El súper cepo con el que Miguel Pesce le torció el brazo a Martín Guzmán

Por la fuerte caída de las reservas, Alberto Fernández bendijo finalmente las medidas del Banco Central. Antes hubo una negociación.


Por Marcelo Bonelli para Clarín.

Miguel Pesce fue concreto y contundente. Ocurrió en un encuentro íntimo con el Presidente, donde presentó un informe categórico sobre el peligroso drenaje que tuvieron las reservas del Banco Central. Ese documento y las cifras secretas del BCRA convencieron a Alberto de reforzar el polémico “súper-cepo”. El “paper” del directorio del BCRA tenía datos calientes: blanqueaba que las ventas netas de dólares en agosto habían escalado a 1.500 millones.

También advertía que sólo en una decena de jornadas de septiembre se evaporaron otros 1.000 millones de billetes verdes.

Así, las reservas tienden a cero y eso abre la puerta al peor escenario: un Banco Central sin reservas puede derivar en una incontrolable aceleración inflacionaria. Según los datos confidenciales del directorio, el BCRA tiene de libre disponibilidad sólo 7.600 millones de dólares. Pesce comunicó que no iba a devaluar e insistió en que no se podía esperar más, como proponía el ministro Martín Guzmán.

Entre los datos del BCRA se incluían situaciones curiosas: la multiplicación de cuentas en dos bancos digitales para comprar billetes; beneficiarios de la ayuda social -AFI– que compraban dólares a mansalva y deudores de tarjetas que acumulaban divisas.

También se incluyó entre los argumentos la teoría conspirativa a la que es adepto el oficialismo y enamorada Cristina. Acusa a una decena de grandes operadores de “actuar contra la Argentina”. Así, y en las últimas jornadas, el jefe del BCRA impuso su criterio en Olivos. Alberto le respondió: “Los dólares tienen que ser para la producción”.

La medida intenta frenar la corrida cambiaria, pero no ataca las causas que generan la compra de dólares. Alberto no detuvo este año la fuga de capitales. El proceso se aceleró en el último gobierno de Cristina y se profundizó en la gestión de Mauricio Macri.

Se trata de gobiernos antagónicos. Ambos carentes de ideas y con similar final: en una década, la clase política argentina fue incapaz de armar un plan de desarrollo que genere dólares genuinos.

El nuevo torniquete frena la salida, pero también el ingreso de divisas al BCRA. Además, afecta las inversiones. Este jueves, el BCRA aclaró que las “multis” pueden ingresar dólares sin recargo a través del “contado con liqui”. Se trata de medidas con final de “bandera abierta”. Porque los motivos de fondo no fueron atacados. La actual corrida cambiaria obedece a tres factores que profundizaron la incertidumbre. El primero y fundamental es político.

El avance de Cristina sobre la Casa Rosada exacerbó los temores de que sus perimidas ideas se apoderen de la economía de Alberto.

El Presidente –en el último trimestre– fue muy permeable a las sugerencias Cristina y eso deshilachó su mandato. La vicepresidenta busca vengarse de sus enemigos y sus antiguas propuestas ahuyentan las inversiones.

Cristina se mete en todo: objetó e impidió la realización de una reunión que convocó Guzmán con poderosos empresarios. El segundo factor que influye es, sin duda, la ausencia de un plan. No hay hoja de ruta y nadie sabe cómo Argentina va a generar los dólares genuinos para financiar su crecimiento. El tercer factor que aumenta las dudas es la parsimonia y falta de iniciativa en el Gabinete.

Muchos ministros siguen “dormidos” y son un lastre para la administración de Alberto. El Presidente –por eso- se refugia en un núcleo duro para gestionar. La decisión de bloquear el dólar ahorro había generado un fuerte debate interno y Pesce tuvo -para imponerse- el decidido apoyo de Cecilia Todesca y Mercedes Marcó del Pont. Ambas –la última semana– avalaron la medida y la jefa de la AFIP propuso las soluciones técnicas para el torniquete. Marcó del Pont fue una de las creadoras del cepo en el 2011.

Así, Miguel Pesce le torció el brazo a Martín Guzmán, quien no estaba de acuerdo con el paquete. Clarín anticipó en exclusiva –a mediados de agosto– la disputa que había entre ambos por la implementación del “súpercepo”.

En forma inicial el BCRA había propuesto la eliminación total del dólar ahorro. Pesce ya había advertido sobre el peligroso drenaje de billetes. Ocurrió el viernes 14 de agosto. El sábado siguiente, Guzmán demolió en una reunión en Olivos las ideas de Pesce.

El ministro le dijo al Presidente que un recorte al dólar ahorro implica un salto del blue. Según Economía se iría a 150 pesos.

Guzmán propició una solución “mas ortodoxa”. Dijo que nada tenía que entorpecer el cierre del acuerdo de la deuda externa y que la certidumbre del convenio con los “lobos” de Wall Street iba a tranquilizar el billete.

Alberto decidió una tregua “salomónica”. Ese tiempo de espera tuvo un alto costo en reservas. En el medio, la Jefatura de Gabinete y el Palacio de Hacienda exploraron otra idea: desdoblar el mercado de cambios. En ese lapso el acuerdo de la deuda se firmó y el Gobierno intentó dar mensajes de confianza.

Pero nada detuvo la demanda de dólares y la caída de reservas. Pesce volvió a la carga.

Fue la semana pasada cuando habló con el Presidente. Alberto bendijo –al final- la medida del BCRA. Antes hubo una negociación, para que no quedara desairado Guzmán. Al final, salió un híbrido. Pesce logró imponer las restricciones y endurecer el cepo al máximo: un 80 % de los que compraron dólar ahorro no podrán volver hacerlo hasta fin de año.

Pero Guzmán evitó que el BCRA instrumentara la idea original: eliminar totalmente el dólar ahorro. Por otra parte, las medidas abren un virtual desdoblamiento cambiario: al disponer fuertes restricciones a las empresas y obligarlas a renegociar un 60% sus deudas por el mercado financiero.

Guzmán –igual- tomó distancia del paquete: el anuncio iba a ser conjunto y, al final, Pesce puso la cara en forma solitaria.

En otras palabras: el BCRA y su presidente serán los responsables de la suerte final -éxito o fracaso- de la polémica decisión. Guzmán sólo apareció para enviar un mensaje al FMI : “Queremos que converjan los tipos de cambio”. Los burócratas de Washington rechazan el dólar múltiple. Ahora, Argentina convive con la locura de tener nueve tipos de cambio.

Ya Luis Cubeddu y Julie Kozack admitieron -en reuniones con banqueros argentinos– que el FMI considera que Argentina debe tener un control de cambios. Lo dicen por la delicada situación de las reservas y la imposibilidad de unificar el mercado: se iría a un valor sideral.

Mauricio Claver Carone, el domingo, habló con el Presidente. Fue después de que fracasara -en forma rotunda- la estrategia de la Casa Rosada contra su elección como jefe del BID. Carone fue clave para que Mauricio Macri obtenga la ayuda extraordinaria del FMI. El propio Carone admitió en público que ese dinero se aprobó en Washington para apoyar la frustrada reelección del ex presidente.

El “halcón” de Trump -en la conversación- le ofreció a Alberto su influencia y poder en Washington. Carone se propuso como mediador con el FMI. El Presidente habría hablado de la difícil situación económica. Los hombres de negocios siguen la cuestión de cerca. Tanto como los movimientos políticos. Horacio Rodríguez Larreta dará un paso para consolidar su proyección nacional: en breve, hablará frente al establishment en la Fundación Mediterránea.

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