Las millonarias pérdidas que originó la crisis en el país generaron una disputa en Washington.
La interna en Manhattan es feroz y la disputa es por la pérdida de miles de millones de dólares por la crisis de la Argentina. Los “lobos” de Wall Street culpan a los funcionarios del FMI y les achacan el fracaso.
Los bancos además acusan a Christine Lagarde de ser el instrumento de una apuesta política de Donald Trump a favor de la continuidad de Mauricio Macri.
Los líderes -entre otros- del Citi, JP Morgan, Bank Of America y Barclays, sostienen que el FMI debe pagar el costo de una reprogramación de la deuda argentina, según detalla Marcelo Bonelli en su columna en Clarín. En cambio, el FMI acusa a Wall Street de amasar mayúsculas ganancias especulativas con el paraguas del acuerdo con Macri.
El organismo plantea que los banqueros deben hacer una quita a la deuda argentina y pagar así el riesgo moral -moral hazard- de sus jugosas ganancias. Washington tambien argumenta que el FMI es un “acreedor privilegiado” y tiene prioridad para cobrarle a la Argentina.
Los directores quieren una “cabeza” que pague los errores de prestarle a la Casa Rosada. Primero en la nómina está Alejandro Werner. Pero los técnicos contraatacan: Werner y Roberto Cardarelli dicen que ellos advirtieron de las inconsistencias y que la “vista gorda” se concretó por orden de Lagarde. Este jueves, en una secreta reunión del JP Morgan, Werner defendió su situación y fue muy duro con el Gobierno argentino.
Esta interna es la que encontraron Hernán Lacunza y Guido Sandleris en Washington. También la registró Guillermo Nielsen: el hombre de la oposición mantiene importantes reuniones, pero absoluto perfil bajo en Washington, detalla Bonelli.