La Santa Sede se resiste a romper relaciones con el gobierno venezolano, a pesar de la falta de reconocimiento de buena parte de la comunidad internacional.
El Vaticano envió un representante a la asunción de Nicolás Maduro, pese a las críticas recibidas por la comunidad internacional al no romper relaciones diplomáticas con Venezuela y Nicaragua, dos gobiernos autoritarios que no tienen reconocimiento de más de una decena de países.
Quien se hizo presente fue Monseñor George Koovakod, encargado de negocios de la Santa Sede, a quien el jefe de Estado venezolano le agradeció su presencia al inicio de su discurso.
Tras las críticas recibidas, Francisco subrayó que «la Santa Sede no busca interferir en la vida de los Estados» y dijo que su pretensión es «ponerse al servicio del bien de todo ser humano» y «trabajar por favorecer la edificación de sociedades pacíficas y reconciliadas».
Respecto a Venezuela, deseó «que se encuentren vías institucionales y pacíficas para solucionar la persistente crisis política, social y económica».
«Vías que consientan asistir, sobre todo, a los que son probados por las tensiones de estos años y ofrecer a todo el pueblo venezolano un horizonte de esperanza y de paz», agregó.