Después de marcharse a Colombia y comenzar un litigio en busca de quedar con el pase en su poder, el club le exigió al jugador presentarse a cumplir con sus obligaciones.
El futbolista Sebastián Villa regresó a la Argentina este miércoles por la madrugada y a la mañana se sumó a los entrenamientos en Boca, club que aún es dueño de su pase. El delantero había viajado a su país, Colombia, tras la condena a prisión en suspenso que recibió por violencia de género contra su ex pareja.
El jugador había comenzado desde Colombia un litigio con la institución que le comunicó que no le dio permiso para ausentarse y debía retornar.
El atacante de 27 años arribó al país alrededor de las seis de la mañana y no quiso brindar declaraciones. Horas más tarde se puso a disposición del club para cumplir con sus obligaciones laborales más allá de que en Boca no tienen pensado que vuelva a ser utilizado tras la condena en primera instancia que recibió y esperan que llegue una oferta para darle salida en este mercado de pases.
Villa se había marchado a Colombia hace más de un mes tras ser condenado a dos años y un mes de prisión condicional por «amenazas coactivas, en concurso real, con lesiones leves calificadas» contra Daniela Cortés. Una vez allí, buscó quedar en libertad de acción por medio de una carta documento que envió alegando que si no era reincorporado en los próximos días se consideraría libre.
Desde el club siempre esgrimieron que en ningún momento le impidieron al jugador que siguiera entrenándose y que, en tanto, la decisión de retirar su cosas del predio e irse rumbo a Colombia -donde se lo vio trabajando bajo las órdenes de un preparador físico- fue suya. Por eso, expusieron esto en la Justicia y le respondieron a Villa intimándolo a que se presentara nuevamente en Ezeiza.
Por otra parte, la realidad marca que el colombiano puede seguir jugando en Argentina o en cualquier club del mundo porque la sentencia no está firme y esto no le inhabilita sus derechos laborales. El problema reside en que pocas ligas se arriesgarían a contratar a un jugador con una condena en primera instancia por violencia de género que además afronta otra causa aún más grave en la que está imputado por abuso sexual con acceso carnal y en caso de que avance y sea encontrado culpable, ya no evitaría la cárcel.
Con este panorama, podría ser alguna liga más alternativa o que pague una cifra tentadora, como Arabia Saudita, Asia o Europa Oriental, que tienen una legislación bastante más flexible.
Lo cierto es que la Justicia no se metería con la elección del nuevo club de Villa ni con el monto del pase. Solo tiene que darle la autorización de salida y residencial. Por ejemplo, Alexis Zárate, ex Independiente y Temperley, jugó con una condena a seis años y medio de prisión en Letonia, ya que ni siquiera tenía un tratado de extradición con Argentina. Estuvo casi un año allí hasta que después se confirmó en la Cámara de Casación y luego, el defensor tuvo que volver y se terminó ejecutando la pena.
Fuente: NA