David Lipton, director interino, le puso paños fríos a la negociación que mantiene con el Gobierno y dejó en duda el desembolso de US$ 5400 millones.
Luego de la reunión que mantuvieron ayer en Nueva York representantes del Fondo Monetario Internacional junto al presidente Mauricio Macri, el ministro de Hacienda Hernán Lacunza y el titular del BCRA, Guido Sandleris, el director gerente interino David Lipton, reconoció en diálogo con Bloomberg Radio que la relación con la Argentina no pasa por el mejor momento.
El FMI “va a trabajar para una eventual reanudación de una relación, que tal vez tenga que esperar un tiempo”, reveló este miércoles el funcionario del organismo.
“La situación de Argentina en este momento es extremadamente compleja”, resumió Lipton en la misma entrevista, en sus últimos días al frente del Fondo, puesto en el que asumirá el 1° de octubre la búlgara Kristalina Georgieva.
Se trata de la primera manifestación explícita desde el FMI de la entrada en suspenso del préstamo stand-by para la Argentina, por los u$s57.000 millones, pactado a tres años. Sus comentarios se conocen además cuando en Washington, el propio Lacunza y los secretarios que lo acompañan, almorzaban con el director para el Departamento Occidental del Fondo, el mexicano Alejandro Werner, y el líder para la misión de la Argentina, Roberto Cardarelli.
Desde la Argentina esperaban que en torno al 15 de septiembre se efectuara el sexto desembolso por u$s 5400 millones, monto con el que el Gobierno de Macri hubiera recibido el 90% del crédito en 15 meses. Pero el resultado de las elecciones primarias del 11 de agosto, que ubicaron al candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández, 16 puntos por arriba de Macri, modificaron el panorama y el giro del dinero se truncó.
En ese sentido, Lipton aseguró en el reportaje que están “listos para ayudar a cualquier lado que gane las elecciones presidenciales, pero sostuvo que “no es nuestro negocio tratar de adivinar el camino político hacia adelante, no podemos hacer eso”.
Desde la perspectiva del FMI, sólo restaban girar menos de u$s 1000 millones por trimestre (hasta los u$s 7000 millones), cifra que se torna en un incentivo débil para que Fernández o algún otro – diferente de Macri-, a la hora de avanzar con los planes de ajuste fiscal requeridos en el programa, que buscan para el 2020 un superávit fiscal equivalentes a 1% del PBI.
Sobre el control de capitales impuesto por el equipo de Sandleris y Lacunza, que busca frenar la sangría de salida de dólares, y las consecuentes resurgimiento de la relevancia de los mercados paralelos al tipo de cambio oficial, Lipton respondió: “Hemos tratado con países que tienen mercados paralelos en muchas, muchas circunstancias. Ese no es un gran desafío”. Y definió que “el problema más grande es cómo calmar el mercado y estabilizar la situación”.
Lacunza informó que las reuniones técnicas continuarán en Washington el próximo 14 de octubre, pero sin indicios que anticipen que el Fondo dará luz verde al desembolso tan ansiado.
En el Fondo miran la perspectiva de acceso a los mercados, la sostenibilidad de la deuda, la capacidad y voluntad de las autoridades de poder aplicar las medidas que surjan del programa. Mientras tanto en el tire y afloje, el Ejecutivo presiona y afirma que el país no se alejó de ninguna de las condiciones incluidas en el programa firmado. “La Argentina cumplió con todos los compromisos en materia monetaria y fiscal, tanto a nivel cuantitativo como cualitativo, eso quedó claro en la reunión”, aclaró el ministro de Hacienda.