Existe un problema grave que la Casa Rosada quiere ocultar, por sus fuertes implicancias económicas: el valor del dólar comenzó a tener un fuerte retraso y complicará la reanimación de la economía.
Ayer volvió a caer a un mínimo de 15,70 y un informe reservado de los caciques de la Unión Industrial estima que el retroceso podría llevarlo a los 15 pesos en el otoño.
El atraso actual del tipo de cambio estaría en el 22 % y su valor de equilibrio real tendría que ser de 19,50 pesos. En esos coinciden un informe de The Economist y la mayoría de los economistas. Guillermo Nielsen así lo dijo a inversores: “el dólar siempre vale igual que un litro de nafta, que hoy cuesta 20 pesos”.
Mauricio Macri conoce el problema. En su poder tiene informes reservados que le advierten los efectos nocivos de un billete que no acompañó los costos internos. El propio Presidente lo admitió en encuentros privados: “ El dólar va a ser un dolor de cabeza este año”. Macri hace referencia a los efectos nocivos del atraso cambiario, que Argentina ya experimentó en otros ciclos históricos como el de Domingo Cavallo y Axel Kicillof. Un dólar desactualizado –como una droga– ayuda en el corto plazo a contener la inflación. Eso puede beneficiar electoralmente. Pero, a mediano plazo, es ruinoso para las economías regionales, castiga a los exportadores y le pone un freno a la actividad fabril. En otras palabras: desalienta la inversión.
Macri habló del tema con el Jefe del Banco Central. Le dio la siguiente orden: “el billete no puede bajar de los 16 pesos”. Fue en enero. Pero Federico Sturzenegger fracasó: el dólar se desploma y caerá más con el ingreso de la cosecha.
Sturzenegger dedicó buena parte del verano a hablar y exigir a líderes empresarios: “no tienen que dar aumentos de salarios por encima del 18 %”. Pero la realidad lo dejó tecleando: no pudo cumplir ese tope ni el propio BCRA, donde el aumento de sueldos será del 24,5 %.
El proceso del atraso cambiario es fruto de los actuales desequilibrios macroeconómicos que el propio gobierno decidió no corregir. Resolvió por ahora “surfear” los inconvenientes. Mauricio Macri lo confirmó esta semana en la Asamblea Legislativa: su discurso postergó toda decisión importante para después de las elecciones. También, que la Casa Rosada seguirá sin exponer un plan fiscal y monetario para favorecer el crecimiento.
La señal no es buena. Tampoco la decisión de excluir a los empresarios del simbólico acto: no fue invitado al Congreso ni un solo jefe de las entidades del movimiento empresario.
Los propios funcionarios, con sus decisiones, son los que profundizan el deterioro del tipo de cambio: -Las altas tasas de interés del BCRA alientan la “bicicleta financiera” y permiten a los banqueros jugosas utilidades en dólares. El costo del dinero ya frena la economía. Está 8 puntos por encima de la pauta de inflación del BCRA y tiene una sobretasa de 5 puntos.
Así, los especuladores venden dólares para colocar pesos. Se trata del festín de las “Lebac”. Esto hace bajar artificialmente aún más la cotización del billete y perjudica a la actividad productiva.
-La decisión política de mantener elevado el déficit – en los altísimos niveles de Cristina – obliga a aumentar el endeudamiento. Ese enorme ingreso de fondos financieros también provoca la baja adicional del dólar -Los otros factores que generan un dólar atrasado son genuinos: el exitoso blanqueo y la cosecha récord de granos.
La cuestión será tratada la semana próxima en la Unión Industrial. Adrián Kauffman convocó a la cúpula fabril. La UIA tiene un informe secreto que dice lo siguiente: el atraso cambiario golpea a los sectores afectados por la importación. Se trata de textiles, metalúrgicos, indumentaria y zapatos.
El documento señala que en enero se “tocó piso” con la actividad. En febrero mejoró la industria vinculada al campo y a la construcción. Van a esperar los resultados de marzo, para dar un veredicto.
Los sectores más castigados son los afectados por las importaciones. Son los gremios que movilizan la marcha de la CGT.
La acción sindical terminará en un acto multitudinario frente al Ministerio de la Producción. Para su titular Francisco Cabrera, será – paradójicamente -una bocanada de oxígeno. El ataque de la CGT frenará por un tiempo las fuertes objeciones que hay en el gabinete hacia el ministro.
Cabrera tiene muchos críticos internos: lo acusan de inactividad y de no contener a los sectores productivos.
Cabrera se defiende: dice que es difícil hacer política fabril en un gobierno que no definió su política productiva. En cambio, la AFIP definió una acción que meterá ruido: ayer apeló la decisión que permitiría impunidad fiscal a Cristóbal López.
Fue una presentación ante la Cámara de Casación, para evitar que el fraude al fisco por 8.000 millones de pesos quede en la nada.
La AFIP ya tomó medidas administrativas para evitar la impunidad del “Zar del Juego”. Pero López hizo una presentación por escrito pidiendo la moratoria. Se ampara en una insólita decisión de la justicia: de prosperar consagraría la inmunidad fiscal de López.