El debate por las jubilaciones expuso como nunca las diferencias en el partido. Y puede incidir en el armado electoral para las legislativas 2025.
¿En cuántos pedazos se divide el radicalismo a esta altura? ¿A qué porción del electorado busca representar? La cantidad de respuestas puede variar de acuerdo con cada sector del partido, según la mayor o menor afinidad con el Gobierno, la provincia -y en ese territorio el nivel de apoyo a Javier Milei en las cuestas-, si se trata de un dirigente que responde a un gobernador o “sin tierra”, si se le vence el mandato el año próximo y explora armados para renovar, ya sea con una parte del peronismo o con los libertarios.
La foto de los cinco diputados radicales en la Casa Rosada cristalizó la división que se venía incubando a medida que avanzaba el calendario y el Gobierno operaba para seducir a un grupo con la zanahoria de un posible armado electoral en conjunto el año próximo. Incluso dejaron correr la intención de incorporarlos al oficialismo o articular en el Congreso con un interbloque.
El tucumano Mariano Campero, el correntino Federico Tournier, el cordobés Luis Picat, el neuquino Pablo Cervi y el misionero Martín Arjol dejaron la cuerda partidaria a punto de cortarse al posar con Milei para confirmar que cambiarán el voto y no rechazarán el veto a la recomposición de los haberes jubilatorios.
Los cinco ya habían acompañado al Gobierno para avalar el DNU que otorgó $ 100 mil millones de fondos reservados a la SIDE, con la santacruceña Roxana Reyes y los mendocinos Lisandro Nieri y Pamela Verasay. En ese caso no resultó tan explosivo porque se impuso el rechazo al decreto. Ahora la marcha atrás con un proyecto impulsado por el propio radicalismo y la foto en la Casa Rosada un día antes de la sesión terminó de incendiar al partido.
“Innecesario, inoportuno, demasiado”, consideraron cerca de Rodrigo de Loredo, el jefe de bloque con una postura afín al Gobierno aunque en una búsqueda de equilibrio con el resto, de perfil más opositor. “Ya no da para más, va a ser muy difícil la convivencia”, advirtió uno de los siete legisladores más críticos de Milei, alineados con Facundo Manes.
Con el apoyo de ese grupo de diputados al oficialismo, al Gobierno se le facilitó el propósito de frenar la insistencia de la ley vetada que requiere los dos tercios de los votos. Hubo comunicados y pronunciamientos para exigir que sostengan la postura de junio -hubo 33 positivos y un solo ausente entre los radicales-, desde una advertencia de la Convención Nacional para intervenir con el Tribunal de Etica hasta documentos de ex gobernadores y legisladores y otro con más de 800 firmas de dirigentes partidarios.
“No tengo idea, en miles de pedazos. El radicalismo está anarquizado”, admitió el desconcierto un referente parlamentario con cargo en la estructura de la UCR. “Los que se sacaron la foto quieren ser candidatos del Gobierno, pero esto forma parte del desaguisado general. Se naturalizó que cada uno hace lo que quiere”, apuntó otro a la falta de conducción de Martín Lousteau.
Al titular del Comité Nacional, que en el Senado había quedado expuesto al votar en algunos casos a contramano del resto del bloque, le reprochan no reunir a los jefes legislativos para intentar bajar una línea: “No construye un ámbito colectivo”.
Del lado del ex ministro de Economía replican que Alfredo Cornejo y Gustavo Valdés, los gobernadores con mayor sintonía con la Casa Rosada, desconocen lo que se discute y define en la sede de la calle Alsina. “Lo que pasó con los diputados es un papelón y la unidad de ese bloque es insostenible. Ellos dos y De Loredo trabajaron con el Gobierno para frenar el rechazo al veto”, señalaron. Lousteau y De Loredo eran aliados, al punto que el senador había impulsado al diputado como jefe de la bancada. ¿Esta vez se rompe además de doblarse?