El divulgador científico Diego Golombek brindó explicó durante una charla en Fundación OSDE por qué el descanso es esencial para la salud integral: los mejores consejos para mejorar su calidad.
En una nueva apuesta por acercar la ciencia al día a día, el doctor en Ciencias Biológicas y reconocido divulgador científico Diego Golombek ofreció este jueves una conferencia titulada “Dormir bien, vivir mejor” en el auditorio de Fundación OSDE. El encuentro tuvo como objetivo reflexionar sobre la importancia del sueño y ofrecer herramientas para mejorar su calidad.
Golombek —referente internacional en cronobiología— advirtió que el sueño no es un lujo, sino una necesidad biológica: “No se trata solo de dejar de hacer cosas; dormir es esencial para recuperar energía, fortalecer el sistema inmune y consolidar la memoria”, explicó. A su vez, introdujo el concepto de “deuda de sueño”, y alertó que “el tiempo perdido no se recupera con siestas ni durmiendo más”, ya que los daños a la salud pueden ser irreversibles.
El impacto de dormir poco va más allá del cansancio. Según Golombek, afecta el ánimo, las relaciones interpersonales, el rendimiento laboral y hasta la economía: “Se estima que los trastornos de sueño le cuestan a Argentina un 1,3% del PBI”. También señaló que dormir menos de lo recomendado —al menos siete horas en adultos— está asociado a un mayor riesgo de enfermedades como diabetes, obesidad y afecciones cardiovasculares.
Las pantallas fueron otro foco de la charla: su luz azul confunde al reloj biológico, empeorando la calidad del sueño. “Lo ideal es que no entren al dormitorio. Si necesitás alarma, mejor un reloj que no sea el celular”, recomendó. Además, vinculó el exceso de luz nocturna con el aumento de la obesidad.
Para cerrar, dejó una advertencia clave: “Dormir poco tiene el mismo efecto que conducir alcoholizado. Dormir mal es un riesgo vial”.
Golombek, autor de libros como Las neuronas de Dios y La ciencia de las (buenas) ideas, dirige actualmente el Laboratorio Interdisciplinario del Tiempo en la Universidad de San Andrés y el de Cronobiología en la UNQ, además de desempeñarse como investigador superior del CONICET.