Las conversaciones secretas entre Martín Guzmán y David Lipton, las charlas privadas con Cristina y la interna que vive la Corte Suprema.
Por Marcelo Bonelli para Clarín.
Arabia Saudita y la propia Rusia rechazaron participar de una operación de apoyo financiero a la Argentina. Ambos gobiernos desestimaron una iniciativa del FMI para participar en un “crédito excepcional” para fortalecer las reservas.
Kristalina Georgieva sondeó a las autoridades de ambas naciones para que “redireccionen” sus Derechos Especiales de Giro a favor de la Argentina. El monto de la operación era equivalente a unos 7.000 millones de dólares y apuntaba a cerrar las necesidades de financiamiento de Martin Guzmán.
El ministro –con el apoyo de Georgieva – mantuvo negociaciones con las autoridades económicas de ambas naciones.
La propuesta de Georgieva era la siguiente: se conoce que Rusia y Arabia Saudita no utilizarán los millones de DEG que repartió este año el FMI.
La jefa del Fondo sugirió que ambas naciones eran “amigas” de la Argentina y que por lo tanto podrían darle un préstamo con ese dinero a la Casa Rosada. El dinero se utilizaría para cubrir «el bache» que necesita Argentina. En Washington creen que Guzmán «dibujó y exageró» el ingreso de divisas para el año próximo proveniente de organismos institucionales.
La gestión de Georgieva y Guzmán fracasó. Ambos gobiernos desaconsejaron la operación: adujeron que esos préstamos siempre caen en saco roto y se tornan incobrables con la Argentina. Insistieron que España participó de una operación similar en el 2001 y solo empezó a cobrar 14 años después.
Guzmán se había entusiasmado con el “nuevo atajo” . Pero no funcionó: fue un nuevo fracaso diplomático.
A partir de ahí el Gobierno dejó atrás relatos contestatarios y empezó a negociar en serio con Estados Unidos y el FMI.
Alberto hizo un giro directo a Washington. Ahora el jefe de Seguridad nacional de EE.UU. mantiene línea directa con Gustavo Beliz. Jake Sullivan habría intercedido en la última semana con el propio Tesoro de Washington.
Janet Yellen, la jefa del Tesoro, y su principal asesor, David Lipton, tienen una actitud distante con el kirchnerismo.
Yellen, porque Argentina no termina –como exigió- de presentar un plan confiable contra la inflación y de crecimiento. Lipton, porque la Casa Rosada lo denunció en la Justicia y lo acosa por el crédito que le otorgó a Mauricio Macri.
Lipton era el número dos del FMI en el 2018 y fue quien instrumentó la orden política de Donald Trump: darle ese monumental dinero a Macri. La operación salió mal y por iniciativa de Cristina se avanzó en la denuncia: relatos para la tribuna K, que ahora tienen un costo serio en la negociación.
Clarín confirmó que Sullivan intervino para destrabar el conflicto. El influyente asesor de Seguridad organizó una conversación secreta y directa entre el propio Lipton y Martín Guzmán.
Fue vía Zoom y ocurrió en las última semana: ambos intentaron acercar posiciones y en el Palacio de Hacienda aseguran que el contacto lubricó las negociaciones técnicas que anoche terminaban en el FMI.
En Washington ponen paños fríos. Saben que Guzmán vende “mucho humo”: ya prometió y no cumplió el acuerdo con el FMI en diciembre del año pasado y en los meses de marzo y mayo de este año.
Lipton mostró buena voluntad en cerrar la negociación, pero volvió sobre lo mismo: le pidió a Guzmán que Argentina no dilate la presentación de un plan serio y consistente.
En Venecia, Yellen –la jefa de Lipton– le pidió lo mismo: “Argentina tiene que presentar un plan integral”. A partir del contacto con Lipton esta semana se habría avanzado en una cuestión : poner por escrito las coincidencias –pocas– y las diferencias técnicas entre el equipo económico y los burócratas del FMI.
La misión argentina vuelve este viernes a Buenos Aires con diferencias en tres cuestiones clave: cómo se financiará el Estado, cómo se achicará la brecha del dólar y dudas sobre la consistencia del crecimiento para el 2022.
También hay una discusión sobre los subsidios en tarifas. La cuestión provoca una interna feroz en YPF, donde la firma pierde millonadas por la manipulación política de la nafta.
Cristina está al tanto de todo: Guzmán la informa una vez por semana de los avatares de la negociación. A veces va a su despacho y otras por teléfono. Cristina goza y lo hace esperar a la vista de todos. Pero Guzmán cumple una orden de Alberto.
El Presidente lo argumenta en la intimidad: “Que Cristina sepa todo, para que después no critique». En el “círculo rojo” insisten que la vice va a favorecer el acuerdo. Pero en unos meses –cuando empiecen los ajustes y los problemas– saldrá a criticar y desestabilizar a Guzmán.
La actitud de Martín Soria abona todas estas hipótesis. El ministro de Justicia tuvo un comportamiento ridículo en la Corte Suprema. Clarín reconstruyó que Soria fue a cumplir un papel provocador a pedido de Cristina y se llevó un testigo para que corrobore su actuación. Lo recibieron Horacio Rosatti y Ricardo Lorenzetti. Después se sumaron Carlos Rosenkrantz y Juan Maqueda.
Primero Soria rompió todo protocolo. Afirmó: “Puede quedarse en la reunión mi asistente”. Se trataba de Gimena Del Río . Los jueces aceptaron, por cortesía, aunque el encuentro estaba pactado a solas. La doctora tenía el papel de certificar lo que iba a suceder. Se quedó al costado.
Soria le pidió “la carpeta” a la asistente Del Río: el ministro sacó de ahí un papel y leyó textual –no se quiso apartar de ese libreto- la proclama contra la Corte Suprema.
Cristina -vía Soria- intenta utilizar a su favor el malhumor de Lorenzetti contra sus colegas y las internas del Tribunal Surgió cuando frustraron su reelección como titular de la Corte. Maqueda en ese momento lo frenó con una burla: «¿Ricardo, pensás que solo vos naciste para ser Presidente de la Corte?”. Lorenzetti respondió ofendido: “Sí, por supuesto”. En el Tribunal hay fuertes internas. Ahora acusan a Lorenzetti de apañar denuncias contra funcionarios de sus colegas.
Un total silencio acompañó la abrupta salida de Soria. Los miembros de la Corte respondieron unidos: el durísimo fallo a favor de Santa Fe.
A la brevedad saldrá la anulación a la reforma al Consejo de la Magistratura y habrá un fallo que dolerá mucho: le darán la razón a Horacio Rodriguez Larreta en su reclamo por el recorte de la coparticipación.
Esta semana Guzmán también tuvo que hacer un informe presencial frente a Máximo: fue a Diputados el lunes y estuvo también con Sergio Massa y Carlos Heller. Guzmán comunicó que hay intención del FMI para cerrar. Sería a un ritmo distinto al prometido por el ministro.
Guzmán le dijo a Alberto que iba a tener un acuerdo técnico antes del 22 de diciembre. Ese día hay que abonarle al FMI unos US$ 1.800 millones.
Pero Guzmán tiene atrasada la negociación y la confección de las pautas “plurianuales”. Recién estarían listas a fin de mes.
El propio Guzmán se metió en problemas: su inexperiencia política le hizo fijar fechas y límites que se le vuelven siempre en contra.
Ahora Guzmán quiere recomponer su error y pretende que los técnicos del FMI trabajen entre Navidad y Año Nuevo.
Los burócratas de Washington no quieren saber nada: el FMI entra en receso entre el 23 de diciembre y el 10 de enero.
Por eso se trabaja con otro calendario. Anoche ya en la Casa Rosada lo admitían: el acuerdo técnico se pasa para la tercer semana de enero.