Un raro rapé abisal ha sido filmado en aguas poco profundas de Tenerife, un hecho sin precedentes que fascina a la biología marina y los medios internacionales
Por Juan Manuel Godoy
Un descubrimiento sin precedentes ha captado la atención de la comunidad científica internacional. Según informó la ONG Condrik Tenerife, un ejemplar vivo del Melanocetus johnsonii, conocido popularmente como el diablo negro, fue avistado a tan solo dos kilómetros de la costa del municipio de Guía de Isora, en la isla de Tenerife. Este pez, que habita normalmente en las profundidades abisales del océano, nunca antes había sido grabado vivo en la superficie, lo que convierte este evento en un hecho extraordinario para la biología marina.
El hallazgo fue documentado en un vídeo difundido por la ONG, que se especializa en la investigación y conservación de tiburones y rayas en las Islas Canarias. Según detalló la organización, el ejemplar se encontraba dañado y solo sobrevivió unas pocas horas tras ser avistado. La bióloga marina Laia Valor, quien forma parte del equipo de investigación, explicó que este tipo de peces suelen encontrarse a profundidades que oscilan entre los 200 y los 2.000 metros, lo que hace que su presencia en aguas superficiales sea un fenómeno completamente inusual. «A tan poca profundidad, solo se habían encontrado ejemplares muertos o en estado larvario», señaló Valor.
Un depredador de las profundidades que desafía su hábitat natural
El diablo negro, también conocido como rape abisal, es un depredador marino que habita en la oscuridad de las profundidades oceánicas. Su apariencia es tan singular como intimidante: un cuerpo de color oscuro, una dentadura prominente con colmillos afilados y un apéndice bioluminiscente en la parte frontal de su cabeza. Este último, que emite luz gracias a bacterias simbióticas, le permite atraer a sus presas en un entorno donde la luz solar no penetra.
El hecho de que este ejemplar haya sido encontrado tan cerca de la superficie plantea interrogantes sobre las posibles causas de su desplazamiento. Según explicó la bióloga Valor, el pez podría haber sido arrastrado por corrientes marinas, estar huyendo de un depredador o sufrir alguna enfermedad que lo obligara a abandonar su hábitat natural. Estas hipótesis, aunque plausibles, aún requieren de un análisis más profundo para ser confirmadas.
El avistamiento de este ejemplar vivo representa una oportunidad única para la ciencia. Según publicó la ONG Condrik Tenerife, el conocimiento sobre el Melanocetus johnsonii es extremadamente limitado debido a la dificultad de acceder a su entorno natural. Hasta ahora, la mayoría de los estudios sobre esta especie se han basado en ejemplares muertos o en observaciones indirectas. Por ello, las imágenes captadas en Tenerife han sido ampliamente difundidas en medios especializados de todo el mundo, generando un gran interés en la comunidad científica.
El hecho de que el pez haya sido grabado durante el día añade un elemento de interés adicional. Este tipo de especies, acostumbradas a la oscuridad absoluta, rara vez tienen contacto con la luz solar. Analizar cómo se comporta y se adapta a condiciones tan diferentes de su entorno habitual podría aportar información valiosa sobre su fisiología y su capacidad de supervivencia en contextos extremos.
El impacto del cambio ambiental en los ecosistemas marinos
El avistamiento del diablo negro en aguas superficiales también ha reavivado el debate sobre los cambios en los ecosistemas marinos. Según señalaron expertos consultados por la ONG Condrik Tenerife, este tipo de fenómenos podría estar relacionado con alteraciones en el entorno marino, como el aumento de la temperatura del agua, la contaminación o la modificación de las corrientes oceánicas. Estos factores, que afectan tanto a la fauna como a la flora marina, podrían estar obligando a especies como el Melanocetus johnsonii a desplazarse fuera de su hábitat natural.
Las Islas Canarias, reconocidas como un punto clave para la investigación marina, se consolidan aún más como un lugar estratégico para el estudio de los océanos. Este archipiélago, situado en el Atlántico, alberga una gran diversidad de especies y ecosistemas, lo que lo convierte en un laboratorio natural para la ciencia. El reciente avistamiento del diablo negro refuerza la importancia de continuar con los esfuerzos de conservación y estudio en la región.
A pesar de la relevancia del hallazgo, el Melanocetus johnsonii sigue siendo un enigma para la biología marina. Su extraña anatomía, su capacidad de bioluminiscencia y su vida en las profundidades del océano lo convierten en una de las especies más fascinantes y menos comprendidas del reino animal. El reciente avistamiento en Tenerife no solo abre nuevas preguntas sobre su comportamiento y su hábitat, sino que también subraya la necesidad de seguir investigando para desentrañar los secretos de este misterioso depredador.
El vídeo captado por la ONG Condrik Tenerife no solo ha generado interés científico, sino que también ha despertado la curiosidad del público en general. Este tipo de descubrimientos, aunque raros, nos recuerdan lo poco que sabemos sobre los océanos y la importancia de protegerlos para garantizar la supervivencia de especies tan únicas como el diablo negro.