Los ruidos que genera la presión de Cristina en la economía

El resentimiento de la vicepresidenta con los empresarios y su reclamo que detonó la salida de Alejandro Vanoli de la ANSeS.


Por Marcelo Bonelli para Clarín.

La trifulca fue fuerte y no faltaron en el cruce insultos y recriminaciones mutuas. Santiago Cafiero y Alejandro Vanoli venían a las “piñas” en las últimas semanas, y hubo un puñado de hechos que precipitaron el final de ex jefe de la ANSeS. “Que me llame tu jefe y me lo ordene”, desafió Vanoli a Cafiero, cuando el Jefe de Gabinete le dijo que extendiera el Ingreso Familiar de Emergencia. La pelea final fue la excusa para acelerar la salida de Vanoli.

El Presidente tenía resuelto el cambio hace una semana. Lo anticipó en privado a la cúpula del Frente de Todos.

Estaban Máximo Kirchner, Sergio Massa, Axel Kicillof​ y algunos intendentes bonaerenses. Fernández les anticipó que Vanoli sería removido y, enigmático, confió: “Lo va a reemplazar una mujer”. La mujer era María Fernanda Raverta, la “camporista” y frustrada candidata a intendente marplatense. Fue uno de los pocos distritos donde perdió el Frente de Todos.

La cuestión que detonó la salida de Vanoli fue un reclamo de Cristina Kirchner​ a la Casa Rosada en una conversación con el Presidente. Cristina reprochó que la ANSeS no haya actuado -en tiempo y forma- para nombrar directores estatales en 30 principales compañías de Argentina.

La vicepresidenta sigue resentida con los empresarios y cree que, con sus prejuicios, logrará intimarlos y obligarlos a bajar precios e invertir. Como represalia, el Instituto Patria ya impulsó el impuesto a los ricos. Esas teorías conspirativas fracasaron en sus ocho años de mandato.

La vicepresidenta continúa con sus rencores en medio de una pandemia, que está haciendo trizas a las empresas, la economía y a los trabajadores que la votaron.

Cristina no habla sobre eso, y no aportó hasta ahora ideas. Su actitud hostil paraliza soluciones y su militancia por “la grieta” asusta hasta a los empresarios más vinculados con el kirchnerismo.

El sonoro silencio de los hombres de negocios y la ausencia de propuestas de la UIA y otras entidades obedecen al temor por la intervención –silenciosa, pero efectiva– de Cristina en decisiones políticas claves.

También, porque la UIA y los banqueros adolecen de falta de propuestas: no tienen iniciativas para enfrentar la crisis, a pesar de que ahora está en juego la supervivencia de las compañías.

Guillermo Nielsen fue ratificado como titular de YPF. Habló ante la asamblea e hizo un descarnado y realista relato del momento económico. Sergio Affronti será su colaborador como CEO de la compañía.

Por otro lado, Cristina tuvo un fuerte traspié con la Corte y se dedica a organizar una insólita sesión en el Senado: quiere estar sola en el recinto y no quiere –ni siquiera– que le quiten protagonismo los senadores de Buenos Aires y CABA.

En esa grotesca puesta en escena les va a prohibir concurrir a quienes puedan o quieran acercarse al recinto. Senadores como Martín Lousteau y Mariano Recalde tendrían que seguir las deliberaciones desde sus despachos, y los bonaerenses, ir a La Plata para poder votar.

La tardanza en elegir a los delegados del Estado en los directorios generó confusión en la Casa Rosada. Hasta en la época de Mauricio Macri continuaron husmeando en las compañías y eso no evitó el derrumbe económico.

Cafiero acusó a Vanoli y el ahora ex jefe de la ANSeS dijo –a sus íntimos– que la demora fue del jefe de Gabinete.

La verdad es que Cafiero había estado buscando a los “candidatos” para ocupar los directorios de las firmas líderes. Pero utilizó un criterio de “selección ” que demoró las decisiones.

El Presidente dio por terminado el episodio: cargó todo el costo político en Vanoli. Ya lo había sentenciado después del bochornoso viernes 27 de marzo, cuando se pagó inhumanamente a los jubilados.

La pelea entre ambos, no es la única en el Gabinete. Hay máxima tensión entre la ministra de Justicia y su viceministro.

La polémica por los presos activó la fricción entre Marcela Losardo y Juan Martin Mena. La ministra desautorizó las ideas de Mena –un operador de Cristina- pro-liberación de presos.

Martín Guzmán tranquilizó esta semana al Presidente. En un informe confidencial en Olivos el ministro comunicó: “Esta semana, el diálogo con los acreedores fue crecientemente constructivo”.

Guzmán tuvo, hasta este jueves, diálogo con los representantes de los principales fondos de inversión. También ocurrió un encuentro entre los abogados argentinos en Manhattan y los asesores legales de los “lobos” de Wall Street. En esas conversaciones, el ministro anticipó que podría admitir cambios instrumentales en la propuesta. Siempre que no alteren los escenarios macroeconómicos de sostenibilidad de la deuda.

También lo señalaron del mismo modo los –carísimos- abogados de Clery Gottieb Steen & Hamilton. Los delegados del bufete admitieron reclamos técnicos y prometieron lo siguiente en la reunión: “Los tenedores de deuda en euros pueden pasar a ser tenedores de deuda en dólares”.

Alberto le dio esta semana otro apoyo a Guzmán. En Olivos, creen en la tesis del ministro: que la crisis de la pandemia hace más atractiva la propuesta argentina. Y que, al final, los bonistas van a aceptar el pago propuesto por Argentina.

Guzmán dijo que no hay que creer en las “bravuconadas” y amenazas de los “lobos” de Manhattan. Fue una repuesta a la conversación que tuvo con el delegado del principal fondo acreedor. Gerardo Rodríguez, de BlackRock, le habría dicho esta semana: “Si el diálogo con vos no funciona, vamos a esperar al próximo ministro”. Este vocero de BlackRock –que lidera el principal comité de acreedores– transmitió en Wall Street que Guzmán le cuenta al Presidente una “situación edulcorada y no real” de la negociación con Manhattan.

Los bonistas insisten en rechazar la oferta y la diferencia entre lo que paga el Gobierno y lo que pide Wall Street es sideral y por lo tanto imposible de aceptar.

Un informe del influyente JP Morgan dice que la propuesta argentina reconoce un pago del 32%. Los bonistas quieren el 50% del valor de los bonos.

Para meter ruido en Manhattan ponderan a Axel Kicillof: dicen que hizo una propuesta de pago más amable con los acreedores, del 40 %. Hoy, en Wall Street elogian al gobernador.

Un Fondo de Inversión comunicó al comité de acreedores lo siguiente: el 95% de sus clientes argentinos que tienen bonos pidió rechazar la oferta.

Morgan Stanley emitió un documento reservado para sus clientes. Tiene un texto de 18 carillas y su título: “Estrategia de negociación de la deuda argentina”.

El paper, que elaboró Simon Waiver, dice: “Con un valor presente de la deuda tan bajo y sin pagos durante tres años, los acreedores encuentran que hay pocas desventajas en esperar otra propuesta”.

Y concluye: “Los tres comités de acreedores requieren mejoras sustanciales para acordar”.

De acuerdo a la información que confirmó Clarín, los bonistas le están pidiendo dos cosas al ministro. Primero, que agregue a la oferta un pago al contado, equivalente al 10 % de la negociación; es decir, de unos 6.000 millones de dólares. También, que Argentina reduzca los tres años de gracia.

Los banqueros insisten: si no hay cambios, no queremos negociar con Guzmán.

Pero Guzmán rechaza ese tipo de cambios. Alberto Fernández le dijo en Olivos: “No cambiamos nada. Tenés todo mi respaldo”. Además, Alberto laudó en favor del jefe de Hacienda en una trifulca con el Banco Central. Se trata del urticante proyecto para que el sistema financiero financie ahora al Tesoro.

La propuesta alteró a Miguel Pesce y generó mucho ruido entre los banqueros. Hubo versiones de todo tipo que metieron ruido. Se habló de Plan Bonex y de un canje compulsivo –y nefasto– como el de Domingo Cavallo en el 2001. A diferencia de otras crisis, los bancos tienen ahora un fuerte activo: están sólidos y esto garantiza fluidez financiera.

Guzmán fue –por eso- muy cauto. Transmitió serenidad a los banqueros: que el nuevo bono no será obligatorio. Pero, en cambio, irá reemplazando gradualmente al negoción de las Leliq.

Los bancos obtendrán una renta real positiva, pero con una condición estresante: a partir de ahora, van a tener que financiar al Tesoro y olvidarse del BCRA.

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