Con un fuerte rechazo de la comunidad internacional, el líder chavista asumió la presidencia por 6 años.
En medio de un cataclismo económico, con una inflación aberrante, escasez de alimentos y medicinas, además de una ola migratoria sin antecedentes y graves denuncias de torturas a opositores, Nicolás Maduro cumplió su objetivo. Pese a los fuertes reclamos de las comunidades internacionales, países de la región y organismos de Derechos Humanos, juró este jueves para un nuevo mandato de seis años en Venezuela.
“Por el legado del pueblo, por Simón Bolívar, por nuestros pueblos originarios, por el legado del comandante Hugo Chávez, por los niños y las niñas de Venezuela”, señaló el dictador caribeño al asumir en la Corte Suprema, en Caracas. Y agregó: “no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma“, en su tarea por el país.
Denunció además una “la campaña de mentiras perversas y asquerosas” en todo el mundo contra su figura y destacó que “Venezuela es un país profundamente democrático”. “Somos una democracia de verdad”, insistió.
“Yo no soy un magnate. Nosotros no nos hemos formado en la escuela de la oligarquía y que viven de la entrega al imperialismo norteamericano. Ratifico mi propuesta, una cumbre especial para revisarnos y debatir francamente”, desafió.
La ceremonia
Los presidentes de Nicaragua, Daniel Ortega; El Salvador, Salvador Sánchez Cerén; y de Osetia del Sur (un país no reconocido por Naciones Unidas), Anatoli Bibílov, fueron los que presenciaron la jura, junto a otra veintena de representantes internacionales.
Trece países del Grupo de Lima –Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía–, Estados Unidos y Canadá, además de la UE y sus estados miembro, incluido España, no enviaron este jueves representantes y advirtieron que no reconocerán el Gobierno de Maduro.
