En plena clase, por separar a dos alumnos, sufrió la agresión de uno de ellos. «Perdí mi vocación», asegura ella ahora.
Julieta Petrolo era una maestra de Santa Elena, Entre Ríos, hoy atemorizada por lo ocurrido, intenta ser atendida en una clínica de Paraná. La ART no quiere hacerse cargo de su atención y recurrió a las redes sociales para intentar difundir lo ocurrido, recibió el apoyo de la gente, pero entiende que el Estado la abandonó.
El 25 de abril, en el aula, quiso defender a un chico de 10 años que estaba siendo ahorcado por otro, mayor, contra el suelo. Ahí fue cuando recibió los brutales golpes del adolescente, de unos 13 años. Fueron dos golpes en el hombro según informó que le produjeron problemas cervicales y casi la pérdida de la visión en un ojo.
«La ART no se está haciendo cargo de nada. Yo soy suplente hasta el 26 de junio. Me mandan las recetas y debajo me ponen ‘no corresponde’. No sé por qué no corresponde, por eso vine a Paraná para que me digan», señala la mujer en una entrevista telefónica con el canal TN.
Su carta en Facebook expresa lo siguiente:
«Un 25 de abril de 2017, yo perdí mi vocación. En una escuela llena de dolor, en un aula carente de límites, en un aula que no era la mía, vi la violencia y no la soporté… tuve que contenerla. La ira de un alumno hacia otro destruía poco a poco su frágil cuerpito. Como soy intolerante al maltrato, decidí intervenir. El resultado fue un cambio de rumbo de su cólera, ahora su punto de alivio era YO. No me defendí, me dejé golpear, era preferible mi cuerpo enorme a ese cuerpo frágil»