La legisladora explicó su seguimiento en Asunción, pero insiste en reclamar el alejamiento de la dos de la AFI, SIlvia Majdalani.
Su voz ya no es el trueno que la semana pasada hizo temblar los cimientos del Gobierno con sus admoniciones sobre un posible alejamiento de Cambiemos si el Presidente no la cuidaba ni «se ponía los pantalones». Pero esa calma -y el cansancio de una extenuante jornada política en Mendoza el lunes- no aligera la gravedad de sus palabras. «Gustavo Arribas -el titular de la Agencia Federal de Inteligencia- me explicó que en Paraguay me cuidó una persona cercana a él», admitió la diputada. «Pero en Argentina los espías escuchan mis conversaciones y me hacen seguimientos. Agradezco que se investigue y se publique», remató, antes de volver a pedir el alejamiento de la dos de la AFI, Silvia Majdalani, y de involucrar en la supuesta persecución en su contra al ministro de Seguridad de la Provincia, Cristian Ritondo.
─En un breve tuit, el lunes usted informó su satisfacción respecto a las explicaciones de Gustavo Arribas sobre el supuesto espionaje de su viaje a Paraguay. ¿Qué le dijo?
─Arribas me trajo un informe pedido por él a gente de su confianza. Me contó que en Asunción reportaba sobre mi presencia una persona de su grupo, y que la foto que ustedes publicaron la había sacado un allegado al señor Caminos, con quien yo estaba reunida en el hotel Guaraní. La policía paraguaya también me protegió, porque allá tuve varias reuniones muy serias con fiscales anticorrupción y otras autoridades, en busca de información muy seria sobre el tráfico de drogas en la Hidrovía del Paraná y las vinculaciones de Aníbal Fernández, el «Caballo» Suárez y hasta aviones de Lázaro Báez. Lo que pasa es que allá no puedo avisar a la embajada argentina, porque la maneja Eduardo Zuaín, el ex vicecanciller de Héctor Timerman. Eso es un escándalo.
─¿Las explicaciones de Arribas la hicieron cambiar de opinión respecto a la supuesta vigilancia sobre su persona?
─De ninguna manera. Que quede claro: acá me espían, me vigilan, escuchan mis conversaciones y hacen informes sobre la gente que se reúne conmigo. Varias personas que se fueron de mi casa -Carrió vive en un country de Exaltación de la Cruz- recibieron llamados preguntando qué habían hablado conmigo. Incluso un periodista famoso, a quien llamaron diez minutos después de que se había ido y todavía estaba en la Panamericana volviendo a la Capital.
─¿Sigue responsabilizando entonces a la subdirectora de Inteligencia, Silvia Majdalani, por ese espionaje ilegal?
─Totalmente. Majdalani se tiene que ir. Ella controla lo que se hace en la AFI, y la usa para hacer espionaje político y operaciones. Y en esas cosas trabaja también con Cristian Ritondo, que es asesorado por Granados (el intendente de Ezeiza, ex ministro de Seguridad de Scioli), Matzkin (ex jefe de la Bonaerense) y una agencia de inteligencia que se llama C3 y que maneja un señor Leonardo Scaturice.
─¿Tiene pruebas de lo que está diciendo?
─Claro. Si está todos mezclados. El día en que allanaron la casa de la ex esposa de Ibar Pérez Corradi (el narcotraficante de la efedrina atrapado en el Triple Frontera el año pasado, ahora preso) para enviarle un mensaje mafioso a él, que estaba prófugo, Majdalani y Ritondo seguían el procedimiento personalmente en una sede policial. Ese operativo fue cuestionado por la justicia, fue un apriete.
─¿Cree que las denuncias judiciales «mellizas» en su contra por supuesto enriquecimiento ilícito por parte del albañil Paz y el abogado Valdez son parte de esas operaciones que usted denuncia?
─No tengo dudas. Todavía estoy investigando, y ya descubrí que desde marzo Valdes está en la lista de abogados para integrar los jurados de enjuiciamiento de magistrados. Ahí están Lorenzetti -a quien Macri le dio el control de las escuchas telefónicas judiciales- el juez Lijo y Ritondo. Ese pobre albañil Paz es de Pilar, donde Majdalani quiso ser intendenta. Al final del camino me voy encontrando siempre con las mismas personas.
FUENTE: CLARIN