Uno de los sobrevivientes del atentado a la AMIA recordó ese día que quedó marcado en la historia Argentina y en la suya: “Cada año que pasa no hay justicia y no se puede vivir tranquilo”.
Tras un nuevo aniversario del atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en Buenos Aires, en el que se trató de unos de los mayores ataques terroristas ocurridos en el país y dejó un saldo de 85 personas muertas y 300 heridos, el juicio aún sigue sin tener un responsable, y quienes sobrevivieron buscan justicia.
Alejandro Mirochnik era triatleta y al mismo tiempo era archivista en el área de prensa de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), pero hace 24 años atrás su vida cambió y tal como contó en De Puntin por FM Milenium “cada 18 de julio son difíciles de contar”
Es que “cada año que pasa no hay justicia y no se puede vivir tranquilo”, sostuvo y al mismo tiempo cuenta que si pasó en la Argentina hace muchos años y aún sigue sucediendo en todo el mundo, aún “hay temor de pensar que estas cosas pueden volver a pasar”.
Respecto a cómo se está sobrellevando la causa Alejandro afirmó que “nunca me gustó la política” y es por eso que “no me ocupo de lo que pasó, sino que mi lucha fue personal sin pensar por qué lo hicieron o por qué pasó”. Si bien sus palabras pueden ser dolorosas para aquellas personas que también pasaron por la misma situación y buscan justicia él mismo “pido disculpas” aunque de igual modo no deja de remarcar que aquellos terroristas “hicieron mucho daño”.
Recordando cómo fue ese día puntal, el triatleta contó que “trabajaba en el quinto piso de AMIA, que era la DAIA. Ese día iba en ascensor, nunca llegó al quinto piso, se cortaron cables y quedé en el sótano. Estuve horas ahí solo”. “Nunca escuché una explosión, pensé que se había caído el ascensor. A las horas escucho bomberos que me cuenta lo que pasó”, detalló.
Mirochnik recibió la ayuda de los bomberos durante más de tres horas para poder salir, sin entender bien qué era lo que había sucedido, cuando finalmente logró ser rescatado con vida, “ahí vi la realidad y fue terrible” y cuando fue trasladado al Hospital se enteró que “tenía una pierna quebrada”.
Es ahí que explicó el por qué no se ocupa de lo que pasó. En vez de abocarse a la política o demás, “me aferré al deporte. Tenía 32 años y era triatleta. Por la pierna quebrada, luché un año para que no me la corten”.
Pero lamentablemente, si bien él hoy puede seguir contando la historia, sufrió la muerte de conocidos. “En el primer piso de AMIA falleció mi tío, Bernardo Mirochnik”, dijo y también aseveró que “a la mayoría de los muertos de AMIA los conocía. Estuve 2 años más trabajando ahí” pero que con el correr del tiempo “mis padres me fueron pidiendo que deje ese lugar, tenían temor a que pase de nuevo”.
Por último, señaló que ese 18 de julio de 1994, “renací, no soy el mismo. Nació otro Alejandro más poderoso, más duro pero con más ganas de vivir”.