Sally Yates, quien había pedido no defender el veto a los inmigrantes, fue relevada anoche por orden del magnate.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, despidió anoche a la fiscal general Sally Yates, por haber ordenado a todos sus subordinados que no apoyaran el polémico veto del republicano contra inmigrantes y refugiados.
El conflicto inició cuando la fiscal general envió una carta a todos los fiscales del Departamento de Justicia filtrada por los principales medios de comunicación del país en la que decía no estar «convencida» de que la orden ejecutiva firmada el viernes por Trump para luchar contra el terrorismo yihadista fuese «legal».
«Soy responsable de velar porque las posiciones que tomamos en los tribunales sean consistentes con la solemne obligación de esta institución de buscar la justicia y defender lo que es correcto», afirmó en la misiva la fiscal general en funciones. Y agregó: «En este momento, no estoy convencida de que la defensa de la orden ejecutiva sea consecuente con estas responsabilidades ni estoy convencida de que la orden ejecutiva sea legal».
«Mientras siga como fiscal general en funciones, el Departamento de Justicia no presentaré argumentos en defensa de la orden ejecutiva, a menos y hasta que esté convencida de que sería apropiado hacerlo», concluyó Yates.
Pero horas después el magnate optó por fulminar a Yates, a la que acusó de haber «traicionado» al Departamento de Justicia con su decisión. «Ha llegado el momento de ponernos serios para proteger a nuestro país. Imponer un escrutinio más duro a individuos que viajan desde siete países peligrosos no es extremo. Es algo razonable y necesario para proteger a nuestro país», sostuvo en un comunicado la Casa Blanca.