En el Gobierno hablan de una especie de ley de presupuesto, pero “a largo plazo”; con el anuncio de ayer, Fernández apoyó la continuidad del ministro de Economía, cuestionado por el cristinismo.
Por Jaime Rosemberg para La Nación.
En medio del vértigo de una tarde con malas noticias y rodeado por un reducido núcleo de colaboradores, el presidente Alberto Fernández decidió ayer verbalizar su respaldo a Martín Guzmán, el ministro de Economía que lleva adelante la negociación con el FMI, cuestionada por el cristinismo.
“Claro, es un respaldo concreto. Y ahora no van a poder decir que no tenemos plan”, afirmaron a LA NACION, con tono desafiante, muy cerca del Presidente, con la mira puesta tanto en las exigencias del FMI y la oposición como en las renovadas críticas que, antes de las legislativas, se escuchaban contra el ministro. En defensa del anuncio presidencial, distintos funcionarios remarcaban que la tranquilidad en el mercado cambiario se relacionaba con ese respaldo a Guzmán y la “idea de un plan a futuro” esbozada por el primer mandatario.
En una mañana de balance y cierta resignación por la amplia derrota a nivel nacional a manos de Juntos por el Cambio, los funcionarios evitaban dar demasiados detalles del “plan económico plurianual” que Fernández anunció en el discurso grabado que se emitió, a última hora de anoche, desde la quinta de Olivos. Promete enviarlo al Congreso a principios del mes próximo.
Una alta fuente del área económica explicó que sería “una ley en la línea del Presupuesto que se envía todos los años al Congreso, pero con la mirada en el largo plazo”, con énfasis en áreas sensibles como el déficit fiscal, inversión y gasto público. A eso se le sumarán, como anticipara también el Presidente, distintas iniciativas ideadas por el Consejo Económico y Social que encabeza el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, vinculadas a la generación de empleo (aún no presentada), electromovilidad y la política agroindustrial, detalló otra alta fuente oficial. “El Consejo está subestimado, pero allí se impusieron los sensatos”, comentó un funcionario al tanto de los avances del foro, que servirán de complemento para el proyecto del Presidente.
En la jefatura de gabinete que encabeza Juan Manzur agregaron que él será uno de los encargados de aglutinar los respaldos al proyecto, no sólo de los gobernadores y dirigentes aliados, sino también de los opositores. “Con Guzmán tenemos una agenda en común”, plantearon cerca de Manzur en “total apoyo” a la iniciativa, que conversaron durante la tarde del domingo.
¿Hay chances de que la oposición dé el visto bueno en el corto plazo? Cerca del jefe de gabinete dicen ser optimistas. Deslizan que el “buen vínculo” de Manzur con Horacio Rodríguez Larreta podría “ayudar” a facilitar el diálogo. En busca de señales, en la Casa Rosada vieron con agrado las declaraciones del radical Facundo Manes, quien se mostró en favor de “discutir” el futuro proyecto cuando la nueva composición del Congreso esté en funciones, a partir del 10 de diciembre. Diferencian a Rodríguez Larreta y Manes de “los (Mauricio) Macri y (Patricia) Bullrich, que siempre van a decir que no a todo”. Y se jactaban de que este plan es diferente de la iniciativa de endeudamiento que “Macri decidió sin pasar por el Congreso”.
Desde la oposición de Junto por el Cambio, por el momento, los distintos actores cumplen con el pacto de esperar “que muevan las blancas”, como definió un experimentado dirigente radical, antes de evaluar un eventual apoyo al “plan plurianual”. “En principio, veremos qué opinan Cristina y quienes la rodean”, agregaron. Será esa la tónica predominante en el cónclave que las cabezas de Juntos por el Cambio sostendrán esta tarde, contaron fuentes del conglomerado opositor.
Claro que los mismos funcionarios reconocían, fuera de micrófono, que el lanzamiento verbal del plan tuvo mucho que ver con dar una respuesta rápida y algo improvisada a lo que dijeron las urnas. “De política mucho no podía hablar, los resultados no fueron buenos, entonces se decidió abordar un tema sensible que es la economía y el acuerdo con el FMI, que es algo que venimos trabajando”, coincidieron desde dos despachos oficiales.
Mientras tanto, desde el Gobierno combinaban la defensa de la estrategia oficial en favor de Guzmán con críticas al cristinismo. “No pueden decir nada. Perdieron en provincia de Buenos Aires, el quórum del Senado y hasta en Santa Cruz”, razonaban por lo bajo desde el albertismo, convencidos sobre la “necesidad de seguir juntos y no hacer locuras” en los largos 25 meses que le esperan de gestión, con desafíos políticos y económicos potenciados por el traspié electoral.