El museo parisino volvió a recibir visitantes este miércoles, aunque la sala donde se produjo el audaz robo permanece clausurada.
Tras tres días de cierre, uno de ellos por asueto, el Museo del Louvre reabrió sus puertas este miércoles a primera hora, luego del robo de nueve joyas de la corona francesa que generó conmoción mundial. Sin embargo, la Sala Apolo, epicentro del hecho, seguirá cerrada al público mientras avanza la investigación.
El hecho, que generó conmoción internacional, se produjo a apenas 250 metros de la Mona Lisa. Según las autoridades, los ladrones estuvieron menos de siete minutos dentro del museo y lograron sustraer piezas de incalculable valor histórico, pertenecientes a la colección de Napoleón y la emperatriz Eugenia. La muestra incluye collares, broches y diademas, aunque aún no se ha difundido un inventario preciso de los objetos robados.
La pieza más valiosa de la colección, el diamante Régent de 140 quilates, no fue robada. Sin embargo, el diario Le Parisien informó que una de las joyas, presuntamente la corona de la emperatriz, fue hallada rota en las afueras del museo, lo que refuerza la hipótesis de una fuga apresurada.
Durante el cierre, decenas de forenses y agentes policiales trabajaron en el lugar. El ministro del Interior, Laurent Nuñez, y la titular de Cultura, Rachida Dati, confirmaron que se trata de ladrones profesionales que realizaron un reconocimiento previo de la zona. La fiscal Laure Beccuau, por su parte, habló de un “comando organizado” que actuó con precisión quirúrgica.
El robo pone en tensión los protocolos de seguridad del museo más visitado del mundo y reabre el debate sobre la protección de piezas históricas de alto valor simbólico. Mientras tanto, el Louvre intenta recuperar la normalidad, aunque con una herida abierta en el corazón de su patrimonio imperial.