Desde el Gobierno propusieron suspender la obligación de invertir 6% del PBI en educación. Explicaron que es para enfocarse en una «asignación inteligente» de los recursos. El informe de la prueba PISA no avala esta mirada.
Por Ricardo Braginski para Clarín
A raíz de la polémica propuesta oficial de suspender la obligación del Estado de invertir 6% del PBI en educación (Presupuesto 2025 presentado por Milei), desde el Gobierno dijeron que ellos más que en una cifra piensan en una “inversión inteligente” para el área educativa.
Explicaron que, en los últimos años, se gastó mucho en programas dispersos, con bajos resultados, y ahora se van a enfocar en los “aprendizajes fundamentales”. Es decir, en el Plan Nacional de Alfabetización con el que se busca que los alumnos no pasen 3° grado sin leer y escribir adecuadamente.
Lo que surge, por lo visto, es una promesa de inversión del Estado nacional en este plan (con ayuda de organismos internacionales), pero una desinversión más fuerte en el resto del área educativa. Sobre todo, en las universidades y recursos a las provincias (el Fonid).
¿Es realmente inteligente esta forma de encarar la inversión educativa?
Se la puede analizar a partir del último informe de las pruebas PISA, elaborado por expertos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que elaboran estas evaluaciones.
En el extenso trabajo hay un apartado orientado a la inversión educativa, con un cuadro que muestra que en los países de bajos ingresos (allí está la Argentina) hay una relación directa entre inversión y buenos resultados educativos. Algo que no pasa en los países más ricos, en donde más inversión no significa necesariamente mejores rendimientos.
Esto quiere decir que la fuerte desinversión educativa que se produjo este año en el país (40% de caída real en el área educativa, según la estimación del economista Javier Curcio), más lo que se proyecta de recortes para el año que viene, en principio va en contra de una “inversión inteligente” en educación.
Ahora, cuando uno observa con más atención qué pasa entre los países con ingresos bajos, se ve que Argentina tiene resultados por debajo de lo que debiera tener según lo que está invirtiendo.
Con US$ 42.238 por alumno debería estar sacando unos 403 puntos en Matemática en PISA. Sin embargo, obtuvo 378. Vietnam, Turquía y Serbia son ejemplos contrarios: países que invierten poco, pero obtienen buenos resultados.
Lo que refleja el cuadro es que, efectivamente, hay una mala calidad en la inversión en el país. Pueden ser programas que no sirven, malas administraciones, incentivos mal puestos, u otras razones. Todo esto se puede mejorar, mientras se sostiene la inversión.
Ahora, recortar todo en educación -incluso lo que anda bien- para priorizar solo la Alfabetización no parece ser, precisamente, lo más inteligente.