La inflación escondida

En octubre se aceleró la suba en alimentos. El impacto oculto de la nafta.


Por Roberto Pico

Es mentira que la suba del dólar no se traslada a los precios. Y además hay una inflación reprimida subyacente que se verá en los próximos meses producto de que las empresas postergan actualizaciones por la pérdida de poder adquisitivo de los ingresos.

Los datos previos de octubre dan cuenta de que se produjo una aceleración en el valor de los alimentos, que sin dudas responde en gran medida al aumento del dólar.

El acting de los supermercados “negándose” a recibir listas de precios con aumentos duró un par de días. Enseguida tuvieron que agachar la cabeza y aceptarlas.

El precio de los alimentos acumula un alza de 3% en octubre y muestra una aceleración con relación a los meses previos.

Así lo reveló un informe de la consultora LCG, que precisó que entre el 16 y el 22 de este mes los productos de primera necesidad subieron 1%. De esta forma, el avance promedio de las últimas cuatro semanas ascendió al 3%.

El dato es sensible porque muestra que el gobierno llega a la elección con el precio de los alimentos golpeando en el bolsillo de las familias.

Los principales aumentos se dieron en lácteos y huevos (3,7%), bebidas e infusiones (3,2%), frutas (1,4%), panificados (0,8%) y carnes (0,3%).

Jugaron a favor las bajas de azúcar (2,3%), verduras (2,1%) y aceites (0,5%).

La consultora Eco Go reveló un dato similar: un alza de 0,5% en la tercera semana, con lo cual se acumuló un ajuste de 2,9% en lo que va del mes.

El incremento en los alimentos cuestiona directamente las teorías de que el pass through por la suba del dólar es acotado y apuntala la impresión de que existe una suba de precios reprimida por la pérdida de poder adquisitivo.

Las empresas y negocios siguen “aguantando” los precios porque ante cualquier suba mínima se caen las ventas, pero a poco que encuentren margen irán en busca de la rentabilidad perdida, lo cual ralentizará el proceso de desinflación.

Un factor que pasó a tener “impacto” silencioso es el aumento de los combustibles.

A las petroleras se les quitó la obligación de informar los ajustes mensuales. Así, el gobierno se evita los títulos de cada primero de mes con el alza en el precio de la nafta. De paso, les complica la estructura de costos a las empresas que deben esperar algunos días para incorporar a sus cálculos los tickets de combustibles.

Calladitas, las petroleras metieron cerca de un 12% de aumento en tres meses, muy por encima de la inflación.

La suba de los alimentos de octubre refleja en buena parte ese aumento.

La expectativa está puesta en lo que pueda suceder desde el próximo 1º de noviembre, una vez que ya pasó el acto electoral.

El gobierno postergó aumentos de tarifas y moderó los ajustes de YPF. Pero ya sin riesgo político de corto plazo, la sensación es que se “soltarán amarras”. Y atrás irán las empresas.

Lo que digan las urnas definirá el rumbo económico y el precio del dólar y, por ende, le guste o no al gobierno, le pegará a los precios.

Un valor de la divisa descontrolado provocará un fin de año caliente que con seguridad el gobierno querrá evitar.

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