pedido de Juicio Político al ministro de Educación @trottanico por su mal desempeño en garantizar el derecho a la educación”, escribió en su cuenta de la red social Twitter el presidente de la CC-ARI, Maximiliano Ferraro. En diálogo con LA NACION, Ferraro afirmó que el “mal desempeño, causales pedagógicas, incumplimiento de la responsabilidad primaria y ceder la política educativa a gremios”, son causales de ese pedido. “Pedirle la renuncia sería dejarlo sin culpa y cargo por sus acciones y omisiones”, destacó el diputado del partido de Elisa Carrió.
Los datos hablan por sí solos. #NoCierrenLasEscuelas pic.twitter.com/Plt2i7XIOK
— maxi ferraro (@maxiferraro) April 15, 2021
En el Gobierno destacaban que la decisión “fue exclusiva del Presidente y rige solo para el AMBA, el resto sigue sin cambios”.
El desafío gremial
Algunos gobiernos, como los de Jujuy y Santa Fe, ratificaron que las clases siguen en sus territorios. Fuera de micrófono, desde el oficialismo apuntaron al paro docente que la CTERA, UTE (en CABA) y la CTA llevaron adelante ayer, con el lema “la vida y la salud son prioridad”. Eduardo López, referente de la UTE, insiste desde el año pasado en que Trotta “se entiende mejor con Soledad Acuña (ministra de Educación de la ciudad, que tiene como bandera las clases presenciales) que con Adriana Puiggrós”, en referencia a la ex viceministra, alineada con los gremios y hoy parte del consejo asesor del Presidente.
Sin reponerse de la sorpresa, Acuña envió un chat al whatsapp de Trotta mientras se enteraba, en vivo y por televisión, de la suspensión de clases por dos semanas. “Le clavó el visto”, contaron desde el gobierno porteño, aunque la ministra de Educación porteña no ocultaba su enojo con Trotta, luego de que el ministro -en un plenario de cuatro horas del Consejo Federal de Educación, el mismo miércoles- asegurara que las clases presenciales no corrían riesgo alguno.
No sólo Trotta quedó en offside con su apuesta. También la ministra de Salud, Carla Vizzotti, quien horas antes del anuncio afirmaba que “los contagios no están en las fábricas y las escuelas” y su par de Transporte, Mario Meoni, quien calculaba que el movimiento extra que producían las escuelas abiertas en el transporte público (unas 300 a 400.000 personas diarias) no era justificativo para cerrar. “Los ministros tenemos que entender la situación, las medidas eran necesarias”, corrigió Meoni cuando la decisión ya estaba tomada.