El postulante de REMEDIOS PARA CABA recorría el barrio de Caballito, repartiendo sus propuestas, cuando notó que en la puerta de la farmacia ubicada en la esquina de Acoyte y Rivadavia, una señora estaba descompuesta.
Peretta se acercó a brindarle atención, y la señora que apenas podía hablar le dijo que se sentía mareada y necesitaba ingresar al baño, por lo que el farmacéutico la tomó de la mano e ingresó a la farmacia solicitando le permitieren a la señora ingresar al baño por su descompostura.
Ante la indiferencia de los empleados de la farmacia que seguían atendiendo sin escuchar el pedido, Peretta alzó la voz pidiendo por el encargado, que tardíamente apareció y pretendió impedir el ingreso de la señora al toilette porque “no tenía autorización.”
Ante la negativa de la empleada, el farmacéutico se puso firme y le hizo saber que no podía abandonar a la persona y tenía obligación de atenderla porque la farmacia es un centro de salud regulado por la cartera sanitaria. Le exigió a la responsable del local autorizar el ingreso inmediato al baño de la señora mayor, a lo cual la empleada accedió de mala gana.
Peretta se quedó en la puerta del local esperando la salida de la señora, que minutos después apareció visiblemente mejorada y agradecida por el gesto.
Peretta, conocido por promover un rol profesional de la farmacia, declaró, ante varios teléfonos celulares de curiosos que grababan lo ocurrido, que “algunas farmacias solo piensan en lo comercial, olvidando la esencia sanitaria que tienen y la obligación de brindar atención farmacéutica, no solo vender remedios.” La señora fue acompañada unas cuadras por algunos vecinos que se ofrecieron y, antes de irse, el propio Peretta le hizo beber algo de agua para hidratarse.
Se habla mucho de las necesidades de los jubilados, pero la deshumanización que vive la ciudad asusta y nos debería hacer reflexionar.