El oficialismo logró atraer por unos días la mirada de la opinión pública, desviando en parte la atención del escándalo por las vacunaciones de privilegio, hasta que policías de Formosa reprimieron un protesta contra el regreso a la fase 1 de la cuarentena en la capital provincial.
Por Emiliano Rodríguez para NA.
Le duró poco al Gobierno el envión del discurso presidencial del 1° de marzo pasado ante la Asamblea Legislativa que le permitió recuperar el centro de la escena política, en su puja con la oposición por establecer temas de agenda y mantener un protagonismo.
En el epílogo de la misma semana que comenzó con un encendido cuestionamiento del presidente Alberto Fernández hacia el Poder Judicial en el Congreso, donde además volvió a cargar contra la gestión anterior y se cruzó con referentes de Juntos por el Cambio (JxC), los incidentes en Formosa aplicaron un repentino freno de mano al impulso que había tomado el oficialismo.
Definitivamente en clave electoral, Fernández radicalizó su discurso en el Parlamento y recibió un espaldarazo de sectores duros del kirchnerismo por sus críticas a la Justicia, al tiempo que la decisión del Gobierno de impulsar la creación de una comisión bicameral para investigar a magistrados y fiscales puso a la defensiva a la oposición.
En ese contexto, el oficialismo logró atraer por unos días la mirada de la opinión pública desde el rol de quien consigue fijar temas de su propia agenda, desviando en parte la atención del escándalo por las vacunaciones de privilegio, hasta que policías de Formosa reprimieron un protesta contra el regreso a la fase 1 de la cuarentena en la capital provincial.
Los incidentes, con numerosas personas heridas y detenidas, generaron una esperada reacción por parte de la oposición, que cargó contra Gildo Insfrán y también criticó a Fernández por su estrecha relación con el mandatario formoseño, a quien definió como uno de los «mejores políticos y mejores seres humanos» durante una visita a ese distrito en 2020.
Asimismo, los disturbios forzaron al Gobierno a «repudiar la violencia» ejercida por integrantes de la Policía de Formosa, una provincia comandada desde hace 25 años por Insfrán, tras haber tomado nota de cómo escalaba la noticia en medios masivos de comunicación y trascendía incluso al exterior.
El oficialismo había conseguido instalar en la agenda política el debate sobre el funcionamiento del Poder Judicial y la creación de la mencionada comisión bicameral, en momentos en los que volvieron a tomar fuerza versiones sobre una posible salida de la ministra de Justicia y Derechos Humanos, Marcela Losardo, del gabinete nacional.
En la semana, Losardo había procurado bajarle el tono a la polémica respecto a la iniciativa del Gobierno, al señalar que ese grupo de legisladores no se arrogará «atribuciones de otros poderes» ni podrá «sancionar» a jueces o fiscales, ya que ese tipo de acción «no es constitucional».
De cualquier modo, esta iniciativa oficial provocó una enérgica respuesta de parte de la oposición e incluso el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, salió a cuestionar duramente la propuesta, radicalizando también su discurso y apartándose de su habitual postura moderada.
El comienzo de un «operativo clamor»
Incluso el 1° de marzo pasado, en la apertura de las sesiones ordinarias de la Legislatura de la Ciudad, Rodríguez Larreta llegó a decir que «la grieta es un negocio de la política y no suma nada, sino que resta», antes de arremeter contra la decisión del Frente de Todos (FdT) relacionada con la Justicia.
Al igual que Fernández en la Nación, el alcalde porteño también se ve presionado por facciones duras de JxC que reclaman una postura más combativa de parte de la Ciudad frente a la Casa Rosada, en momentos en los que la campaña electoral 2021 va tomando color y levantando temperatura.
En este sentido, comenzó a gestarse en los últimos días una suerte de «operativo clamor» en sectores de la coalición opositora para que la titular del PRO, Patricia Bullrich, muy activa en redes sociales y medios de comunicación recientemente, se lance a la carrera por la Presidencia de la Nación dentro de dos años, además de participar en los comicios de medio término.
Una contienda electoral -la de 2023- con la que también fantasea Rodríguez Larreta, tanto por aspiraciones personales como por el hecho de que, de acuerdo con la normativa vigente, no puede renovar mandato en la Ciudad y deberá plantearse otros objetivos para seguir adelante con su carrera política.
Bullrich, de postura a todas luces radicalizada y claramente «pro-grieta», en sintonía con los sectores más duros del kirchnerismo, dijo que planeaba viajar a Formosa para «acompañar» el reclamo de los vecinos que «quieren trabajar» y agregó: «Insfrán es el modelo de tirano que avala el presidente (Fernández)».
Esta semana, Bullrich también tildó de «mitómano» al jefe de Estado, mientras el nombre de la titular del PRO se menciona por estas horas como posible candidata a diputada nacional en las próximas elecciones legislativas, encabezando la lista de JxC en la ciudad de Buenos Aires.
Asimismo, con miras a esos comicios, la figura del ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, comenzó a tomar relevancia en los últimos días, según trascendió, impulsada por el larretismo en la Capital Federal: se trataría de una «oferta electoral» más mesurada con relación a Bullrich.
En este sentido, existen en JxC quienes creen en la necesidad de mantener a los «convencidos» adentro -y tratar de seducir a los votantes desencantados con la gestión del FdT- con un discurso áspero hacia la administración de Fernández, buscando así prevenir una fuga de votos hacia sectores más de derecha, como el que lideran los economistas José Luis Espert y Javier Milei.
El oficialismo, por último, inauguró definitivamente la campaña electoral de este año con el discurso del presidente en el Congreso.
De todos modos, agudizar la «grieta» supone para el jefe de Estado un reto, un desafío adicional y significativo: antecedentes recientes, como el segundo mandato de Cristina y el gobierno de Mauricio Macri, ponen en evidencia lo compleja que resulta la misión de gestionar en la Argentina con la sociedad polarizada y una situación económica adversa.
Deberá mostrar su «muñeca política» Fernández si pretende salir airoso, mientras sigue consumiendo tiempo y energías en desestimar que la propuesta de reforma judicial que impulsa esté diseñada «a la medida» de Cristina, en su afán de sortear con éxito las causas en las que está involucrada.