Por Guillermo Chas, abogado constitucionalista y consultor.
La sorpresiva dimisión de Elena Highton de Nolasco a la Corte Suprema de Justicia argentina sumó un nuevo condimento a la turbulencia que viene atravesando el máximo tribunal en los últimos tiempos, pero también abrió un escenario incierto en lo que respecta a su conformación.
La salida de la magistrada, que fue la primera mujer en integrar la cabeza del Poder Judicial y ocupó su vicepresidencia desde 2005 hasta la última renovación de autoridades, generó conmoción a escasas semanas de la compleja designación de sus nuevas autoridades que consagró como presidente a Horacio Rosatti.
Highton había dado una señal de su molestia por entonces, cuando, ante la falta de acuerdo entre los cinco ministros, pidió postergar la votación y, al ser ignorada su petición, resolvió ausentarse del acuerdo en el que se definieron las nuevas autoridades de la Corte.
Sin embargo, su renuncia no era esperada por sus pares ni comentada entre quienes conocen los secretos y pormenores del Palacio de Tribunales. Horas después de su publicación, trascendió que le había comunicado previamente al presidente de la Nación, pero esa información permaneció hermética.
Tras ello, la única certeza que puede presumirse es que su lugar será ocupado por una mujer. En los tiempos que corren, es difícil imaginar que la Corte tenga todos sus asientos ocupados por varones. Highton era la única que seguía integrándolo luego del fallecimiento de Carmen Argibay.
Son muchas más las dudas que los convencimientos en torno a la cobertura de la vacante que requiere del acuerdo de dos tercios de la Cámara de senadores, número que obligará a un acuerdo entre oficialismo y oposición más allá de los resultados de las elecciones generales, donde todo indica que el sector referenciado en el gobierno nacional perderá varios escaños.
La tómbola de posibles candidatos comenzó a girar, pero es muy difícil – sino imposible – aventurarse siquiera en una lista tentativa que pueda sustentarse hasta el momento en que la política alcance el consenso necesario para avanzar en la designación.
Las tempranas especulaciones hablan de mujeres que, actualmente, ocupen lugares de relevancia en los tribunales superiores de las provincias o tengan trayectoria en juzgados federales del interior del País, lo que podría facilitar acuerdos a través de los gobernadores. Pero también están quienes consideran – o desean – que pueda surgir alguna sorpresa proveniente del ámbito de la academia o del ejercicio liberal de la profesión. El perfil técnico del candidato, seguramente, no sea un factor determinante, pero eso no evita resaltar que hay un acuerdo tácito en el mundo judicial respecto a que la Corte debería estar integrada por más constitucionalistas que especialistas en civil, penal o laboral.
Lo que es seguro, es que el vacío será difícil de llenar en todo sentido. Primero, porque las turbulentas condiciones políticas dificultarán el acuerdo, como sucedió tras la renuncia Raúl Zaffaroni en 2014. En aquel entonces, tras el fallido intento de designar al actual embajador en Italia Roberto Carlés, hubo que esperar a la renuncia de Carlos Fayt. Similar situación a la que tiene paralizada la designación del Procurador General de la Nación.
Con dos lugares libres, el reparto suele ser más sencillo. Por eso, surgieron especulaciones con respecto a una posible salida de Juan Carlos Maqueda, aunque no hay elementos que hagan presumir que esté en sus planes dejar el cargo al que llegó en 2002, de la mano de Eduardo Duhalde. Maqueda es, junto a Rosatti, uno de los dos ministros del Supremo que llegaron a sus vocalías con currículum dotados de antecedentes políticos. La modificación del número de integrantes de la Corte tampoco parece, en estos momentos, una opción viable.
También el vacío será difícil de llenar por el pragmatismo y la capacidad en el manejo del espacio de poder que supo administrar la renunciante ministra. Vicepresidente de la Corte desde 2004 hasta ser reemplazada por Carlos Rosenkrantz la semana pasada, su habilidad para desempeñarse en el cargo ha sido resaltada por propios y ajenos y no solo por su extensa trayectoria judicial – siendo la única de los cinco miembros proveniente de la carrera judicial – sino también por su conocimiento jurídico y su implacable solvencia como parte de uno de los estamentos más complejos del poder del Estado.
En lo que respecta al funcionamiento institucional, la paridad de miembros no traerá mayores inconvenientes ya que, en caso de no alcanzarse una mayoría para el dictado de sentencias, la integración se completa con conjueces que son sorteados de entre los miembros de las Cámaras Federales o, en su defecto, de la nómina de abogados conjueces que cuenta con aprobación del Senado.
Por lo pronto, se esperan varios meses de una Corte Suprema funcionando con cuatro miembros, mientras los engranajes de la política se aceiten suficientemente para decidir quién ocupará la vacante que quedará formalmente abierta dentro de tres semanas.