La única verdad es la realidad: el acuerdo no está

Las palabras no alcanzan para convencer a los inversores. ¿Y si es Caputo el problema?


Por Roberto Pico

Las inocuas y desesperadas apariciones del ministro de Economía, Luis Caputo, en amigables entrevistas televisivas y unipersonales desde atriles sin riesgo preguntas, no hacen más que poner más nervioso al mercado financiero y a todos los agentes económicos que deben tomar decisiones de fondo.

Tampoco ayudan los grandilocuentes elogios del presidente, Javier Milei, y los reposteos melosos e interesados de los funcionarios de su equipo.

El mercado se cansó de esperar un acuerdo que lleva un año de anuncio y postergaciones.

La opción de “calmar” al mercado mediante la palabra del ministro está gastada y ese es uno de los problemas en los que se metió el gobierno. Nadie les cree que el acuerdo con el FMI no traerá un cambio de régimen. Luego, habrá ganadores y perdedores como siempre, pero algo va a cambiar y ante la duda los “verdes crocantes” son un seguro imbatible.

Lo concreto es que al 1° de abril el acuerdo NO ESTA FIRMADO. En marzo de 2024 Caputo y Milei decían que se salía del cepo en el segundo semestres: “Con ayuda del FMI” o “recursos propios”. No sucedió.

Desde el 10 de diciembre de 2023, y más desde la renegociación del acuerdo en enero de 2024, el gobierno y el FMI sabían que en octubre del año pasado vencía lo firmado por Martín Guzmán en 2022 y había que empalmar con otro programa.

El FMI no se cansa de elogiar el plan argentino y el gobierno se jacta que su ajuste (licuando jubilaciones, quitando remedios, y limitando prestaciones hasta de salud mental, inclusive) es más fuerte que el que pide el organismo.

¿Y entonces? Las metas están. Lo que no está es el cómo.

De una simple lectura (que no está exenta de error), se concluye que la única traba es el esquema cambiario que surgirá desde que el Directorio levante la mano aprobando el nuevo programa.

Caputo nunca ratifica el crawling peg del 1° y dice “para la gente no va a cambiar nada”, lo que implica por contraposición que para empresas e inversores sí puede haberlos. El ministro se olvida (o no) que cualquier cambio con el dólar le pegará a los precios y por ende “sí” habrá cambios para la gente.

La sobreactuación de elogios por parte de Milei a Caputo abre otro interrogante: ¿Será la presencia del ministro la que está obstaculizando la firma? ¿Habrá gente dentro del Directorio que le está pasando la factura de 2018?

Desde lo político, la asunción de Donald Trump no pudo destrabar las negociaciones. No es lógico que con los lineamientos en sintonía se demore tanto en el “gancho” definitivo.

Milei y Caputo salieron a decir que “eran U$S 50.000 millones”, luego que eran U$S 20.000 millones de libre disponibilidad, en otra ocasión dejan entrever que los fondos frescos pueden llegar a U$S 10.000, toda una desprolijidad que a muchachos que “juegan a la mancha con los aviones” no se las haces creer.

La frasecita mágica que para algunos en menor pero que es sumamente reveladora es que Caputo “acordó” con el FMI decir cuánta plata están pidiendo porque “la aprobación se va a demorar varias semanas”.

En paralelo a esta situación que llevó el Banco Central a perder más de U$S 1.000 millones en marzo, “se picaron” los precios.

Las consultoras dicen que la inflación de marzo está más cerca de 3% que de 2%. Y con un dato demoledor: los alimentos están por encima de 3%.

Esto complica todo el plan porque le pega a los más pobres en forma directa y obliga a seguir calibrando los ajustes de tarifas, que no tendrán la velocidad que pretende Economía para 2025.

Milei y Caputo se refugian en la “volatilidad” para justificar este nuevo escenario, entendible en el mundo académico, pero sin registro alguno en el conurbano profundo donde el precio de la carne, el pan y la leche se alejan de los ingresos.

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