Desde la cárcel de Ezeiza, el condenado por el crimen de Ángeles Rawson habló con Infobae.
Desde la cárcel de Ezeiza, condenado por el crimen de Ángeles Rawson, el portero Jorge Mangeri dio su versión sobre la investigación. Insiste en su inocencia y habla, por primera vez, de la familia de la víctima, del accionar del ex secretario de Seguridad, Sergio Berni, de la Justicia y de su abogado defensor, el mediático Miguel Ángel Pierri. Concluye: «La sentencia fue lo mejor para todos, menos para mí».
–¿Usted asesinó a Ángeles Rawson?
–No soy un asesino. No soy un violador. Cuando ocurrió este aberrante crimen tenía 46 años de buenas costumbres, jamás tuve un problema con la ley, no cometí un delito ni pisé una comisaría. El único problema que tuve fue una infracción de tránsito. No haré una apología de 46 años de buenas costumbres, de mi familia, de los 11 años que viví en ese edificio, simplemente quiero dar detalles de lo que pasó.
–¿Qué pasó?
–En el edificio –Emilio Ravignani 2360, barrio de Palermo– había chicas de la misma edad de la víctima. Yo trabajaba en el de enfrente, altura 2337, chicas de la misma edad, que vivían solas, estudiantes. Estuve 11 años parado en la puerta del edificio y la cantidad de mujeres impresionantes que han pasado por esa puerta del edificio… Nadie puede decir nada de mí.
La entrada del edificio donde Mangeri mató a Ángeles Rawson. Ahora hay cámaras y un reflector de exterior (Adrián Escandar)
–Recuerdo que estaba en la puerta de los tribunales cuando dijeron que Mangeri se había declarado culpable. ¿Cómo ocurrió realmente?
–Eso es una mentira. De todas las situaciones ilegales dentro de la fiscalía –que en ese momento no lo sabía, ya que no conocía lo que era una fiscalía– hice lo que me dijeron que haga. Eso fue uno. Me empecé a dar cuenta de las irregularidades que hubo esa noche, hay que contarlo en algún momento.
–¿Qué pasó esa noche?
–El ADN lo plantaron. El servicio de huellas digitales genético de la Nación hizo las cosas mal y se comprobó en el juicio. Si sólo digo eso, la gente dirá que estoy loco. Estuve (consta en la foja 501) con la fiscal María Paula Asaro y me imputó por un delito. Me quedé desde las 12 de la noche hasta las 5 y media de la madrugada que quedé detenido ilegalmente. Está en la causa. En ese período, fui sometido por el subcomisario de homicidios de la PFA, Martín de Cristóbal, a cobardes amedrentamientos dentro de la fiscalía, apretándome, torturándome psicológicamente durante dos horas.
–¿Qué le decían?
–Que yo me tenía que «hacer cargo», que la había matado, que la había violado, que si no me declaraba culpable mi esposa sería detenida porque había mentido. Me habló mal de la víctima. Me decía que quizá era una provocadora: «Yo sé cómo son las chicas, son calientapava» y «decí que fue un accidente» porque «se te fue la mano». Me decía que dijera que le pegué una piña.
–¿Cómo era su relación con Sergio Opatowski?
–Normal. Yo era un empleado del edificio, estaba parado de las cinco de la tarde a las ocho de la noche, turno tarde, una relación que entraba y nos saludábamos. No hay relación íntima con los propietarios más allá de que me contaban cuando se iban de vacaciones para que me fijara por el departamento. En un momento me dieron las llaves, les daba de comer a los gatos. A veces venía la desinfección y entrábamos al departamento.
–¿Pero se declaró culpable esa madrugada?
–A las 5:20 de la madrugada, el subcomisario De Cristóbal me dice que iba a llamar a la fiscal para que admita que la había matado. Le dije que yo no iba a decir nada de eso. La llamó y vino Asaro que me preguntó qué tenía para decirle. El subcomisario me dice: «Decile lo que me dijiste». Le respondí que no le había dicho y le pedí hablar a solas con la fiscal. Ella se negó y pidió que hablase delante de todos.
–¿Ya estaba presente su abogado defensor?
–Yo estaba solo. Por eso espero que hayan leído el informe que les envié. Yo era un testigo, no estaba imputado todavía. Si era testigo, no tenían por qué allanarme la casa a las nueve de la noche. Violaron todas las garantías y derechos constitucionales. Ahí me di cuenta de que la fiscal era parte de ese juego perverso. Que el asesino era yo y el delito me lo tenían que poner a mí. Estaba todo armado desde la fiscalía, para que saliera esa noche como responsable del hecho. Cualquier cosa que hubiese dicho esa noche les venía bien para imputarme del crimen.
–Viéndolo a la distancia, ¿por qué lo eligieron a usted, suponiendo que haya sido, realmente, inocente? ¿Por qué el ensañamiento?
–Fue lo mejor para todos. Menos para mí.
–¿Por qué? ¿Usted tiene una hipótesis –a su entender- de quiénes fueron los reales asesinos de Ángeles Rawson?
–No. Tengo 6 o 7 hipótesis. Hablando con otros presos, me dicen que fue fulanito de tal. Que puede ser esa hipótesis, puede ser. Acá hay un montón de cosas raras. Hay cosas que tienen que ver con el origen, aunque hayan querido justificar que fue una violación… Eso es mentira. No hubo violación. La nena no fue violada y no hubo intento de violación. Eso es una conjunción para determinar un móvil, una causa y un proceso.
–Usted no tiene hijos, ¿por qué?
–Hace siete años le detectaron un cáncer de tiroides a mi esposa. No quedaba embarazada y estuvimos un año intentando tener chicos y no pudimos. En la obra social nos hicieron distintos estudios y nos terminaron derivando a otro lugar para intentar inseminación artificial. Pasaron unos meses, mi esposa testaruda fue al Hospital Durand, le detectaron un ganglio y le detectaron cáncer de tiroides que creemos que por eso no quedaba embarazada.
–¿Por qué cree que se publicaron fotos suyas vestido de mujer?
–Como no cierra nada, instalaron que era un pervertido. Cuando detienen a alguien, sale que tiene antecedentes; como no tenía nada, había que inventar algo. Un pseudoperiodista llegó a decir que golpeaba a mi esposa. Habría que preguntarle al que lo publicó. Fue una cuestión para ensuciarme. Un abogado –lo tengo grabado– dijo que yo era un pervertido porque estaba disfrazado de mujer. Dijo textual: «Lo expuse con esa foto a Mangeri». Esa foto la robaron del Facebook de mi esposa, esa foto vestido de mujer, es una fiesta de disfraces. Tengo más. Íbamos a fiestas y uno se disfraza de mujer, ¿de qué te vas a disfrazar?
–¿Qué se enteró después de la fiscal María Paula Asaro?
–Junto con el juez conocido Luis Yrimia, estaba en el Juzgado Nº 30 y la fiscal de instrucción era María Paula Asaro. En una causa, fueron apartados y luego desplazados por mal desempeño de sus funciones, hicieron desaparecer pruebas, desviaron la investigación, plantaron testigos falsos, destrucción de fojas y prevaricato. O sea, dictaron una resolución judicial sabiendo que era injusta. En esa ocasión, Asaro hizo lo mismo que en mi caso. Esos son antecedentes. La fiscal que armó esta causa tenía antecedentes.
–¿Se conocían Opatowski y Sergio Berni, ex secretario de Seguridad durante el gobierno de Cristina Kirchner?
–No tengo esa información, pero me llama la atención que haya estado dos horas en la casa de la víctima. Aclaro que utilizo el término de víctima, no en forma despectiva, sino que, cuando la nombré por su nombre en el juicio, mucha gente se puso mal. Entonces para que no haya ningún tipo de mala interpretación utilizo la palabra víctima. Berni les alquiló un hotel a la familia por 15 días. Perfecto que lo haga, pero ¿cuántos casos iguales hubo? ¿Le dieron esa posibilidad a la madre de Melina? ¿En cuántos casos así intervino Sergio Berni? ¿Por qué en este caso sí y en los otros 350 casos no actuó de la misma manera?
–¿Usted vio el programa en el que el hijo de su ex abogado Miguel Ángel Pierri dijo que usted era el asesino? ¿Estuvo armado?
–Pierri era íntimo amigo de Leo Rosenwasser. No sé si está armado. Lo fundamental es lo que dijo el hijo de Pierri. Dijo: «Boludo, la mató él»; eso fue porque los medios, la policía, los jueces y la fiscal decían eso. Fernando Carrera fue asesino hasta que la Corte Suprema lo absolvió. No he visto ningún periodista diciendo «era inocente y nos equivocamos». Cuando se me iba a dictar sentencia, un canal de noticias armó una encuesta sobre mí, y un estúpido dijo «hay que condenarlo porque hay un millón de pruebas en su contra». Pero en el juicio no hubo una sola prueba. La única fue el ADN.
–¿Cómo tomó usted que el padrino de bodas del casamiento de su ex abogado fuera Sergio Berni?
–Hubo un arreglo tácito ente los abogados, los jueces y la fiscalía. Eso existe con los juicios abreviados y te reducen la pena si te declarás culpable. No sé de dónde viene la amistad, pero me llama la atención que la defensa que tenía –Pierri- defenestraba el trabajo de la fiscal, lo corroboró pero nunca la denunció.
–¿Usted cuánto le pagaba a Pierri?
–Hasta el día de hoy nunca pagué un peso.
–¿Por qué se acercaron a usted? ¿Por una cuestión mediática?
–En su momento a Pierri le servía utilizarme a mí. Pero vinieron un millón de abogados a verme. Hubo uno -se refiere a Juan José Ferrari- que habló con mi esposa que ya sabía que estaba implicada la política y la policía en mi causa. En ese momento, pensé que estaba loco. Tenía razón. Habló con mi esposa una hora; cuando le comunicó que tenía abogado defensor, fue a la televisión a decir que era un asesino. Si me venía a defender sabiendo que era un asesino, es un mal tipo. Y si sabe de mi inocencia y después dice que era un asesino, es un mentiroso. (Ferrari fue consultado y admitió la conversación con el entorno del portero. Según él, la causa era política por las relaciones de la familia de la víctima con militares. Relató los resultados de la autopsia, testigos y datos de la causa que confirmaron que, según la Justicia, Mangeri era el culpable).
–¿Le dio alguna especificación más a su esposa?
–Insisto. No cabe la menor duda de la exagerada intervención de Berni y de su segunda, Cristina Camaño. Ella llamó al juez y le dijo que estaba en desacuerdo con mi detención, que cuando me colgasen dentro de una celda, el crimen quedaría impune. Ella presentó un testigo en la fiscalía que involucraba a un familiar de la víctima. Después Camaño tuvo que darle explicaciones. Dijo que sabía que la policía me había golpeado y después dijo que no sabía, que le contaron, que lo vio por televisión.
Estaba la política en el medio. Berni estuvo en la autopsia, se reunió con el juez de instrucción, en el CEAMSE, se reunió con la familia de la víctima… ¿Qué relación había? La intromisión del Poder Ejecutivo en mi causa es similar al asesinato de Nisman. En el departamento del fiscal muerto estuvo Berni y el comisario inspector, Rodolfo Gutiérrez, que me allanó de forma ilegal mientras estaba haciendo la declaración testimonial. Los dos son claves en mi causa y aparecen en la de Nisman.
–¿A su familia la amenazaron?
–Mi cuñado fue amenazado de muerte, mi esposa también. Fui amenazado y torturado por personal policial.
–¿Qué le decían en las amenazas?
–A mi cuñado le decían que no hablara más, que se callara la boca, y él hizo la denuncia en la fiscalía de la provincia de Buenos Aires. «Callate que van a terminar todos muertos».
–¿Usted volvió a tener contacto con la madre de Ángeles?
–No. La última vez que la vi fue cuando entraba a la fiscalía. Pero después de lo que declaró en juicio, realmente no tengo interés.
–¿Por qué?
–En el juicio mintió la madre de la víctima.
–¿En qué puntos mintió?
–Mintió en el juicio. Pero me quedo con lo que declaró el señor Opatowski que dijo que el martes –la víctima desapareció el lunes y supuestamente falleció ese día- me vio en el edificio cuando le di el pésame a la madre, que yo tenía heridas en la cara. Se le preguntó y respondió que «eran exactamente las mismas heridas que cuando lo vi entrar en fiscalía». Dijo que tenía la cara quemada el día martes. Hay 20 testigos que me vieron el viernes que no tenía nada en la cara, las filmaciones cuando allanan el edificio el día miércoles y tenía la cara limpia, las filmaciones entrando y saliendo de la clínica el viernes después del mediodía, entonces es imposible que tuviese eso el martes pasado. Eso fue una estúpida y burda mentira que habría que preguntarle a Opatowski por qué mintió, encima bajo juramento. Tendría que haberse aplicado el artículo 275 del Código Procesal Penal. El tribunal omitió ese delito que se produjo delante de sus ojos. Esa mentira fue acusatoria e incriminatoria.
–¿Por qué mintió?
–Si una persona es víctima de un delito, no irá a mentir en el juicio sino que buscará determinar la verdad de los hechos. Imagino que la familia quería saber la verdad.
–¿Usted cree que la familia de Ángeles sabía más de lo que pasó con ella?
–Y… Habría que revisar primero el informe de la autopsia. Hay algo que nunca se dijo y que nadie quiere contar pero que está.
–¿Qué dato está en la autopsia?
–Es grave. Averígüelo. Yo no lo voy a decir. Los médicos, abogados, jueces y fiscales lo saben. El subcomisario Ricardo Yuri hace mención a ese hecho. No lo voy a decir yo. Algo que tiene que ver con la revisión del cuerpo, la anatomía de la nena, todo el mundo sabe, no es fácil.
–¿Opatowski trabajaba en la financiera SGI, conocida como La Rosadita?
–No lo sé. Me llegaron mil versiones. Cincuenta mil cosas me contaron y me dijeron, que es conocido de tal o cual. Hay evidencias de que hubo cosas raras, pero no hablaré de cosas subjetivas. Hablo de hechos documentados y no me explayaré sobre lo que no sé. ¿Por qué la madre de la víctima tiene un cargo en el gobierno si hay 400 madres víctimas que ni siquiera esclareció su caso y no se le dio esa posibilidad?
–¿De qué vivía Opatowski?
–No tengo la menor idea. No trabajaba, vivía en el departamento. Nunca salió a trabajar.
–¿Al hijo de Opatowski lo conoció?
–Sí. Sí. Era un trato normal, se iban al colegio, hacían las compras, nada más. No puedo dar aspectos de la familia porque no conocía la convivencia ni cómo se llevaban. Parecían una familia normal. Después de las declaraciones en el juicio me quedan dudas de muchas cosas, testimonios y mentiras que en algún momento tendrán que responder o no.
–Otro de los puntos condenatorios en la opinión pública que se mencionó es que había intentado seducir a otra vecina o compañera de trabajo, ¿lo recuerda?
–No lo recuerdo porque no piropeé. Una supuesta empleada del departamento del piso 2B, Elsa González y Ángel Montanari. Tuve una licencia médica por cinco meses y pidieron un reemplazo de una mujer que sería la denunciante porque no tiene nombre. Dicen que la acosaba pero ni me acuerdo el nombre. Esta persona me hizo la suplencia cuando estaba con licencia médica, la echaron a los dos meses porque no cumplía con su trabajo y, según la presidenta del consorcio, la encontraron tomando mate con hombres en el edificio. Por eso la echan e ingresa otra persona a reemplazarme por 3 meses. Esa persona despedida empieza a trabajar en el departamento 2B. El matrimonio dijo que la empleada renuncia porque yo la acosaba, Elsa González –propietaria- dijo que «renunció porque Jorge la acosaba». ¿Qué pasó? Esta mujer se va por el departamento cuando estaba con licencia vacacional. Dicho por mi reemplazante, esta mujer se va porque la propietaria González denuncia que la mujer le había robado. Después cambian su relato en el juicio. Ya tenía antecedentes de robar cosas del edificio como cerámica y otros elementos del sótano.
–¿Por qué Pierri no quiso denunciar los apremios ilegales de la policía?
–No quería entrometer a la policía en el caso. Me dijo: «No involucremos a la policía».
–¿Por qué no se defendió en los medios? ¿Por qué no contó su verdad?
–Acá adentro tengo prohibido hablar con los medios. Tuve una sola llamada a través de Pierri, que me pidió que hablara cinco minutos con un pseudoperiodista –se trata de Mauro Viale- por amiguismo, negocio o dinero me obligó el doctor a hablar con él. No quería hablar porque no le creo nada a ese periodista pero tuve que hacer el acting de que era el mejor periodista porque el abogado defensor me dijo que hiciera eso. Por ese motivo, me sancionaron. Ustedes, ¿hacen cuánto tiempo están tratando de venir a visitarme? No los dejan. Hoy ya no me importa que me sancionen. Esto tiene que ver con la libertad. Yo quiero hablar. Quiero hablar sobre las irregularidades y pruebas concretas, todo esto que les pasé en el informe, se sigue haciendo en la Argentina. Hay peritos que plantan pruebas. El verdadero estado de derecho no existe en este país. Es una mentira.
Por Luis Gasulla y Julieta Elgul. Exclusiva de Infobae.