Dicen que la curiosidad mató al gato, pero no dicen si lo que descubrió valió la pena. (José Saramago)
En el mundo emprendedor, la casualidad y la curiosidad siempre van de la mano.
Aunque se logre algún resultado por casualidad, la posibilidad de que a partir de ahí se avance, es con curiosidad.
Gracias a que el espíritu del emprendedor lleva en su ADN la curiosidad, es que hoy logramos tener entre nosotros avances y resultados que de otra manera hubiera sido imposible llegar. O al menos, no lo podemos saber.
Esa fantástica acción curiosa de detenerse a mirar lo inesperado, observar, explorar, tratar de entender y aprovechar lo nuevo tiene un nombre: SERENDIPIA.
¿Qué es la Serendipia y de dónde viene ese nombre tan raro?
La palabra proviene de serendipity, un neologismo adquirido del inglés. El origen de su utilización se remonta a 1754, cuando el escritor, político e inventor inglés Horace Walpole quedó impresionado por un cuento titulado “Los tres príncipes de Serendip”. En esta historia de aventuras los protagonistas estaban siempre haciendo descubrimientos. Algunos buscados y muchos accidentales.
Walpole usó la palabra serendipity (de Serendip, actual Sri Lanka) para denominar a sus propios descubrimientos y actualmente es un término que se puede encontrar en todos los diccionarios.
El de la Real Academia Española lo define como un “hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual”.
¿Por qué digo que todo emprendedor o quien quiera emprender tiene que tener una buena dosis de curiosidad? Porque lanzarse a lo desconocido es cruzarse todo el tiempo con lo inesperado. Y eso que uno no espera, puede ser la respuesta para alguna pregunta que se haya hecho otra persona alguna vez.
TODAS LAS RESPUESTAS YA ESTÁN ESCRITAS. LAS PREGUNTAS NO.
Estamos rodeados de descubrimientos casuales. Encuentros con lo inesperado en la historia, en la literatura, en la arqueología, en la astronomía y en muchas otras ramas de la ciencia y todos tuvieron un elemento común: la curiosidad. Gente que ante lo que no se esperaba decidió observar, informarse, adentrarse un poco más allá de lo que tenía frente a sus ojos. Así, muchos de los productos que hoy consumimos o utilizamos a diario tuvieron sus orígenes en la casualidad y la curiosidad.
Te cuento algunos ejemplos de productos tremendamente exitosos que surgieron por casualidad, pero también gracias a la curiosidad de sus creadores, que, en realidad, no buscaban eso con lo que se hicieron increíblemente millonarios.
Los cereales Kellogg’s tuvieron un origen accidental. Su creador, Will Keith Kellogg, colaboraba en los preparados alimenticios del Sanatorio Battle Creek. Trataba de buscar un sustituto digerible que reemplazara al pan. Accidentalmente dejó reposar una olla de trigo hervido por un día entero. Al siguiente, pudo observar que su preparado se había convertido en una especie de hojuelas de maíz.
Tiempo después ese descubrimiento se convertiría en el cereal que acompaña un sinnúmero de desayunos y meriendas a lo largo y a lo ancho del planeta.
¿Te suena el apellido Levi Strauss o preferís Los Levi’s? Levi Strauss era un inmigrante alemán llegado a los Estados Unidos que después de dedicarse a la venta ambulante en Nueva York, decidió invertir sus pocos ahorros en comprar loneta marrón y mudarse a San Francisco. Su idea era aprovechar la fiebre del oro que se estaba dando allá, por 1850.
Planeaba usar ese material de muy alta resistencia para que los mineros pudieran hacerse con esas lonas tiendas de campaña, pero no tuvo la receptividad esperada. Esos trabajadores de minas eran personas rudas y toscas a las que no les importaba dormir al aire libre. Sin embargo, se dio cuenta de que tenían problemas con sus pantalones. El duro trabajo los exponía a condiciones de mucha fricción y esa ropa les duraba poco y nada. Entonces tuvo una inteligente idea: llevó a un sastre la loneta que había separado para el proyecto de las tiendas de campaña y le pidió convertirlas en pantalones. El diseño los contemplaba holgados para que fueran cómodos de usar y con parches de refuerzo en las partes que esos hombres más exponían a la fricción en su labor.
Una vez que los tuvo hechos promocionó esos pantalones entre los mineros como un atuendo único por su resistencia y comodidad. Serían los pantalones más fuertes que los trabajadores hubieran usado jamás. A esta tela le agregó refuerzos con remaches que después serían la seña particular de las prendas de Levi’s.
La creación del café torrado tiene una curiosa historia. Cuenta la leyenda que un pastor llamado Kaldi, que paseaba sus cabras por las abruptas laderas de la provincia de Kaffa, en Etiopía, pudo observar cómo sus animales, al comer unos extraños frutos rojos, se tonificaban, pero al mismo tiempo se comportaban de manera extraña. Las cabras se ponían eufóricas.
Entonces recogió unos cuantos de esos frutos euforizantes y los llevó al monasterio cercano al pueblo. Al ver los frutos que traía Kaldi, unos monjes decidieron armar con ellos una infusión colocándolos en una olla y cocinándolos al calor del fuego. El sabor les resultó tan feo que tomaron el resto de los granos
que no habían sido cocinados y los tiraron al fogón. Al tostarse, estos pequeños frutos comenzaron a desprender un aroma que les resultó sumamente agradable, entonces volvieron a intentar hacer otra infusión, pero esta vez con los granos previamente quemados. El resultado final fue un sensacional café. Hoy, café torrado.
El Post-It, los edulcorantes, el helado de palito, el palo selfie, el cristal que usamos en los teléfonos celulares Gorila Glass, la máquina de Rayos X, y muchos otros inventos que hoy usamos a diario, tienen su descubrimiento gracias a la casualidad y la curiosidad. Y hay muchísimas más.
Entonces… ¿Te parece que la curiosidad mató al gato o le dio muy bien de comer?
Si sos emprendedor, o vas a emprender, acordate cuál es la fórmula: C+C (casualidad + curiosidad)
Hablemos.
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