El ex vicepresidente dio precisiones sobre su actual relación con CFK, quien nunca lo visitó en la cárcel.
ENTREVISTA EXCLUSIVA CON INFOBAE:
¿Siente que la gente se alegra -aunque no fue la manera correcta– de verlos presos, que la gente necesita verlos presos?
—Me parece que hay un grupo de la sociedad que quiere que nos vaya lo peor…
—¿La gente que votó a Mauricio Macri?
—No creo que sea toda, ni creo que sean todos los funcionarios de este gobierno. Hubo un grupo de gente que decía «Viva el cáncer» cuando Eva Perón tuvo cáncer, así que a partir de ahí se puede esperar cualquier cosa.
—¿La grieta estuvo siempre?
—Sí. Estuvo, está y va a estar. Este nombre nuevo de la grieta es un invento de marketing, porque la verdad es que las sociedades tienen conflictos, y la democracia es la mejor forma que conocemos de resolver esos conflictos. Lo cual no quita que haya grupos fanatizados, en una punta y en la otra, que quieran resolverlo de otras maneras.
—¿Ustedes hacen autocrítica? ¿No siente que han hecho mucho también para que la gente esté dividida?
—Si defender los ideales y defender las medidas que uno tiene convicción de que hay que tomar colaboró en la grieta, bienvenido sea. Me parece que cuando se quieren tapar los conflictos entre los trabajadores y los empresarios, cuando dicen «todos queremos lo mismo», es mentira. Todos no queremos lo mismo. Lo que pasa es que lo tenemos que resolver de una forma civilizada.
—Pero ¿cuál es la autocrítica que hace Boudou en particular, el kirchnerismo en general o el peronismo? El peronismo que ahora está tratando de unirse, y uno no tiene muy claro quiénes son los que están juntos y por dónde van.
—Bueno, forma parte de este conflicto de intereses que tiene la sociedad ¿no? O conflicto de visiones que tiene la sociedad. Por eso yo creo que la unidad es fundamental para la oposición, pero como no estamos unidos lo que es necesario es la unidad alrededor de un programa y no de nombres. Porque los nombres quedan en fotos y esas fotos…
—¿O es que no hay claramente nombres?
—Hay muchos nombres.
—¿Cuáles? Tíreme tres nombres.
—¿De qué?
—De candidatos, de posibles figuras, líderes.
—En nuestro espacio primero la tenemos a Cristina y después hay para todos los gustos.
—Ahora, en el off the record, cuando hablo con otros kirchneristas o peronistas es como que a Cristina la tiran un poco abajo de la alfombra; sin embargo cuando dan entrevistas, Cristina es la gran candidata, ¿no? Es como muy contradictorio porque también están tratando de unirse, uno lo ve, cantan la marcha peronista y a ella la corren. De hecho ella los corrió a todos, porque armó Unidad Ciudadana y a usted, disculpe que se lo diga, también lo escondió un poco debajo de la alfombra ¿O no?
—No lo siento así. Pero primero le contesto lo anterior, me hace acordar a algo que hace mucho dije yo que están los machos del off the record, ¿no? Que son muy machos en el off the record, muy machos cuando hay un periodista que escribe por ellos, pero después van y hablan, por ejemplo, de Cristina. Y me parece que la política debe liberarse de eso, debe ser de cara al conjunto de la sociedad decir «yo pienso tal cosa o tal otra», no decir que Cristina es bárbara pero en realidad estoy tratando de hacerle una zancadilla.
—¿No cree que en este momento hay una zancadilla a Cristina tal vez encubierta?
—Pero Cristina es la dirigente opositora más importante.
—¿Por qué la siguen defendiendo tanto si se cortó sola de alguna manera y dijo que no ponía las manos en el fuego por ninguno de todos ustedes cuando estaban presos? Solo por Máximo y Florencia.
—Yo creo que es una pregunta desgraciada que, bueno, Cristina dio esa respuesta y es la respuesta de ella. Pero la pregunta está fuera de lugar porque, la verdad, yo no veo a los seres humanos caminando por el fuego en la calle.
—Pero a usted no lo fue a visitar, ¿lo llamó?
—Ella se preocupó y se ocupó, que es lo importante.
—Porque tanto Báez como De Vido y Zannini dijeron que estaban esperando que ella los fuera a ver.
—Primero, yo voy a hablar por mí. Y creo que cada uno tiene su rol, tiene su lugar, y después puede salir bien o mal, pero cada uno sabe por qué hace lo que hace.
—¿Qué hizo por usted Cristina que nos pueda contar?
—Se preocupó y se ocupó.
—¿Nos puede dar más información?
—Yo siempre en toda mi vida política cuidé mucho la relación con Cristina… A mí me molesta cuando los dirigentes hablan de Cristina y eso después se usa en la prensa para decir: ah, Fulano dijo que Cristina tal cosa.
—¿Lo llamó para felicitarlo por la paternidad?
—Voy a decir lo mismo que antes, la relación con Cristina…
—¿Pero estaría mal que usted nos cuente que sí lo llamó para felicitarlo?
—No, no estaría mal, pero tampoco estaría mal que yo no exponga esa parte de la relación porque…
—¿Le mandó escarpines para los mellizos?
—Ya escarpines no mandan más.
—Usted fue su vicepresidente.
—Sí, y…
—Bueno, usted sabe que en el colectivo imaginario, esta pregunta sí es un poco impertinente…
—A ver, hágala.
—En el colectivo imaginario está que Cristina estaba muy ilusionada, platónicamente enamorada de usted. Supongo que eso ya se lo habrán dicho muchas veces.
—No, me parece absurdo, no, no. Yo creo que la relación nuestra tiene que ver con la gestión, con pensar ideas de gobierno, con poder llevarlas adelante. Es una relación que tiene que ver con confianza, con política, y confianza de gestión… A la palabra lealtad se le dan muchos significados, pero saber que yo no iba a hacer nada que no tuviera que ver con lo que tenía que hacer.
—Le dio la vicepresidencia en un día en que nadie sabía, usted mismo se sorprendió ¿O usted ya sabía que iba a ser nombrado vicepresidente?
—No lo sabía, me enteré cinco minutos antes.
—Pero se acuerda del enojo de Máximo Kirchner ¿no?
—¿Por qué?
—Porque usted no le gustó como vice.
—Pregúntele a él. Pregúnteselo así, va a ver que no es así.
—¿No?
—No.
—¿Él lo fue a ver a la cárcel?
—No.
—¿Lo llamó?
—Él… La organización que Máximo Kirchner lidera…
—La Cámpora.
—…también estuvo.
—¿Pero por qué no fue Máximo a la cárcel a verlo a usted, a Báez, que era como un tío para él?
—Pero otra vez, tiene que ver con los roles, los lugares y los tiempos. Pero compañeros de La Cámpora han estado presentes y eso ha sido realmente muy importante.
—De los conocidos de La Cámpora ¿quiénes?
—El día que me enteré que iba a salir estábamos en una visita junto con Zannini, con Pietragalla y Cabandié, y así pudimos disfrutar ese momento juntos. Porque estábamos ahí en una charla los cuatro y empezamos a escuchar gritos, gritos, gritos. Y eran los compañeros detenidos que estaban aplaudiendo y gritando «Te vas» «Te vas». Ese fue un momento muy especial, con muchas cosas que se me venían a la cabeza juntas.
—¿Por ejemplo?
—Que iba a poder ir a ver el nacimiento de mis hijos en paz.
—¿Usted es peronista?
—Mire, el peronómetro no lo tiene nadie.
—Por eso.
—Pero a mí me gusta pensar, por ejemplo, que Perón empezó con el tema de las jubilaciones en la cartera de Previsión Social. Y en mi carrera política eso ha sido uno de los tránsitos más importantes
—¿La gente lo putea cuando lo ve, le ha pasado?
—Alguna puteada me he comido, pero hay gente que no le gusta el dulce de leche.
—Un promedio de puteadas ¿cuánto sería?
—No, diez a uno.
—¿Camina tranquilo por la calle?
—Sí, sí, muy tranquilo.
—Está en esta cosa imaginaria de las personas, o no, que Néstor y Cristina vinieron a hacer una asociación ilícita ¿Usted cree que Cristina puede ir presa?
—No sé si puede ir presa o no.
—¿Lo habló con ella?
—Lo que sí le digo es que ellos vinieron a hacer un proyecto político. El gobierno de Néstor y Cristina no tuvo nada que ver con un proyecto patrimonial personal, de ninguna manera.
—Pero incrementó muchísimo el patrimonio de ellos y de muchísima gente que no podría costear una vida con autos, chacras, un edificio en avenida Libertador y otras tantas cosas. De eso también es consciente…
—No sé, no sé, en el caso de eso no sé.
—¿Para la gente la imagen de López tirando bolsos con plata es como la fotografía del kirchnerismo?
—No hay «la gente», hay mucha gente que cree que eso es el kirchnerismo y hay muchísima gente que no.
—¿Qué cree que va a pasar en 2019 con el peronismo?
—Creo que cuando termine este gobierno va a haber un gobierno que venga a subsanar muchas cuestiones económicas e institucionales. Que va a ser un gobierno del campo nacional y popular. Insisto, el año 2019 va a haber una elección y yo creo que vamos a ser capaces de organizar una fuerza, un peronismo frentista con muchos aliados que no están de acuerdo con lo que está pasando en la Argentina.
—¿Algún día vamos a conocer el secreto de Ciccone?
—No hay ningún secreto, lo dije el primer día y hasta hoy: la persona que estuvo a cargo de toda esa operación se llama Raúl Moneta. Y no tiene nada que ver conmigo, ni siquiera me han puesto como conocido, foto, testaferro, nada. Fíjese que ahora las declaraciones de quien decía que era mi testaferro lo señalan con toda claridad.
—Vandenbroele…
—Sí. Pero esto está en el expediente desde el día uno. Yo cuando fui a la indagatoria, que no me acuerdo si fue en el 2013 o 2014, le dije al juez: «acá están los papeles». Así que no hay secreto. Lo que ha habido es un operativo enorme para tratar de perjudicarme a mí y al gobierno, porque no hay que olvidarse que el rol de la figura del vicepresidente en la Argentina muchas veces no es suficientemente comprendido.
—Desdibujado.
—Es desdibujado porque el rol del vicepresidente es formar parte del aparato de protección institucional del presidente. Y los vicepresidentes siempre han tenido u otras ínfulas o visiones distintas al presidente. Le pasó a Alfonsín con Martínez que tironeaba para otro lado en los temas de derechos humanos o en los temas de educación.
—Julio Cobos.
—Bueno, Cobos es el caso extremo. Porque hoy el mundo se horroriza por lo que hizo Temer con Dilma, pero el primer Temer se llama Julio Cobos. El primer intento de hacer un golpe institucional de esa magnitud en la Argentina lo hizo Julio Cobos. Lo que pasa es que Cristina tuvo una fortaleza descomunal y pudo sobrepasar esa situación.
—Y usted ¿qué clase de vicepresidente fue?
—Yo no traté nunca de tener una figuración personal. No traté de hacer una agrupación política, que era lo que mis compañeros de ruta me aconsejaban. Me decían «Tenemos que tener una agrupación», porque me iba muy bien, tenía mucho acompañamiento, había sido un ministro de Economía que en una crisis internacional había llevado a la Argentina -con las decisiones de la presidenta- a un crecimiento muy importante. Pero yo entendía que no debía hacer eso, porque si no iba a estar poniendo mi vocación personal por encima del rol institucional colectivo que tenía. Y así lo asumí y así muchas veces se desdibujó mi imagen en ese camino.
—Lo llevo a un país muy cercano a su gobierno: Venezuela. ¿No es un horror lo que hoy pasa en Venezuela?
—Mire, hablar desde acá de lo que pasa en Venezuela sí es un horror. Creo que hay muchas debilidades y creo que hay cuestiones que el gobierno venezolano no ha podido resolver. Y eso hace que parte de la población no lo acompañe. Pero también es un horror parte del bloqueo que hay sobre Venezuela.