Febriles tratativas por la deuda con los “lobos” de Wall Street

La negociación estaba empantanada. A última hora del jueves, dos grandes grupos de bonistas realizaron una nueva propuesta. Aunque las diferencias persisten, nadie quiere romper y ambas partes hablan de un acuerdo.


Por Marcelo Bonelli para Clarín.

La negociación de la deuda externa se encontraba virtualmente “empantanada”, pero a última hora del jueves por la noche dos grandes grupos de bonistas desbloquearon la situación. El último fin de semana hubo un acercamiento entre Martín Guzmán​ y los “lobos” de Wall Street. Pero las diferencias persisten y son importantes: en los últimos días se estancó la conversación y el ministro –aún- no pudo cumplir con la orden del Presidente de cerrar un acuerdo. La pelea entre ambos se mide en millones de billetes: unos 6.000 millones de dólares.

Este jueves, fuentes del Palacio de Hacienda confirmaron lo siguiente: ambos bandos habían endurecido sus posiciones en las últimas 24 horas y se volvió a abrir un interrogante sobre el cierre del convenio. De todos modos, nadie quiere romper y todos apuestan a un final feliz. A última hora se conoció la oferta de dos importantes grupos acreedores, que acercaron su propuesta a la de Economía. El ministro Guzmán salió a poner paños fríos y relativizar la propuesta: “Nos hemos acercado, pero a la vez hay un camino importante por recorrer”. Habían vuelto viejos y mutuos reproches. Guzmán acusaba de “insaciables” a los tiburones de Manhattan y repetía su axioma predilecto: habrá acuerdo “si hay sustentabilidad de la deuda”.

Los bonistas insisten en que las reuniones con el ministro “son frustrantes” porque no se le entiende qué busca. Dicen que manifiesta su intención de acordar, pero que no lleva adelante las medidas para cerrar el acuerdo.

En Wall Street lo acusan de utilizar a la Argentina de “conejillo de Indias” para probar -con Joseph Stiglitz​- las teorías elucubradas en Columbia. En verdad los “lobos” de Wall Street quieren que Guzmán vuelva a mejorar la oferta y que la Argentina acepte pagar un valor presente arriba del 50% de la deuda. Este jueves reclamaban 54%.

Como anticipó Clarín, el ministro ya hizo una contrapropuesta que mejora sustancialmente el pago. Ofreció el último fin de semana un 45%, una cifra mayor a la inicial –que fracasó– del 8 de mayo. El ministro transmitió el jueves a la Quinta de Olivos que ese plan de pago tenía ya una aceptación del 40% de los fondos de inversión. La adhesión la encabeza David Martínez de Fintech y el Ceo de Greylock, Hans Humes. También el fondo Pimco.

El jueves a la noche, ya se hablaba de una inminente prórroga en el plazo para negociar. Está previsto que finalice el lunes próximo y –usando un artilugio– podría extenderse al 12 de junio. Guzmán le pidió a los banqueros otra nueva contra-propuesta.

Los banqueros dicen que ya no van a ceder y pretenden una intervención política directa de Alberto Fernández​.

Wall Street intenta desautorizar la dureza de Guzmán y utilizan canales políticos directos para llegar a la Quinta de Olivos. Son Gustavo Béliz, Sergio Massa y hasta Cecilia Todesca.

El propio Guzmán abrió esa puerta cuando el fin de semana retomó las negociaciones con los bonistas. Guzmán cometió un sincericidio y comenzó así la conversación: «No estoy acá porque quiera. Estoy por una decisión política del Gobierno argentino».

Fue después de que el Presidente diera la instrucción de avanzar en un convenio potable. En la Casa Rosada tienen temor de que un default profundo complique aún más una economía que esta entrando en la depresión.

También preocupa la evolución de un rebelde dólar, que en el último mes saltó por encima de los 100. La instrucción de Fernández a Guzmán fue la siguiente: “No quiero default. Hay que mejorar la oferta”.

Algunos, en el Frente de Todos, le cuestionan al ministro haber perdido un trimestre y ahora tener que negociar –en peores condiciones- sin tiempo contra reloj.

Así, la estrategia inicial de Guzmán tuvo un giro copernicano. Modificó las ideas que al inicio de la pandemia expuso en Olivos.

Guzmán había propuesto estirar las negociaciones al máximo y esperar que la crisis financiera internacional por el Covid-19 obligue a un replanteo global y a que los bancos sean más condescendientes con múltiples naciones en default. Afirmaba que ese marco beneficiaría a la Argentina.

También la estrategia obedece a otra creencia de Guzmán: admite que aún acordando ahora, Argentina no tendrá acceso al crédito internacional porque hay una larga lista de países que saldrán al mercado para reconstruir sus economías. La nómina incluye a 30 naciones y la encabezan Alemania, Canadá e Italia y termina con Mongolia, Pero por decisión del Presidente, el ministro aggiornó esa estrategia. Guzmán buscó apoyo –el miércoles- en los máximos hombres de negocios de Argentina. El encuentro fue organizado por Miguel Galuccio y Rodrigo Zarazaga. Frente al establishment, el ministro transmitió un mensaje beligerante hacia los “lobos” de Wall Street. Estuvieron Paolo Rocca, Luis Pagani y Enrique Cristofani.

Guzmán les remarcó: “No vamos a patear el problema para adelante y vamos a ser firmes”.

Los hombres de negocios fueron constructivos y diplomáticos. Pero lo invitaron a flexibilizar sus creencias catedráticas. Para los grandes holdings, una cesación de pagos del Estado impedirá que accedan al mercado internacional para financiar sus inversiones.

Los “popes” insistieron en la necesidad de “acercar las posiciones” y transmitieron un mensaje político claro: “Hay que acelerar un acuerdo, porque lo que está en juego es algo mucho más importante que los millones de dólares que separan las propuestas”.

En igual dirección habría operado con total hermetismo la cúpula del Fondo Monetario. Un vocero del FMI transmitió que un funcionario de Washington mantuvo conversaciones secretas con Guzmán y Wall Street.

El emisario habría sido directo: Argentina no debe permitir que por detalles técnicos se caiga toda la negociación.

Dicen que el vocero minimizó un argumento que usa Guzmán para trabar la conversación: desacreditó la importancia del memo técnico que elaboraron el 20 de marzo funcionarios de cuarto nivel del FMI. Ese paper establece restricciones para hacer un acuerdo y lo utiliza Guzmán como si fuera su Biblia.

Este jueves, se reunió el board del FMI. Ahí estuvo Sergio Chodos. En Economía dijeron: el FMI siempre trabajó para que haya un acuerdo.

Cristina sigue de cerca la negociación: avala a Guzmán. La vicepresidenta sigue machacando con antiguas batallas y resentimientos contra hombres de negocios. Su obsesión por luchar contra fantasmas la hizo equivocar, en un duro reclamo que le hizo al propio Presidente. Cometió un blooper: Cristina objetó que el Estado facilite a grandes holdings el pago de salarios con créditos a tasa subsidiada. Las firmas pidieron ayuda -que otorgó la Casa Rosada- a causa del desplome económico.

La vicepresidenta armó toda una teoría conspirativa: acusó a varios funcionarios y decía que las compañías usaban el dinero del Estado para comprar y fugar los dólares.

El Instituto Patria concentró los reproches en Santiago Cafiero. Existe una obsesión de La Cámpora contra el jefe de Gabinete. Pero el complot que imaginó Cristina se desvaneció frente a la propia estadística oficial: solo el 2 % de los créditos a tasa subsidiada fueron a firmas grandes. La cuestión también se mezcló con la inadmisible difusión de datos reservados y privados, para escrachar a empresas y voces contrarias al Gobierno. Una técnica fascista que ama el kirchnerismo.

Mientras tanto, la pandemia avanza y ahora ataca a los barrios carenciados. La cuestión se mantiene intramuros, pero generó mucha crítica y debate interno. Los movimientos sociales cuestionan seriamente el accionar de Axel Kicillof. Acusan al gobernador de “dormir” frente al problema y de otra cosa: de llegar tarde y de actuar mal por desconocimiento del territorio.

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