Extrañas Navidades

Las circunstancias que rodean a estas Fiestas de 2020.


Por Magdalena Ruiz Guiñazú para Clarín.

Extrañas e inesperadas, también.

Nadie imaginó seguramente que las cosas empezarían a deteriorarse cuando un misterioso personaje se alojó en las entrañas de los murciélagos chinos y, luego, pasaría a las nuestras con sorprendente naturalidad. Porque, más allá de lo que pueda decirse, lejos de calmarse, cada día sacude al mundo con noticias que, en las tapas de los diarios, hubieran pertenecido seguramente a una serie de televisión destinada al suspenso.

Es probable que, días pasados, cuando una alineación (aún nueva para los que ya somos abuelos) entre el Sol, la Luna y la Tierra impactó el norte de nuestra Patagonia alguien se preguntó si, en las penumbras de la Antigüedad, esto no había ocurrido ya. Quienes nos legaron la Biblia seguramente no usaban reloj pero no deja de llamar la atención que este suceso estremecedor durara apenas ¡dos minutos!

Tampoco argumentamos que la misteriosa pandemia que cierra y abre fronteras entre países amigos de siempre, tenga alguna responsabilidad en este suceso que (según dicen los que saben) no volverá a repetirse hasta el año 2048.

No pretendemos hacer futurología pero no dejamos de suponer que hemos sido elegidos para un momento tan misterioso como extraño. O, por lo menos, de un tiempo como éste en el que abunda la información pero en el que vacunas, pérdidas y hallazgos (como siempre ocurre frente a las cosas nuevas) se entrelazan con episodios de la Historia Universal de los cuales a nosotros (alumnos de colegios religiosos) se nos explicaba que aquello no formaba parte de la enseñanza admitida sino de leyendas imposibles de probar.

Es posible. La gente razonable suele ser tan aburrida como acertada. Aún recuerdo la indignación de algún docente cuando insistíamos en que (según Ray Bradbury quien algo sabe de estas cosas) la famosa estrella que guiaba a los Reyes Magos hacia el pesebre en el que dormía un bebé llamado Jesús, era seguramente el Cometa Halley.

Tiempos extraños nos han tocado hasta cerrar fronteras con países hermanos. Una implacable geografía de peligros ocultos hasta ha logrado ubicarse entre objetos tan sofisticados y modernos como aviones que, no solamente vuelan, sino que son absolutamente indispensables para traernos algo todavía incierto con nombre de mujer.

No pensemos demasiado. Algunos próximos bebés quizás se llamen Vacuna.

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