Cómo vivieron Javier Milei y su hermana Karina la crisis del Gobierno. El shock en el Gabinete, la venganza de Cristina Kirchner y los funcionarios que le temen a la «guillotina».
Por Santiago Fioriti para Clarín
«Che, hay mucho quilombo”. Un funcionario, del grupo de los más íntimos de Javier Milei, cenaba el viernes a la noche con su pareja en un restaurante de la Costanera porteña, cuando su celular vibró por el mensaje de alerta que le enviaba un compañero del Gabinete. En la Residencia de Olivos se vivían momentos de tensión. La cena por la celebración de San Valentín se venía abajo para aquel funcionario y para el resto de la plana mayor de la administración libertaria. Una tormenta inesperada asomaba con fuerza después de la promoción del Presidente en sus redes de la criptomoneda $Libra que, en pocas horas, trepó de modo exponencial y, luego, se derrumbó estrepitosamente. La movida generó estafas por una suma que podría ascender a los 100 millones de dólares. La mayoría de las víctimas, se supone, fueron militantes libertarios que de buena fe apostaron a una cripto nueva y desconocida.
Por primera vez frente a una crisis, el Gobierno se mostró timorato y sin poder controlar la conversación pública, ni siquiera la de su propia feligresía. La falta de culpables a la vista y la sorpresa que generó la noticia entre los funcionarios agudizó la sensación de vacío. No había a quién echar en un Gobierno que tiene como metodología eyectar funcionarios apenas ve venir un problema. ¿Habrá quedado el Presidente perplejo frente a su propio espejo? ¿Será cierto que en plena medianoche del viernes y antes de difundir su tuit “aclaratorio” discutió con su hermana, Karina?
La palabra de Milei nunca es desafiada por sus asesores, ni en momentos en que las charlas se tornan apacibles y sin personas con la eventual intención de traficar información. Pero en las últimas horas hubo quienes se atrevieron a hacerlo. No en el primer anillo de poder, al que solo acceden los hermanos Milei y el gurú Santiago Caputo, pero sí entre los que están apenas por debajo y participan de la mesa de decisiones con perfil propio.
El escándalo devoró en 48 horas un logro importantísimo que el Indec difundió el jueves: el descenso de la inflación de enero al 2,2%, la marca más baja en casi cinco años. Cristina Kirchner hubiera hecho una cadena nacional, rodeada de artistas y de su Gabinete. Mauricio Macri, al menos, una conferencia de prensa. “A nosotros, que llegamos con el mandato de terminar con la suba de precios, el éxito no nos duró ni un suspiro”, dice uno de los referentes del área económica.
El affaire comenzó a gestarse el viernes a las 19.01, cuando el jefe de Estado subió a su cuenta de X, en la que tiene más de 3.800.000 seguidores, un mensaje que alentaba a invertir en la cripto de la empresa KIP Protocol, que supuestamente estaba destinada a financiar pymes argentinas. Milei se había reunido con su CEO, Julian Peh, el 19 de octubre en el hotel Libertador, que fue su búnker de campaña. Ya por entonces especialistas en criptomomonedas alertaban que se trataba de una empresa que había provocado estafas. A aquella cita Milei fue acompañado por su vocero, Manuel Adorni, pero la lupa se concentró en Mauricio Novelli, el referente de Techo Forum Argentina, que fue el evento que posibilitó el encuentro entre Milei y Peh.
Tras el posteo, los usuarios libertarios entraron en estado de éxtasis, creyendo que la nueva cripto traería beneficios para el país. No solo los usuarios. Martín Menem reposteó a su jefe y lo siguieron otros referentes políticos e influencers. El Gordo Dan tuiteó (y más tarde borró): “Ahí meto todo lo que tengo“. La moneda valía US$ 0,000001 y después de la promoción creció a US$ 5,20. Se registraría luego el llamado rug pull: cuando hubo la suficiente cantidad de inversores, los fundadores “tiraron de la alfombra” y se produjo una caída de la cripto cercana al 90 por ciento.
Como tantas otras veces, Milei creyó que podía reparar su mal paso con una nueva embestida, como si no tomara real dimensión de lo que estaba pasando. En su descargo de las 12.38 de ayer sábado utilizó el viejo recurso de confrontar con la oposición, que hasta entonces no había hecho nada más que criticar su posteo. “A las ratas inmundas de la casta política que quieren aprovechar esta situación para hacer daño les quiero decir que todos los días confirman lo rastreros que son los políticos, y aumentan nuestra convicción de sacarlos a patadas en el culo”, dijo. Las circunstancias ameritaban -y ameritan- otra respuesta.
A esa hora la estafa ya había sido concretada. Quienes invirtieron, perdieron todo. Se estima que la crisis arrastró a quienes más confían en la palabra presidencial. Por eso, aun entre los más fanáticos, inclusive entre quienes creen que, a pesar de cualquier error Milei debe siempre acelerar y dejar en el camino a los que intentan ponerle piedras, imperó el desconcierto, cuando no la bronca. De modo tímido, antes de que Milei sacara el tuit con su versión de los hechos y borrara el que desató todo, algunos se animaron a plantear que la cuenta del jefe de Estado había sido hackeada. Unos lo hicieron porque no podían acreditar que fuera cierto lo que leían y otros, acaso, en su fantasía de querer ayudarlo.
Una versión surgida del seno presidencial daba cuenta ayer de que la hipótesis de anunciar un falso hackeo se analizó en algún momento por sectores periféricos, como para minimizar los costos y dejar planteada la duda. Otros decían que hubiera sido imposible plantearle una cosa así a Milei. Lo cierto es que el propio Presidente le dijo a la agencia Bloomberg Línea que nadie había hackeado su cuenta. No faltó quien criticara a la diputada Lilia Lemoine porque se anticipó en X y reveló que no había habido una mano intrusa en los posteos presidenciales.
El cortocircuito con los fanáticos que hasta ayer no veían errores en el estilo presidencial podía constatarse en la red social X, la fuente de inspiración de La Libertad Avanza, a la que -según sus conductores-, le deben buena parte del éxito electoral de 2023. Ni las marchas por la educación pública ni las protestas de la comunidad homosexual ni las polémicas con artistas como Lali Espósito habían establecido la mínima grieta entre los militantes y su líder.
Acaso faltó que alguien les dijera a tiempo a los más devotos: bienvenidos. No es Milei un sabelotodo ni un mesías que vino a redimir en tan poco tiempo tantos años de desencuentros entre la política y los ciudadanos de a pie. El episodio puede haber marcado el fin de la inocencia. Eso sospechan -y temen- quienes trabajan para darle vida al relato oficialista.
La oposición más intransigente aprovecha para hundir el cuchillo. Cristina Kirchner se puso al frente con un tuit durísimo: dijo que Milei ”operó en la estafa como un gancho digital” y aseguró que nunca vio «algo semejante”. Le abrió así el paso al bloque de diputados de Unión por la Patria, que no tardó en comunicar que avanzará en el pedido de juicio político. Martín Lousteau, senador y presidente de la UCR, también arremetió: “Doce bolsos de López se llevaron con una estafa cripto y el Presidente, como mínimo, fue partícipe necesario”.
La semana no había arrancado bien para el conductor de La Libertad Avanza, aunque por asuntos mucho más banales. Una falla en el sonido durante la entrevista que le dio a A24 lo puso de malhumor bien temprano. Encima, durante su paso por el canal le preguntaron si podía dar precisiones de la reforma previsional que había anunciado el jefe de la ANSeS, Mariano de los Heros. Milei se desentendió.
Pero antes de emprender viaje hacia la Casa Rosada se asesoró sobre el comentario de su funcionario. Le mandó la tapa de un diario a Sandra Pettovello y le pidió explicaciones. “Es un idiota. Me preguntó si podía dar notas pero se lo comió el personaje”, le dijo Pettovello. “Echalo”, le pidió el Presidente. La funcionaria se contactó con Luis Caputo, el ministro de Economía, y acordaron reemplazar a De los Heros por Fernando Bearzi. En el mismo día, Milei echó a Sonia Cavallo, por el pecado que cometió su padre, Domingo, al asegurar que hay atraso cambiario.
El viernes, además, estuvieron por echar a Fernando Brom, el designado subscretario de Ambiente, que todavía no asumió. Brom, que responde a Guillermo Francos, había dicho en Radio Mitre que al Gobierno le faltó prevención para evitar los incendios en la Patagonia. Desde la cima del poder llamaron al jefe de Gabinete para decirle que la cabeza de Brom podía rodar. Francos pidió clemencia. Y la guillotina, por ahora, se detuvo.