Pelea al rojo vivo por el tarifazo y reproches de Cristina Kirchner a Martín Guzmán

El ministro de Economía acusa al subsecretario de Energía y al jefe del ENRE de no trabajar. Las arcas del Banco Central están exhaustas. Y las versiones pusieron en guardia a los bancos: no hay dólares y el tiempo apremia.


Por Marcelo Bonelli para Clarín.

Existe un nuevo enfrentamiento entre Energía y Economía por el inminente aumento de las tarifas. El equipo de Guzmán – y el albertismo – acusa a la dupla de Federico Basualdo y Federico Bernal de boicotear la instrumentación de los aumentos segmentados. Ambos bandos cruzan quejas. El Palacio de Hacienda dice que el “dúo cristinista” nunca le entregó -y menos instrumentó un plan coherente de ajustes parciales.

Basualdo – y La Cámpora de Máximo contraatacaron: acusaron al propio Guzmán de inacción. La “pelea” fue de palacio. Todos evitaron la confrontación pública y fratricida. Hace meses, Guzmán quiso echar a Basualdo y no pudo. Pero lo importante es lo siguiente: pasan los días y el Gobierno no define un tema clave para el FMI.

En Washington reclaman y dicen que es clave la eliminación de subsidios. La semana pasada, Guzmán –con apoyo de Olivos– criticó que los “Federicos” no habían avanzado en forma profesional en los estudios para fragmentar las tarifas. Le tiró un “camión con acoplado”: holgazanes , irresponsables y ausentes de criterios modernos.

Basualdo y Bernal -cuatro días después dejaron trascender un plan de segmentación: once barrios porteños, countries y medio millón de usuarios que votan por Cambiemos. Ambos contraatacaron: tildan a Guzmán de inoperante. Y agregan que el ministro tenía la propuesta desde diciembre y fue Guzmán quien no hizo nada.

El ministro contragolpeó: acusa al subsecretario de Energía y al jefe del ENRE de no trabajar y elaborar un plan elemental y de poco vuelo intelectual. Economía no puede creer que – con la frondosa base de datos del Estado y el avance tecnológico – el “dúo” presente un trabajo con un elemental, obvio y vetusto criterio geográfico.

Pero los hombres de negocios traducen la “bizarra pelea” en otro torpedo que Cristina le tira a Guzmán. Una forma de dilatar el “tarifazo”. La interna está al rojo vivo. Guzmán – lo decidirá este fin de semana con Alberto– evalúa viajar al encuentro del G-20. Quiere tener un cara a cara con Kristalina.

La misión será caliente: Guzmán quiere cerrar la carta de intención y el “memo de entendimiento” en la ultima semana de febrero. Como anticipó Clarín, el ministro recibe fuego graneado. Trabaja en medio de conspiraciones y críticas. Se sabe que la cúpula del Frente de Todos lo acusa de mentir y de ocultar información.

Alberto está molesto con Guzmán: la cuestión le generó duros reproches de Máximo. Cristina y – a pesar de que apoyó fervientemente la negociación – el propio Sergio Massa. El trío coincide en una cuestión: que Guzmán les hizo promesas internas que no cumplió y que ocultó información.

Guzmán se defendió ante Alberto. En la intimidad de su equipo dijo: “Es mentira. Yo no engañé a nadie. Todos sabían el detalle de la negociación”. Guzmán hace siempre alusión a que mantuvo informada de todo a Cristina.

Máximo culpa a Guzmán por dos cuestiones. Primero, dice que el ministro ocultó que el acuerdo obligaba a tener tasas de interés positivas. También, que Guzmán no develó el severo compromiso fiscal en el 2023 y que siempre dijo que el FMI iba a bajar las “sobretasas” del préstamo. El jefe de La Cámpora afirma: “por Guzmán perdimos en el 2021. Así perdemos en el 2023”. En la Casa Rosada afirman que Máximo exagera y coinciden con Axel Kicillof: que Máximo fue una de los “mariscales de la derrota”.

Cristina, Máximo y Massa dicen – en la intimidad – que Guzmán no transparentó diez puntos. Cristina hierve por el “monitoreo trimestral” del Fondo: dice que nunca se habló y que eso será un lacerante costo político.

También sostienen que Guzmán prometió hasta las últimas jornadas tres años de gracia y eso, al final, no existe. Para la Vice era clave: hubiera evitado las auditorías y los pagos. La otra imputación se refiere a los vencimientos que Argentina le abonó al FMI. Fueron U$S7.487 millones desde el inicio del Gobierno. Guzmán insistió en cancelar y mostrar voluntad de pago con Washington. Se trató del eje central de la estrategia para estirar y demorar hasta lo último la negociación. El argumento era el siguiente: para qué apurarse, si al final el FMI iba a devolver ese dinero. La Casa Rosada recibió otra información: el FMI solo devolverá el dinero de los DEG, US$ 4.300 millones. Argentina perdió cruciales US$ 3.187 en reservas.

Ahora, Alberto tuvo otro baño de realidad. En Rusia y en China – también Arabia Saudita – le dijeron que solo prestarán sus DEG en la medida que Argentina cierre con el FMI y apruebe los exámenes trimestrales. Un miembro de la delegación se sinceró: “son amigos. Pero no boludos”.

Alberto confía en que un inminente encuentro a solas con Cristina tranquilizará la interna. Lo pactaron – hace una semana – en la charla telefónica, que esta vez fue distendida. El Presidente estaba contento por su misión en Moscú y Cristina contenta por un detalle que le transmitió Alberto. La Vice se aflojó cuando el Presidente le confió que Putin se refirió hacia Cristina en forma muy afectuosa, cálida y cariñosa. Putin y la Vice tienen “feeling”, como Mauricio Macri lo tenía con Christine Lagarde.

Igual, se sabe que Cristina sigue molesta con varios ministros. Ahora está apuntado Claudio Moroni. Al ministro de Trabajo lo acusan de querer intervenir y quedarse con UATRE. Moroni no reconoce a sus autoridades y les bloqueó el manejo de $ 5.000 millones de pesos. La cúpula de UATRE lo denunció penalmente y amenaza con un paro: podría poner en jaque la cosecha cuando Argentina necesita urgente esos dólares. Julián Domínguez critica la manipulación de Moroni. Alberto le prometió una solución. Los tiempos son exiguos, como el plazo para cerrar con el FMI.

La Casa Rosada juega contra reloj: enviará el acuerdo la primera semana de marzo y tendría que estar aprobado en 10 días. La estrategia central será la siguiente: si no se aprueba, habrá corrida cambiaria. Un poco se habló ayer en la cumbre de Juntos por el Cambio. Escuchan los consejos de Hernán Lacunza y Luciano Laspina.

Los líderes más competitivos – Horacio Larreta, Gerardo Morales, María Eugenia Vidal – quieren evitar el default, pero no quedar pegados con Alberto y Cristina. Un desfiladero difícil. Mauricio Macri no quiere hacer concesiones: sin chance electoral, prefiere que todo le explote a Alberto. Máximo no ayuda a los moderados: amenaza con propiciar 30 abstenciones. La actitud puede enfurecer a los mas conciliadores, como ocurrió con el Presupuesto. Massa – en la noche del miércoles – le prometió a Alberto que el acuerdo se aprueba. Dice que ya hay – como mínimo – 133 votos.

También se lo confirmó al establishment. Fue en un encuentro con el Consejo Agroindustrial. Hasta ahora las cerealeras – a pesar del vetusto relato sobre “los monopolios” de CFK – le están salvando la situación al BCRA. Aumentaron la liquidación de divisas en febrero. Miguel Pesce – sin éxito – ataja los penales. Están exhaustas las arcas del BCRA.

Ayer hubo innumerables versiones y obligó -en forma informal , pero vía voceros oficiales a una desmentida del propio BCRA. Durante todo el día se dijo que el equipo de Pesce estudiaba ampliar el “cepo” a las tarjetas de crédito. La noticia puso en guardia a los bancos: no existen dólares y el tiempo apremia.

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