Mauricio Macri no quería superministro de Economía, pero lo tiene de hecho: Federico Sturzenegger se convirtió en la única figura que decide sobre las principales variables macroeconómicas de la Argentina.
Decidió, sin consultar al resto del gabinete económico, una medida muy polémica: “sobreactuar“ un aumento del costo del dinero y así hundir otra vez la cotización del dólar.
Ambas decisiones provocan un impacto directo: frenar la actividad, cuando la economía todavía no termina de remontar.
La “sobre-reacción” obedeció a un temor personal del propio Sturzenegger: el fracaso –hasta ahora- de la pauta inflacionaria que el BCRA estableció como un nuevo dogma de la economía argentina.
Los propios banqueros locales y extranjeros consideran que es incumplible la banda de precios del 12-17. Sostienen que el actual desequilibrio macroeconómico garantiza niveles inflacionarios superiores.
En Adeba y la UIA tampoco entienden una contradicción inquietante: que convivan una desbordada política fiscal y, a la vez, una restrictiva política monetaria.
Nicolás Dujovne administra un déficit fiscal expansivo aún superior al que dejó Axel Kicillof. Sturzenegger comprime la economía con un durísimo torniquete monetario.
En otras palabras: una contradicción que traba la inversión y el crecimiento.
Por eso, en las poderosas centrales empresarias insisten al gobierno con lo siguiente: un plan económico, monetario y fiscal coherente. Dicen que sin resolver este dilema la inflación se resistirá a la baja y la actividad no crecerá como necesita la Argentina.
También insisten en una cuestión: que desde que comenzó el año no funciona la estrategia antiinflacionaria de Sturzenegger.
El dato es concreto. La inflación es del 6,3 %, con dólar reprimido y sería más del 8 % si el billete se hubiera ajustado como preveía el Presupuesto Nacional.
Por eso, la resolución del Central tuvo un impacto inmediato: afectó todas las proyecciones de crecimiento y asegura – en el corto plazo -ponerle un freno a la leve reanimación .
También la decisión del BCRA provocó un “fuerte ruido político” en el gabinete económico. Hubo cuestionamientos a la forma de moverse de Sturzenegger. Clarín confirmó que unos seis ministros – o con rango de ministros –objetan la resolución de Sturzenegger y eso abrió el debate en la propia Casa Rosada.
Por otra parte, generó movimientos políticos en la coalición Cambiemos. Elisa Carrió decidió pedirle explicaciones, en una entrevista privada, al propio Sturzenegger.
Carrió sostiene que así el BCRA ahoga a las pequeñas y medianas empresas. “Cambiemos –dice – no lo puede permitir.” Sucede que la cuestión ya es política. El miércoles se habló en la reunión de “coordinación” que lidera el propio Mauricio Macri. Estuvieron Marcos Peña, Gustavo Lopetegui, Mario Quintana y Rogelio Frigerio.
En general hubo consenso: a la tasas, hay que bajarlas en el corto plazo.
La dupla de auditores ensaya una defensa a la ortodoxa medida y Frigerio la critica duramente. Todos, incluso el Presidente, entienden que la “súper tasa” no puede extenderse en el tiempo porque va afectar al Pro en las elecciones.
En la nómina de funcionarios que no comparten la medida se encuentran Frigerio, pero también : Nicolas Dujovne, Luis Caputo, Francisco Cabrera y Ricardo Buraylle.
Dujovne es el más condescendiente con Sturzenegger. El ministro de Hacienda estaba de acuerdo con una suba de la tasa, pero de ninguna manera con la exageración del ajuste del BCRA. Dujovne considera que un aumento de medio punto hubiera sido suficiente y cuestiona la sobre reacción del BCRA.
Caputo va mas «al hueso». Para el ministro de Finanzas no tiene sentido haber bajado el costo internacional de financiamiento de la Argentina, si ese beneficio no se traslada a la economía doméstica.
Ya la puja con Sturzenegger viene de hace varios meses. Discutieron fuerte por el “plan tarjetas de crédito”. Además, la “bicicleta” financiera que armó el Banco Central perjudica las colocaciones de bonos: la mayoría de inversores prefiere colocar pesos, para tener una súper renta en dólares.
En otras palabras: retacean prestarle dólares al Estado, para seguir con las jugosas ganancias de las Lebac.
Cabrera y Buraylle ya hace tiempo manifestaron -sin éxito- su oposición a las tasas elevadas del BCRA: deprimen la actividad fabril y complican al campo, en especial las economías regionales.
Ambos sostienen que la política monetaria encarece el costo financiero para invertir, pero además afecta la competitividad productiva: el dólar en picada reduce la rentabilidad.
Javier González Fraga también objeta la dureza del BCRA. El titular del Banco Nación desmintió en público desavenencias con Sturzenegger, que habrían surgido de voceros de la dupla Quintana-Lopetegui.
Así lo dijo: “me llevo muy bien con Federico”. Pero claramente no comparte su ortodoxia monetaria. Así se habría manifestado en varios encuentros del directorio del Banco Nación .
Sturzenegger conoce el malestar por su decisión, pero promete resistir: dice que tiene todo el aval de Mauricio Macri.