Los dos frigoríficos más importantes del país son investigados por la Justicia, acusados de vender productos adulterados.
La crisis de la “Carne Débil” en Brasil empezó el viernes último por la mañana cuando más de 1.000 policías, bajo el comando del comisario Mauricio Moscardi Grillo, allanaron más de 20 establecimientos frigoríficos acusados de adulterar carnes bovinas, aves y embutidos.
En ese operativo secuestraron documentación y detuvieron 33 personas, entre fiscales del sistema sanitario brasileño y ejecutivos de empresas frigoríficas. Entre viernes y sábado el Palacio del Planalto parecía no registrar la verdadera dimensión del nuevo escándalo.
Recién el domingo y hoy tuvieron una noción exacta de lo que está en juego: la Unión Europea, China, Corea del Sur y Chile, se apresuraron a decretar un embargo de las carnes brasileñas. No son precisamente mercados ocasionales: entre los tres primeros se llevan 27% de todas las exportaciones cárnicas de este país. Esto incluye aves, carnes bovinas, cerdo y embutido. Y sus ventas al exterior representan nada menos que 4.000 millones de dólares anuales para la economía brasileña.