Plan Los Patitos de Caputo, la suerte de Mauricio Macri y un pequeño escándalo en la UIA

El ministro de Economía busca alcanzar el triplete 222 en diciembre: 2% de devaluación, 2% de inflación y 2% de tasas de interés. CEOS de grandes empresas italianas reclamaron por deudas impagas. Y en el FMI observan al Presupuesto 2025 flojo de papeles.


Por Marcelo Bonelli para Clarín

Hubo festejo en Olivos. Javier Milei saboreó su triunfo político: otra vez impuso su avasallador veto. Este jueves, en el Gabinete dijo: “Esto nos fortalece en los mercados”. La mesa política aplaudió por partida doble. Santiago Caputo, Guillermo Francos y Patricia Bullrich doblegaron la resistencia de los aliados y cooptaron a cambio de favores a varios gobernadores peronistas. El trío valora otra cuestión clave: volvió a funcionar el escudo protector para Milei. Ese tercio que le garantiza gobernabilidad. Esa fracción lo protege de cualquier intento de desestabilización y de un eventual juicio político.

Fue crucial la negociación del Pibe con Mauricio Macri. El ex presidente está podrido de los maltratos: “Nos viven ninguneando”. Santiago confesó a su equipo: “Fue más de lo mismo”. Se refería a los reclamos y monsergas de Mauricio.

Ambos se desconfían y hasta se maldicen. En la intimidad de Mauricio lo llaman “el escorpión”. Por eso, Fernando De Andreis recordó su tránsito por el jardín de infantes y reflotó la fábula en la red social X. Pero la negociación fue clave. Milei tiene la teoría de que a Macri no le queda otra. Repite: “¿Qué, va a votar con el kirchnerismo?”. Se trata de su vieja teoría. Javo decía en campaña que a los diputados del PRO no les iba a quedar otra alternativa.

En las tertulias de Olivos la cuestión es más brutal: insisten en que Mauricio es rehén político de Milei. En definitiva, muchos diputados del PRO decían que estaban a favor de la universidad y a la vez– terminaron votando en contra.

Silvia Lospennato lo vivió en carne propia. Hasta horas antes de la sesión era férrea militante de la abstención dentro del bloque.

Pero sufrió un durísimo embate de Cristian Ritondo. Su Jefe le exigió que vote a favor del veto. El diálogo fue power. Ritondo le advirtió que la iba a dejar en la intemperie política. Así le dijo: “Te voy a sacar de todos lados”. Lospennato hizo, al final, una férrea defensa del veto.

Este jueves también Marco Lavagna aportó tranquilidad. El INDEC confirmó que la inflación perforó el maldito 4 %. Fue del 3,5%. Otra vez la fuerte recesión ayudó.

El desagregado, igual, plantea interrogantes. El Toto Caputo está eufórico y el equipo económico tiene un fuerte agrande. En privado, se mofan de la profesión y suelen acusar a los periodistas de fabuladores. Para Caputo, la prioridad es abonar la deuda externa. Ya depositó el vencimiento de enero en el BONY de Manhattan: U$S 1.005 millones. Y pone todo para asegurar la pax del billete. Tiene la ayuda del carry trade y del blanqueo, aunque desde octubre hay un drenaje diario en las cuentas CERA de U$S 150 millones.

El Toto tiene un programa en la cabeza: “El Plan Los Patitos”. Busca alcanzar en diciembre el triplete: “222″. Se trata de alinear tres variables a la tablita: 2% de devaluación, 2% inflación y 2% de tasa de interés. En la UIA y Adeba existen dudas. Se trata de metas ambiciosas. Los hombres de negocios insisten en que la tablita tiene doble filo.

Desde el PRO, Mauricio Macri le aportó a Milei los votos que necesitaba en Diputados para blindar el veto a la Ley de Financiamiento Universitario.
Desde el PRO, Mauricio Macri le aportó a Milei los votos que necesitaba en Diputados para blindar el veto a la Ley de Financiamiento Universitario.
Inquietud entre empresarios

La tablita de Martínez de Hoz fundió a muchas compañías. Y la convertibilidad golpeó a otras. Estos problemas empresarios se colaron en una reunión clave en la UIA. Hubo un serio incidente y contrapunto en un Foro de Negocios. Se habló a calzón quitado sobre cómo las multi ven no bien a la Argentina. Ocurrió después de la exposición del influyente canciller italiano Antonio Tajani. Estaban los capos de las empresas públicas italianas y CEOS de los grandes de Italia. Sucedió el lunes. Estaba la cúpula fabril e influyentes invitados locales: entre ellos el poderoso Paolo Rocca y Guillermo Francos. El comienzo del encuentro fue amable. Y políticamente constructivo. Expuso Tajani, habló Francos y opinó Rocca.

Todos hablaron de colaboración, inversiones y relación bilateral. Pero el tole tole se armó después de que se fuera el trío de expositores. Daniel Funes de Rioja acompañó al terceto hasta la salida. Sucedió alrededor de las 15. La reunión continuó y se armó la batahola. Los empresarios locales volvieron sobre la necesidad de colaboración y fue ahí donde se desencadenó todo. Alfredo Fioretti atacó: “Antes de hablar de colaboración, el actual gobierno debe pagar sus deudas”.

Fioretti es CEO de CMC Ravena, la cooperativa más grande de Italia. Construye el río subterráneo en Quilmes. La obra tiene financiamiento internacional, pero Caputo bloqueó las cancelaciones. Funes –ya había vuelto– intentó poner paños fríos. Pero fracasó. Otro capo, Guillermo Díaz, lo interrumpió: “A mí también me deben. No pagan y encima tienen el dinero acumulado de la banca internacional. Es intolerable”. Díaz es el director de operaciones de WeBuild, la ex Impregillo, número uno de Italia.

Díaz arremetió: “Argentina debe honrar sus deudas. Eso para tener una mínima credibilidad. Porque acá no hablamos de afectos, hablamos de business”. WeBuild lleva adelante la obra del Riachuelo. Concluyó: “No pagó Alberto y tampoco paga Milei”. Funes intentó calmarlos y contragolpeó, firme: “Me solidarizo con ustedes”. Isidorito –así le dicen– remató: “No avalamos incumplimientos. Voy hablar con la Cancillería”. Pero Fioretti lo interrumpió: “Ya denunciamos los incumplimientos e interviene la Cancillería italiana”.

Se sumaron otros voces críticas. La cuestión reflejó el verdadero ánimo fabril. Sin el tamiz que –en todo gobierno– le meten los hombres de negocios. Son siempre especialistas en aplaudir. También la estrechez que tiene el actual superávit fiscal. Caputo se la juega toda en el Presupuesto. Pero su actitud personal genera turbulencias en el Congreso. Caputo rechaza ir a explicar y repite furioso: “No me voy a prestar a un circo”.

El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, defendió la política económica en un Foto de Negocios. Foto Maxi Failla
El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, defendió la política económica en un Foto de Negocios. Foto Maxi Failla
La lupa en el Presupuesto 2025

Los payasos de ese circo son los que deben aprobar su Presupuesto. El clima está caldeado: ahora dudan de que Caputo quiere la aprobación del Presupuesto. En su fuero íntimo -la verdad- Caputo sufre el examen parlamentario. Desprecia a los diputados y senadores, porque considera que no tienen estatura intelectual para debatir. También porque las veces que concurrió –Macri lo obligaba– la pasó terrible. Ahora sufre una suerte de pánico escénico y con su ausencia quiere evitar reabrir viejos traumas.

En la actualidad, Caputo se siente seguro y valiente solo en redes sociales. Ahí quiere hacerse fuerte. Pero Milei lo cobija. Aunque la cuestión los pone en un brete: sería la primera vez en la historia que un ministro no defiende su Presupuesto. Javo trató la cuestión con el influyente José Luis Espert. El diputado le dijo: “Javier, vos pusiste los huevos en el Congreso”. Ambos avanzaron en un atajo. Espert hizo la propuesta. “Que Toto tenga reuniones privadas con los aliados”. Eso se concretará. Empezará a la brevedad con los radicales. Luis Cubeddu, el auditor del FMI, anticipó que el punto del Presupuesto está flojo de papeles.

Lo hizo en la reunión que tuvo en Washington con Pablo Quirno: el FMI quiere saber cuándo se devalúa y cómo se levanta el cepo.

La cuestión es central y obsesiona a los inversores. Se lo dijeron a la canciller varios popes empresarios en una comida reservada. Diana Mondino –una coleccionista de traspiés– estaba locuaz hablando de economía. Primero sorprendió a todos: “El cepo no existe más”. Y remató: “Ustedes tienen que acostumbrase a vivir con el impuesto del CCL, el contado con Liqui”.

Por Marcelo Bonelli para Clarín

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