«Y va el tercero…»: Caputo y el FMI siguen sumando fracasos

El ministro colecciona endeudamiento y la suma ya llega a los U$S 65.000 millones. Esta vez el organismo no tiene a quien echarle la culpa.


Por Roberto Pico

“Y va el tercero… y va el tercero”… el popular relato de Mariano Closs en la final de Madrid se recrea, lamentablemente, en la economía argentina en 2025. El ministro de Economía, Luis Caputo, y el Fondo Monetario Internacional (FMI) suman juntos el tercer fracaso y le dejan al país una deuda de U$S 65.000 millones que pagarán varias generaciones de compatriotas.

Caputo, por mandato del por entonces presidente Mauricio Macri, fue quien desde su cargo de Secretario de Finanzas en 2018 le pidió al FMI U$S 45.000 millones porque el mercado ya no le financiaba el déficit fiscal.

Acomodaron uno de esos planes que suele tener prefabricados el organismo (porque la cantidad de plata pedida rompía con las reglas) y todos firmaron. El tándem lo completaban Nicolás Dujovne como ministro de Economía y el “coloso” (como lo llama Milei), Federico Sturzenegger, como presidente del Banco Central.

“Sturze” se fue cuando se firmó el acuerdo y su silla la ocupó Caputo, quien le vendió los dólares baratos a los fondos de inversión (¿amigos?) que así salieron de la trampa de los bonos que habían comprado meses antes. El FMI lo sabía y lo dejó correr (por eso ahora le puso una cláusula especial).

Tras la salida de Macri, Alberto Fernández y Martín Guzmán rearmaron el acuerdo que les costó la fractura política con el kirchnerismo. Ese programa también capotó y con la llegada de Javier Milei hubo una nueva refinanciación, con Caputo otra vez como gestor.

En esta ocasión, el objetivo era que la Argentina lograra encauzar su situación económica y financiera para volver a los mercados de deuda y así refinanciar las obligaciones con privados y con el excedente pagarle al FMI.

Pese a que el gobierno de Milei consiguió los objetivos macroeconómicos con un ajuste superior al pedido por el FMI, los mercados siguieron refractarios al país y tuvo que abrirse otra negociación para conseguir otros U$S 20.000 millones. En este caso también se buscaba recrear condiciones financieras para la vuelta de Argentina al mercado de deuda. El agregado en esta oportunidad fue la apertura parcial del cepo para intentar movilizar la economía. Otra vez y por tercera vez, Caputo fue el negociador. Así terminó firmando créditos para el país por U$S 65.000 millones, a los que se le deben sumar otros créditos con el BID y el Banco Mundial.

A cinco meses de esa nueva firma, el plan también fracasó.

El ajuste de las cuentas públicas y la decisión de utilizar el atraso cambiario para matar la inflación ahogaron la economía y, salvo dos o tres sectores, el resto está en la lona.

Para lograr el equilibrio fiscal se licuaron jubilaciones, se recortaron prestaciones en salud, se maltrató a los verdaderos héroes del Garrahan y, la frutilla del postre, le quitaron lo poco que tenían a personas con discapacidades. El recorte es increíble hasta para la insensibilidad del FMI.

Ahora, da la impresión que la paciencia social se agotó. Queda ver la opinión de la ciudadanía de octubre, pero en el mejor de los casos Milei tendrá que hacer correcciones en el plan económico y no en el sentido que él quisiese.

En esta oportunidad el FMI no tiene ninguna excusa. Argentina fue un alumno perfecto, elogiado por todos los funcionarios del organismo y en todos los centros financieros… por la obvia razón que con la plata que debiera destinarse a un remedio a un abuelo o a una silla de ruedas a un chico necesitado… ¡se paga el AL30!

La “doble culpabilidad” podría ser un activo en próximas negociaciones, que sí o sí tendrán que venir.

Con este escenario parece muy difícil que Argentina consiga refinanciar los U$S 4.500 millones que vencen en enero y por lo tanto el FMI deberá habilitar alguna vía de escape.

En Madrid la cuenta paró en tres… ojalá que en la Argentina 2025 no haya un “cuarto”.

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