Entre el fútbol local y la Copa, vale la pena parar un poco y disfrutar de un equipo listo para hacer historia. No tiene a Messi, claro, pero igual vale la pena
Por Sergio Danishewsky (@sergiodanish)
No es que pretendamos ser originales, contraculturales o disruptivos, calificativos tan de moda en esta etapa de modelos en crisis. Pero proponemos dejar de lado por un rato, todo el rato que nuestra pasión lo permita, la agenda futbolera local para realizar un tributo, una especie de agradecimiento a un equipo que nos reconcilia con este juego maravilloso.
Desde ya que el arranque de la fase de grupos de los torneos internacionales ocupa la atención principal. La presunta obligación de River por ganar la quinta Libertadores, la prepotencia goleadora de Racing y su dominio ante los brasileños, el Maracanazo de Central Córdoba, la muestra de fútbol y de carácter en su casa del copero Independiente, la sorpresiva consolidación del nuevo Huracán del viejo Kudelka, el crecimiento del Vélez de Guillermo…
Incluso la ausencia de Boca en la Copa funciona como contrapunto en cualquier análisis, con el torneo local como caramelo insuficiente.
Al panorama internacional se le agregan la competencia local, que ingresa en sus tramos finales, y hasta la Copa Argentina, siempre agazapada para entregar su cuota de morbo a mitad de semana.
Todo bien con lo que nos ocupa centralmente.
Pero el tema hoy es otro: es la dicha que sentimos los futboleros de ley por la irrupción en escena de un equipo llamado a hacer historia. Porque, colado en esa programación local y regional que abruma, el nuevo Barsa es de esos conjuntos que merece algo más que la detención fugaz del zapping en una tarde de miércoles.
La relación de los futboleros argentinos con el Fútbol Club Barcelona es más o menos conocida y más o menos típica. La secuencia sería: una simpatía natural que acaso haya nacido en la época de Johan Cruyff, la identificación con un estilo propio y que siempre desafió a la prepotencia del Real Madrid, la irrupción de Messi como producto de La Masía y el disfrute de esa época dorada, la salida de Leo marcada por la ingratitud… y nuestra posterior indiferencia, casi como gozando de esa crisis inevitable que seguiría a la salida de Messi y el fin de la era de Guardiola, Iniesta, Xavi, Busquets y siguen las firmas.
El nuevo Barcelona de Hansi Flick, que en mayo cumplirá un año al frente del equipo, nos reconcilia con ese estilo futbolero que creíamos extinguido. Tuvo que ser el hombre que condujo al Bayern Munich en aquel humillante 8-2 sobre el equipo de Messi, allá por 2020, el mismo que le hiciera recuperar el estilo perdido.
El 4-0 con el que resolvió antes de tiempo la serie de cuartos de final de Champions el miércoles ante Borussia Dortmund es apenas una muestra más de que estamos en presencia de un equipo colosal. Es cierto: deberá coronar todo con títulos para que la historia le haga un lugar. Pero va por ese camino…
Instalado -salvo una hecatombe- en las semifinales de la Champions, líder de la Liga española con cuatro puntos de ventaja con 24 en juego, finalista de la Copa del Rey, el Barcelona parece listo para convertirse en un equipo de época. Su propuesta combina una modernidad imprescindible, materializada en el 4-2-3-1, con la vuelta a las fuentes simbolizada en las presencias de Pedri, de Lamine Yamal, de Fermín López, de Ferrán Torres, del increíble zaguero Pau Cubarsí y sus 18 años, en el lento retorno de Ansu Fati, todos combinados con la experiencia de Szczesny, la velocidad de Rafinha, el regreso de De Jong, la jerarquía de Inigo Martínez, la capacidad goleadora de Lewandowski (“el Maravilla Martínez de ellos”, al decir de un atrevido amigo académico)…
Vean al Barsa, en resumen. Busquen en su operador de cable o recurran a páginas de dudosa procedencia, nada diferente a lo que estamos obligados a hacer aquí en torneos internacionales con algunos equipos grandes. Disfruten de esa propuesta atrevida, vistosa, audaz y encima ganadora.
Y, por un momento, sientan esa extrañísima sensación de que los buenos tiempos, esos en los que Messi nos garantizaba un festival por semana, están de vuelta.
Después sí, con las pilas cargadas y la pasión de siempre, vuelvan al fútbol nuestro de cada día.