El boxeador camionero viene de superar exitosamente el desafío que representó para él ser nuevamente convocado para El Marginal, pero al mismo tiempo sufre por la situación de su hijo mayor: Nahuel está preso y su situación judicial es incierta.
Acaba de finalizar la tercera temporada de El Marginal y para Gonzalo Basile el cierre de este ciclo tuvo un sabor agridulce. Ficción y realidad parecen haber confluido para despertar en el boxeador sensaciones encontradas, pues si bien por un lado no oculta su felicidad por superar exitosamente su segunda experiencia en la novela “tumbera” que se filmó en la ex Cárcel de Caseros, por otro sufre la angustia de tener preso a su hijo mayor. Nahuel fue detenido en la localidad bonaerense de Monte Grande sospechado de participar del crimen de un mecánico de la zona, tras una discusión de tránsito. Se encuentra en un calabozo desde el 24 de junio y su situación judicial es incierta. Pese a las severas acusaciones que recaen sobre él, su padre no pierde la esperanza de verlo pronto recuperar la libertad, aunque sabe que para que eso ocurra no deberá impacientarse. “Los abogados me pidieron que no hable del tema. Solo me recomendaron tener tranquilidad y fe. Tiempo, me pidieron tiempo”, aseguró el referente camionero, quien dentro de su angustia por transitar una etapa tan delicada emocionalmente, busca un paliativo en su presente laboral. A diferencia de la primera oportunidad en la que lo convocaron para El Marginal (segunda edición), en la última versión el Patón tuvo que hacerse cargo de un papel más participativo dentro del penal de San Onofre. “Le enseñé técnicas de boxeo en el gimnasio a un monstruo como Alejandro Awada y cobré como actor, ya no como extra”, comentó Basile, que vive su presente emocional entre dos polos opuestos: soñando con crecer en el mundo del espectáculo y anhelando poder ver a Nahuel de nuevo en la mesa familiar.