La panelista contó una historia desconocida por todos y que tiene ver con la salud de su hija que tendrá un tratamiento similar al que sufrió el delantero del Barcelona por su problema de estatura.
Lo que venía siendo un tranquilo móvil de Cinthia Fernández en LAM terminó convirtiéndose en una historia de emoción. “Mamá, mis amigos no me quieren porque soy chiquita. Decile a Martín que vaya a hablar al colegio” fue la frase que desató el disparador de un fuerte drama que atraviesa. La modelo terminó sacándose los anteojos de sol que llevaba puestos -«ya estoy grande para que me vean a cara lavada», había explicado- para ponerse seria y hablar de un primer diagnóstico que le brindó un médico luego de revisar a su hija menor, Francesca, que en noviembre cumple cinco años.
Lo cierto es que fue la pareja de la vedette quien notó que Francesca tenía una talla más baja que una nena de su edad. Fue cuando conoció a las tres niñas (la modelo también es madre de las mellizas Charis y Bella, que en octubre cumplirán seis años). “Le dio un beso a cada una, y bajamos a tomar un café -recordó la bailarina-. Entonces, Martín me preguntó cuántos años tenía Francesca. En ese momento tenía cuatro, y me dijo: ‘Perdón que te lo diga, pero es un poquito bajita…’”. Cinthia sugirió que ni ella ni el futbolista Matías Defederico, el padre de Francesa, son altos, por lo que no podía esperar que sus hijas «sean Manus Ginóbilis”, en referencia a la altura del ex basquetbolista. A Baclini no le convenció el argumento, y le ofreció a su pareja viajar con la nena a su ciudad, Rosario, para que fuera atendida por un médico especialista del cual tenía grandes referencias.
Da la casualidad que el profesional resultó ser el endocrinólogo Diego Schwarzstein conocido por ser quien atendió a Messi a los nueve años por su problema para el crecimiento. Schwarzstein le contó que Francesca “estaba por debajo de la medida y que había que hacer un estudio que es bastante invasivo”. Ante esta circunstancia, Cinthia recurrió a toda su sinceridad: “Tengo las órdenes, lo que no tengo es el coraje para hacerlo…”. Ocurre que su hija debe permanecer internada todo un día, y “la tienen que pinchar cada media hora”. “Y yo quiero tener tiempo porque quiero estar antes, explicarle, durante y después”.