El inminente desafuero de Julio De Vido y el anticipo que ya implica la detención de su N° 2, Roberto Baratta, encendió luces de alarma en parte de la comunidad de negocios y en dirigentes políticos que tuvieron connivencia manifiesta con el kirchnerismo. En este circuito se teme una cuestión: que, atrapado, el ex-ministro decida contar parte de la trama de negociados que durante 12 años llevó adelante con dineros del Estado. De Vido está deprimido y con la guardia baja. Incluso habría evaluado una posibilidad por ahora desechada: una renuncia a los fueros, antes de soportar el escarnio público de la destitución.
Pero su círculo íntimo lo contuvo y lo convenció -en principio- de dar batalla . Sus allegados lanzaron en las últimas horas una advertencia a unos cuantos personajes influyentes. Transmitieron que si De Vido va preso podría selectivamente involucrar a muchos que recibieron prebendas del Ministerio de Planificación. Varios se estremecieron. Otros lo tomaron como la última “extorsión” del ex-ministro. Sostienen que hablar de los se beneficiaron de la corrupción seria autoincriminarse.
Son los que confían en “ La Omertá” kirchnerista. Lázaro Báez, José López y Ricardo Jaime por ahora no rompieron el código mafioso. El fuerte “lobby anti-transparencia” conoce otra cosa, además: De Vido es el último eslabón, antes de llegar a Cristina. Manejó la obra pública, la energía,el transporte y los subsidios. En esos rubros fue el principal operador de Néstor y de Cristina hasta el 2011. En los últimos 4 años, la ex–presidenta lo reemplazó por José López, Miguel Galuccio y Axel Kicillof.
Durante una década administró operaciones astronómicas: unos 200.000 millones de dólares. Así, la inquietud por la suerte del ex hombre fuerte K invade a todos los miembros del fuerte “lobby” que desde hace dos años actúa con la intención de frenar la investigación de la corrupción en la Argentina. Ese poderoso “lobby” esta integrado por empresarios, gobernadores, magistrados y sindicalistas. Fue el que trabajó activamente para que De Vido pasara -mucho tiempo- desapercibido en Tribunales y, después, para que la Cámara de Diputados rechazara su expulsión. El último 26 de julio actuaron en forma abierta: hubo llamados a gobernadores y legisladores recordándoles los “favores” que recibieron del ex ministro.
De Vido era un intocable de la Justicia. En sus últimos años de ministro contrató carísimos abogados y operadores para “aceitar” todo con los magistrados. Una investigación de Clarín -se publicó el 19 de mayo pasado- denunció la existencia y el modus operandi del “ lobby anti transparencia”. Elisa Carrió, luego, aportó más datos y generó un escándalo cuando dijo que “de todos los sectores políticos” encubrían a De Vido. Incluyó también a dirigentes y empresarios vinculados a la Casa Rosada. Fue recién ahí cuando Mauricio Macri dio la orden de acelerar las denuncias contra el ex ministro.
Ahora se abre una nueva instancia. Todo indica que el miércoles De Vido será desaforado y probablemente detenido. Ayer el juez Bonadío le dio otro mazazo al pedir su detención por los sobreprecios en la compra de gas. Y por la misma causa recibió uno más que indirecto: la detención de su número dos Roberto Baratta. El desafuero de De Vido ocurrirá después de las elecciones y en el medio de un relanzamiento del Gobierno.
Marcos Peña ultima el paquete de reformas que la Casa Rosada le va a proponer a los gobernadores. No habrá ningún pacto, pero sí el pedido que acompañen la aprobación de: presupuesto, ley de responsabilidad fiscal, blanqueo laboral, asignación del impuesto al cheque al ANSeS y reformas impositivas.
Como anticipó Clarín, los cambios tributarios incluyen un nuevo impuesto a la renta y otros más importantes que los hasta ahora conocidos. Habría toques fuertes a Ganancias e IVA. El gravamen a la renta financiera incluiría una tasa del 35 % y a plazos fijos superiores a 500.000 pesos. Alcanzaría a bonos y a la “bicicleta” de las Lebac.
Pero será todo “gradual”, incluyendo la política macroeconómica. En otras palabras: Macri no llevará adelante una corrección inmediata de los fuertes desajustes económicos. Esa decisión chocaría contra la búsqueda de inversiones, un deseo del Presidente hasta ahora sin tuvo éxito.
La economía se recupera, pero es insuficiente: la industria no compensa la caída del año pasado y, según la UIA, expulsó mano de obra. Porque convive con fuertes desajustes en los fundamentos reales de la economía: déficit astronómico, rojo comercial, ortodoxia monetaria, dólar barato e inflación elevada.
Federico Sturzenegger tuvo un extraño festejo esta semana: estaba contento porque había bajado una décima la inflación núcleo. El índice anual proyectado sigue muy elevado: el 23 %. Se trata de un nivel alto que ubica a la Argentina al tope del ranking mundial de inflación: en el séptimo lugar. También compite con los mayores promedios de los últimos 10 años. Pero Sturzenegger igual decidió -y Macri aceptó- aplicar la misma receta que hasta ahora fracasó. El BCRA insistirá en sus dogmas y así se profundizará el apretón monetario, el atraso cambiario y el freno a un crecimiento mas dinámico.
Columna de Marcelo Bonelli publicada en el Diario Clarín – Copyright Clarín, 2017.