A pesar de que los números muestran una clara superioridad del peronismo, la gente supo valorar los frutos del esfuerzo y uno de cada tres bonaerenses lo reconoció. Y eso es mucho.
Por Miguel Ángel Rouco
Las simplificaciones siempre llevan consigo groseras reducciones de la realidad. No todos los hechos son reveladores de la realidad, ya que esconden significativos episodios que luego se revelan como determinantes, aunque en primera instancia aparezcan como mínimos.
Cuando se analizan los resultados de las elecciones locales en la provincia de Buenos Aires, se busca nacionalizar las proyecciones hacia los comicios de octubre, haciendo un simulacro de lo que puede ocurrir con la renovación del Congreso Nacional.
Eso es desconocer lo que ocurre en un ámbito tan particular y en un microcosmos como el bonaerense. Si bien existen vasos comunicantes entre ese espectro minúsculo del país y la realidad nacional, no es menos cierto que los datos objetivos de la realidad muestran que la economía está mucho mejor que hace 20 meses, cuando el peronismo abandonó el país envuelto en llamas.
El superávit fiscal se mantiene, está garantizado y la disciplina monetaria descarta cualquier estallido inflacionario.
El apoyo de los organismos financieros internacionales y la llegada de nuevos flujos de capital permiten augurar que las deudas podrán ser canceladas sin situaciones traumáticas.
La producción industrial empezó a mostrar signos, aunque tenues, de movimiento ascendente, la producción agropecuaria vuelve a incrementarse, a pesar de las dificultades climáticas. La minería y la producción de hidrocarburos están en niveles óptimos, en medio de aumentos en los bombeos de crudo a nivel mundial.
Todo esto enmarcado en un mundo y en un año de alta volatilidad política y económica, signada por guerras de líneas de fractura y de cambios en el comercio internacional.
Con todas esas adversidades, el gobierno logró encauzar la economía y salvar a la Argentina del abismo creado por la última gestión del peronismo.
Los cambios normativos en materia monetaria han provocado un enfriamiento de las expectativas inflacionarias y la adopción de un férreo control sobre los excedentes monetarios.
La contracción de la base monetaria obliga a todos a extremar la disciplina financiera, sin importar el tamaño del agente económico, al menos hasta lo que resta del año.
Aun así, hubo una expansión de los préstamos hipotecarios y prendarios, aumentaron los adelantos en cuenta corriente como así también los préstamos personales y las deudas con tarjetas, todo lo cual revela que hay una reactivación tenue aunque apalancada.
Está claro que ajustar y expandir al mismo tiempo es imposible.
Los fundamentos macroeconómicos se mantienen y eso permite que se empiecen a ver signos de reactivación. Eso es garantía de que la gente está percibiendo los primeros frutos del esfuerzo de estos 20 meses.
¿Por qué entonces se percibe que en la provincia de Buenos Aires se le dio la espalda a la administración Milei?
Es simple: en ese distrito, bastión fuerte del peronismo, el aparato que vive a expensas del tesoro provincial quebrado votó para mantener el status quo, porque aún no percibe alternativas a ese esquema.
Está claro que no estuvo en juego el plan económico sino el mantenimiento de los privilegios de la burocracia provincial y municipal, algo similar a lo ocurrido hace unas semanas en Corrientes.
Los que viven del aparato estatal, en especial en el Conurbano, le dieron la espalda al proyecto de Milei, algo que no ocurrió en el interior productivo bonaerense.
También está claro que hubo errores de diseño en la campaña libertaria y en la comunicación del Gobierno con los ciudadanos, algo que deberá ser revisado de cara a octubre.
A tal punto que el propio Milei tuvo que bajar a “embarrarse” en las calles bonaerenses porque los dirigentes locales lo dejaron solo, como también lo dejaron en las mesas electorales donde ni siquiera se contó con fiscales.
Ante el aparato y la burocracia bonaerense, la orfandad en la campaña, la falta de fiscales y los errores de comunicación de los candidatos libertarios, Milei, en la más absoluta soledad, obtuvo el 34% de los votos.
A pesar de que los números muestran una clara superioridad del peronismo en las elecciones bonaerenses, Milei se llevó un triunfo importante para las elecciones generales. Ahora deberá corregir errores propios. Pero la gente supo valorar los frutos del esfuerzo y uno de cada tres bonaerenses lo reconoció. Y eso es mucho.