Alberto y Cristina no se hablan. Máximo y Kicillof lo hacen obligados por la situación social alarmante del Conurbano. Massa amenaza y otros con mucha ingenuidad y pocas ideas apuestan a pasar el verano.
Por Marcelo Bonelli para Clarín.
El clima “se enrareció” otra vez sobre el Gobierno: volvieron las chicanas, los cruces y las peleas. La precaria estabilidad del dólar alentó falsas ilusiones, pero la inflación avivó las disputas.
La vice bramó contra Alberto. Hubo insultos en privado cuando el Presidente se diferenció en IDEA de la corrupción de Cristina.
Alberto pregunto a los empresarios: “¿Alguien en este gobierno les pidió un centavo para hacer obra pública?”.
Fue un exocet contra la vice. Máximo devolvió el mandoble. En privado se acordó de la madre de Alberto. También La Cámpora puso en duda el acuerdo con el FMI.
La inestabilidad está a la vuelta de la esquina y la cúpula del Frente de Todos volvió a jugar con fuego.
Ignacio de Mendiguren graficó la locura: “Nos gusta jugar y cabecear con granadas en un gasoducto”. Sergio Massa está inquieto. Las peleas le agregan una dosis mayor de zozobra al dólar.
El ministro tiene el apoyo político de la vice y el aval de Alberto. Pero los primeros escarceos alteraron sus ánimos. Massa le mandó un mensaje claro a Máximo: “Si me rompen las pelotas , yo me voy”.
El jefe de La Cámpora se incomodó: el Instituto Patria no tiene plan “B” para Economía. Por eso Máximo tranquilizó a Massa y comunicó que iba a aprobar el Presupuesto.
En el “Patria” no confían y temen lo peor: que el ficcional relato progresista quede hecho añicos frente a la dureza económica y la inflación.
Por eso la vice le pidió a Axel Kicillof que “monitoree” al equipo económico. Y le encomendó a Augusto Costa que controle a Matías Tombolini.
Clarín confirmó que Cristina presionó la semana pasada por un congelamiento general de precios en los alimentos.
La vice tiene una visión conspirativa de la vida: sostiene que los formadores de costos se aprovechan y remarcan para socavar su proyecto político.
La relación Massa-Axel hasta ahora no explotó. El diálogo es fluido y el ministro le dio un lugar en el debate interno.
Igual tajante, Massa ya rechazó varias perimidas ideas de la dupla Axel-Costa. El ministro volteó desde Washington, la propuesta que ambos impulsaban: congelar los precios.
Para el rechazo utilizó un misil: “No vamos a congelar, porque eso siempre fracasó”. Así hundió la principal propuesta de la jefa del Senado. La vice tiene pánico a un conflicto social que se la lleve puesta.
Axel y Máximo se desprecian. El jefe de La Cámpora le cuestiona todo y sistemáticamente le hace la vida imposible. El destrato entre ambos es similar a la disputa entre Cristina y Alberto.
La vice aborrece al Presidente. Alberto dice que Cristina tiene “delirios” y ahora la ignora. Hace 49 días que no se hablan. La última vez que se vieron fue el día después del atentado.
Máximo y Axel tienen otros modos. Pese a que no se soportan se vieron el miércoles en una reunión poco habitual. en la que se trato un tema en el que ambos coinciden: la alarma por la situación social en el Conurbano.
Un secreto informe de inteligencia alerta sobre los estragos que hace la inflación entre los pobres. En ese sentido, ese trabajo también avisa sobre reclamos y movilizaciones que podrían ocurrir después del Mundial del mes próximo. Justo para diciembre, el mes caliente antes de las Fiestas.
A partir de esos informes surgen los desesperados reclamos por un control de precios. Ignoran que la inflación es fruto del desaguisado macroeconómico.
Massa tiene dos anclajes: sentarse sobre las reservas y cumplir el acuerdo con el FMI.
Las muletas y la ingenuidad
Los funcionarios hablan de un insólito “Plan Marzo”. Consiste en llegar con muletas hasta la próxima liquidación de la cosecha de granos.
En la Casa Rosada creen que el Mundial y las vacaciones harán trascurrir sin sobresaltos la alocada economía.
Todo en base -es obvio- a una ingenuidad absoluta. Las válidas distracciones no tapan los graves problemas sociales.
Además, la ausencia de dólares ya comienza a notarse. En el BCRA hacen un conteo diario de camiones rumbo al puerto. El torniquete es total para las importaciones.
Miguel Pesce también calcula una cuestión central: cómo afectara la sequía. Ya habría 5,5 millones de toneladas menos.
El panorama es difícil. Otro informe secreto, en este caso del círculo rojo dice que “el mercado cambiario seguirá muy estresado”. Este trabajo lo tienen los CEO de las multinacionales y está en la UIA y en ADEBA.
Pesce comparte la preocupación que tiene Massa. Los dos se desconfían, pero ahora tienen un objetivo común: no perder dólares. Pesce blindó al BCRA y acotó la influencia de Lisandro Cleri. El vice es el hombre de Massa .
Hace semanas Pesce y Cleri tuvieron un fuerte cruce por el “blooper” con la resolución que limitaba el acceso de los productores al dólar financiero.
Massa responsabilizó a Pesce por el grosero error y obligó al directorio a enmendar la falla del BCRA. Se corrigió horas después y con una desprolija resolución a medianoche.
Pero Pesce le envió un informe a Alberto diciendo que el traspié fue fruto de una mala instrumentación del propio Cleri. Lo contradijo al ministro y afirmó: “Yo ese día no estaba en Buenos Aires”.
Por eso los “lobos” de Wall Street están llenos de incertidumbre. Esta semana el desconcierto oficial se reflejó en otro papelón: la pelea de Gabriela Cerruti con un cholulo de Gran Hermano. En Manhattan ven que no hay proyectos y que tampoco la oposición brilla con propuestas. Juntos parece Titanes en el Ring: todos contra todos.
Alberto busca la “quimera” de la reelección. Pero aumenta los conflictos con su propia tropa. Primero se fue Juan Zabaleta. Ahora se va Juan Manzur. El jefe de Gabinete retomará la gobernación y tiene un sueño: si su fórmula –irá como vice- gana holgada la elección en Tucumán, retomará su proyecto presidencial.
Manzur decidió apurar su salida, después de una dura conversación con Alberto. Dice que el Presidente lo defraudó. Alberto quiere el retorno de Santiago Cafiero en su lugar. ¿Otro candidato? Agustín Rossi, hoy en la AFI.
La mirada de Washington
El FMI y Washington van a sostener al gobierno. La decisión de la Casa Blanca es no empujar y evitar una crisis en América Latina.
Massa recibió ese mensaje en su última reunión con Kristalina Georgieva y su gira en Washington. El apoyo excepcional del BID fue una señal política para el ministro.
Ahora se trabaja en la sucesión del BID. Argentina no presentará candidato, después de que se esfumara la idea de proponer a Santiago Cafiero. La escandalosa salida de Mauricio Claver Carone habría sido fruto de un anónimo que hizo circular la Argentina.
Hay una ley política: “El que saca, no pone”. Las denuncias de romances prohibidos siguen explotando en el BID. Ahora involucran al argentino James Scriven. Y muchos afirman que sería una vendetta de Carone.
Jair Bolsonaro y Brasil proponen a Ilan Goldfajn, actual auditor de Argentina en el FMI. Su candidatura solo correrá si Bolsonaro le gana la elección a Lula en el balotaje.
Alberto recibió un “memo” que dice que Lula está en problemas: el documento diplomático insiste en que Bolsonaro acortó diferencias por el último debate, la deflación y la ayuda especial a 20 millones de familias. El «plan platita brasileño”.
Costa Rica candidateó para el BID a su ex presidenta Laura Chinchilla. Y México quiere que Argentina apoye a Alicia Barcena.
La cuestión está peleada. Como otro tema delicado: estaría caída la cumbre entre Alberto y Joe Biden. Sería un baldazo de agua helada muy difícil de digerir.